Ryan se dio la vuelta y rápidamente se tragó todo el helado sin molestarse con Freya. Después de terminarlo, jadeó de dolor. “Deja de pegarme. El frío del helado me está congelando los dientes”.

“Te lo mereces. ¿Quién te dijo que me robaras el helado?”. Al verlo en un estado lamentable, Freya estaba entretenida y enojada.

“Me preocupa que tengas dolor de estómago…”. Ryan le lanzó una mirada de impotencia mientras hacía el mismo comentario. Sin embargo, Freya fue convencida esta vez.

Después de fruncir sus hermosos y finos labios, ella sacó una bufanda marrón de una bolsa de papel y se la entregó. “Te lo compré hace un momento. No puedes decir que no te gusta porque es fea, o cortaré nuestra relación”.

Ryan rápidamente desdobló la bufanda para echarle un vistazo. Lo envolvió alrededor de su cuello y esbozó una sonrisa, mostrando una hilera de dientes blancos. “¿Me veo guapo?”.

Freya se echó a reír. “Eso es de mal gusto”.

“¿Por qué es de mal gusto?”. El rostro de Ryan se oscureció