Espero que hayas disfrutado de este capítulo, no olvides comentar y si te gustan las historias románticas te invito a leer: LAUNDRY SERVICE, Jamás el servicio de lavandería fue tan divertido...
═∘◦✧◦∘═Bastiaan había despejado su agenda, y solo le quedaba una última reunión para ir de manera inmediata a Brooksprings. Aunque Neo le dio todos los detalles acerca del suceso, quería comprobar que Cara estaba sana y salva con sus propios ojos. El vuelo solo duraba cuarenta minutos, pero todavía se encontraba escuchando a uno de sus empleados exponiendo una gráfica de proyecciones de ingresos. Los cuales solo quería corroborar, ya que él ya tenía los resultados desde hacía un día. Pero el hombre se estaba tardando más de la cuenta, y comenzaba a incomodarse. Su teléfono celular comenzó a vibrar encima de la mesa de juntas, lo que le pareció extraño, porque se trataba de un número desconocido, y el código de área era de Grecia. Anteriormente, apagaba el aparato cuando entraba a una junta, pero desde la muerte de su padre se deshizo de esa costumbre. Lamentablemente, se había enterado de que Cosmo Karagiannis falleció dos horas después que había terminado su reunión. Todo por dar e
═∘◦✧◦∘═Era un día hermoso con el sol radiante en lo alto del cielo, el cielo claro. Al igual que las nubes tan blancas como algodones. Sentía la mirada de Bastiaan a lo lejos como un cazador a su presa. Cara sonrió para sus adentros, era un cazador, cazado. No lo había visto por más de siete días, lo suficiente para aceptar que lo extrañaba más de la cuenta, y que eso solo tenía un nombre: atracción.Por más que se había regañado, por pensar tal cosa. Lo había aceptado, pero como saber si él sentía lo mismo. Bastiaan era un hombre de mundo, ella apenas estaba descubriendo el lado oscuro de las personas. ¿Estaría confundiendo su cercanía?Ya no se preocupa por Walter, cada quien tenía lo que merecía. Y estaba muy segura de que ella se había ganado muchas cosas buenas a pulso. Era el momento perfecto para reclamar su premio. Tenía puesto un bikini blanco, su piel estaba bronceada. Gracias al delicioso clima del Mediterráneo, y en ese momento estaba jugando con el cazador, a que no sabía
═∘◦✧◦∘═«¡¿Qué demonios pasó?!»Se preguntó Bastiaan, sin repuesta alguna. Mientras permitía que el agua fría en la pequeña ducha del avión le despejara la mente. El cansancio se había apoderado de él, al punto de dormir prácticamente todo el viaje, solo faltaban noventa minutos para llegar a Atenas. Estaba descansado, sí. Pero también muy excitado, quizás como no lo había estado en mucho tiempo. Todo se debía a que se había despertado con una erección, producto de un sueño que había tenido con Cara, en el cual casi tenían sexo en su casa en Grecia. «¡Esto no puede seguir así!»Si no hubiese sido, porque en ese momento pasaron por una turbulencia. Se hubiese corrido ahí mismo, apretó los dientes. Se sintió como un adolescente, porque no tenía esa clase de sueños húmedos desde que tenía dieciséis años. Tuvo que levantarse de manera rápida e ir a su habitación, para que los empleados no lo vieran en ese estado, eso sería una total vergüenza para él. Lo peor fue que al cerrar la puert
═∘◦✧◦∘═Cara no podía mirar a los ojos a su amiga, a pesar de que ya habían pasado algunos días, de aquel sueño en tercera dimensión que había tenido con Bastiaan. Cada vez que lo recordaba crecía en ella un calor que le hacía palpitar el vientre. Sentía vergüenza de que aquello se le reflejara en el rostro. Dio un suspiro mientras miraba por el gran ventanal de la habitación que ocupaba, aunque era muy cómoda, no le pertenecía. Por más que Leander, Neo y Astrid le hicieran sentir que tenía un lugar con ellos. En ese momento entendió a su hermano, pues era muy difícil estar con esa incertidumbre. Sobre todo a los catorce años, porque esa era la edad que tenía Jonas cuando su abuela murió. Al menos Walter y su amante no la había molestado más, eso para ella ya era una ventaja. Todavía se preguntaba si era cierto que sabía en donde estaba su hermano. Jonas era muy astuto, y muy malicioso. Por tanto; no creía que estuviera con malas compañías. Su corazón le decía que eso no era posible
═∘◦✧◦∘═—¿De verdad tienes que volver? La pregunta salió de la boca de Minerva con un toque de tristeza, mientras una de las chicas de le acomodaba la almohada en su gran cama. Apenas el día anterior había salido del hospital, aunque estaba de muy buen humor, todavía estaba convaleciente. —Sí, mamá —dijo Bastiaan con un suspiro—. Tengo que regresar a América, hay asuntos pendientes muy importantes para la empresa que he dejado a un lado por estar aquí contigo.Lo miró con un deje dolor, puesto que sus palabras se escucharon como si ella fuera un estorbo. Pero su hijo sabía que solo era la manipulación obrando en ella, ya que siempre le recordaba que la empresa era prioritaria. —Bash, solo han pasado tres semanas desde el accidente —hizo una pausa y continuó mirándolo de manera dolida —¿En algún momento te has puesto a pensar que yo también necesito de mi hijo? No te pido que seas devoto a mí, pero sí que de vez en cuando me des atención. Él la miró haciendo un gesto con la boca, p
═∘◦✧◦∘═El día de Cara no pudo haber empezado peor, había tenido una discusión con su novio de toda la vida, Walter. Por cuestiones de dinero, no había pagado la renta del departamento en donde vivían, y el casero les pidió que desalojaran.—El éxito de hoy te lo debo a ti —expresó Astrid, con una sonrisa, mientras miraba su laptop y con cara de ilusión agregó: —Tenemos pedidos, para unos dos meses, esto es simplemente magnífico. En el instante en el cual Cara iba a contestarle, su teléfono celular comenzó a sonar. No tuvo necesidad de mirar el identificador de llamadas, pues sabía que era Walter. —La persona es insistente —comentó Astrid, frunciendo el ceño. —Puede ser —se encogió de hombros—, realmente no me importa mucho. Puso el aparato encima del escritorio, pero después este comenzó de nuevo a sonar. “Número desconocido”.—Diga.—Buenas tardes, señorita Wanke le habla Carlos Rodríguez. Subgeren
═∘◦✧◦∘═Bastiaan Karagiannis, se aflojó el nudo de su corbata, mientras le daba un trago a su fino whisky. Estaba agotado, había pasado el día entre vuelos y reuniones. Cuatro inversionistas querían tener negocios con él. Parecían ser buenos en lo que hacía y sobre todo estables, pero solo una de ellas no le dio buena espina. Ernesto Samper, y su impaciente asistente Walter Johnson. Este último parecía ser de las personas que no les importaba hacer cualquier cosa por dinero. Sin embargo; iba a arriesgarse, porque Soluciones y Proyectos, Inc. Era la única de todas las empresas de las que había entrevistado, que por alguna extraña razón cumplía con los requisitos y normativas que solicitaba. Además, tenía un curriculum empresarial impecable, algo que le pareció completamente sospechoso. Cerró los ojos porque en ese instante la voz por los parlantes de su avión le indicaba que despegarían en cinco minutos.
═∘◦✧◦∘═Un silencio que pareció una eternidad se hizo presente. —Raissa fue a New York de compras, le alenté a que te diera una sorpresa —soltó una risita de niña traviesa—. Espero que hayan logrado verse, me gusta que te relaciones con ella. —¡Eres única, mamá! —exclamó exasperado— ¡Entre Raissa y yo no existe ninguna relación!—Por tu tono de voz, creo que te molestó mi comentario —la mujer inquirió de manera firme—. Sabes bien que no me importa, quiero que sientes cabeza de una vez por todas, y ver corriendo a mis nietos por toda la casa. —Eso será cuando llegue el momento, y yo decidiré con quién.—No me hables en ese tono, Bash —le regañó—. Recuerda que soy tu madre, y solo quiero lo mejor para ti. La familia Vlachos, es una de las más ricas e influyentes de Grecia.—¿Y crees que eso me importa? No me trates como a un chico, soy lo suficientemente mayor como para hacer mi propio dinero. —Soy tu madre, a