El conejo asustado se convirtió en gata salvaje

Alejandra se quedó helada y clavada en su sitio, se había excedido demás está vez, ahora estaba en serios problemas con su aterrador esposo, al que no le había parecido que le respondiera de esa manera, tomó un poco de valor y habló

— Tú no me contaste nada cuando pregunté por la madre de Emill, te enfureciste y me gritaste que no preguntara nada, ¿recuerdas? ¿por qué debería contarte yo algo de mi vida?

— ¡Eso es diferente, yo debo saber todo sobre tí! ¿de dónde vienes? ¿qué es lo que hacías en la universidad? ¿con quién tenías una relación? soy tu esposo, que no se te olvide

— ¡Quisiera que se me olvidara, pero cuando estoy a punto de hacerlo, tú te encargas de recordarmelo! ¿por qué no haces como si no me conocieras? ¡no te entiendo maldita sea, no quieres que nos involucremos como un marido y mujer normal, pero si quieres que te rinda cuentas! ¡deberías medicarte! ¿sabes?

— Lo que me hace falta es follarte hasta que no me queden fuerzas, y que a ti no te queden energías para lev
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