Gracias por leerme un besote fuerte....
═∘◦✧◦∘═—¿De verdad tienes que volver? La pregunta salió de la boca de Minerva con un toque de tristeza, mientras una de las chicas de le acomodaba la almohada en su gran cama. Apenas el día anterior había salido del hospital, aunque estaba de muy buen humor, todavía estaba convaleciente. —Sí, mamá —dijo Bastiaan con un suspiro—. Tengo que regresar a América, hay asuntos pendientes muy importantes para la empresa que he dejado a un lado por estar aquí contigo.Lo miró con un deje dolor, puesto que sus palabras se escucharon como si ella fuera un estorbo. Pero su hijo sabía que solo era la manipulación obrando en ella, ya que siempre le recordaba que la empresa era prioritaria. —Bash, solo han pasado tres semanas desde el accidente —hizo una pausa y continuó mirándolo de manera dolida —¿En algún momento te has puesto a pensar que yo también necesito de mi hijo? No te pido que seas devoto a mí, pero sí que de vez en cuando me des atención. Él la miró haciendo un gesto con la boca, p
═∘◦✧◦∘═La vida en Grecia era más simple, se dedicaba a trabajar desde su despacho por el día, almorzaba con Minerva, y por las tardes hacía un poco de ejercicio. A veces tomaba su moto acuática y se iba a al mar. Le gustaba la paz del lugar, pero extrañaba un poco a América, mirar desde el ventanal de su oficina la ciudad. La cual aparentaba ser tranquila, pero en el fondo era un caos completamente. Parado frente al mar, cerró los ojos por unos segundos, para respirar el olor a sal que provenía de este. «Hermoso lugar para disfrutarlo solo», se dijo. Sacudió la cabeza porque no sabía a qué se debía aquel pensamiento. Se dirigió hasta la casa, para darse una ducha y acompañar a su madre a tomar una taza de té. Aunque para él era un café bien cargado.Luego de unos minutos estaba saliendo de su habitación en busca de su madre, tomó el teléfono celular, para chequear algún mensaje. Frunció el ceño, ya que por la
═∘◦✧◦∘═¿Cómo había logrado escapar? Cara no lo sabía, solo le había comentado a Astrid que necesitaba ir por su documentación. No había cometido ningún delito y, por tanto, no estaba presa. Mientras su amiga estaba en la oficina, tomó su bolso de mano y llamó a un taxi.En ese momento se encontraba en la oficina con el número catorce para la entrega de su pasaporte, y con la reserva del boleto a Italia en la galería de su teléfono celular. Mientras estuvo ahí se debatió entre sí hacia lo correcto o no. Solo quería poner un poco de tiempo y distancia. Era la única manera de que Walter no le ocasionara más problemas.Suspiró al recordar que no vería más a Bastiaan, solo en sus sueños. En donde la hacía suspirar de placer entre sus brazos. «Solo estarás en mis sueños», se repetió una vez más. En menos de media hora ya tenía el documento en sus manos, una vez más tomó un taxi. Pero esa vez rumbo al aeropuerto, se
═∘◦✧◦∘═Un mes después…Bastiaan estaba poniendo el reloj en su muñeca, para luego salir de su habitación de la casa de Grecia, su madre lo miraba desde el marco con los brazos cruzados.—Ya cumpliste tu palabra, ya te vas, ¿no es así?—¡Por favor, mamá! —con los dedos se acarició el tabique, un gesto que hacía cuando estaba a punto de perder la paciencia—. Te dije que me quedaría un mes, cuando en realidad me he quedado casi dos meses.—Entiendo, pero esta es tu casa, y te vas prácticamente corriendo. Como si alguien te hubiera echado. Él se detuvo por unos segundo y tomó una respiración profunda, no quería hacer enfadar a su madre. Los exámenes que le habían hecho arrojaban un pequeño aneurisma que obstaculizaba una arteria y provocaba la poca oxigenación del cerebro. El doctor le indicó que su parte cognoscitiva podía verse afectada de manera inmediata y la parte motora con un poco de descoordinación. A eso t
═∘◦✧◦∘═Cara se encontraba en el salón de clases, aunque al principio se había sentido un poco desconcertada por no tener fluidez en el idioma italiano al conversarlo, se le hizo sencillo escribirlo. Ya que había pasado dos años utilizando una aplicación en su teléfono celular, había aprendido un poco de manera autodidacta. Agradeció por la presencia de Rafaela, una joven italiana que también estaba en clases con ella. Ella se había encargado de ayudarla en todo lo que necesitaba, incluso le consiguió un pequeño apartamento muy cerca de la zona universitaria y por un precio que para Cara fue imposible de rechazar. Estaba centrada en lo que quería y hacia donde iba, su sueño era alguna vez poder administrar su propio negocio. Inter diario se comunicaba con Astrid, y le recordaba que volvería y que por favor en lo laboral esperara por ella. Su amiga no podía negarse a tal petición, y le dijo que no se preocupara
═∘◦✧◦∘═Después de ponerse de acuerdo con Rafaela al lugar a donde irían y la hora, pasó primero por una tienda para comprarse algo de ropa que ponerse, ya que no había llevado equipaje, y todo lo iba comprando a medida que lo necesitase. La lección aprendida en Brookspringscon su casero, le hizo pagar por adelantado la renta y eso para Cara era un alivio. Puesto que solo se preocupa por algunos gastos, mínimos. Así que podía darse de vez en cuando un gusto, aunque lo que ella quería era conocer algunos lugares específicos de Italia. Por supuesto, la curiosidad creció por las recomendaciones de Bastiaan que incluso hasta se ofreció para ser su guía turístico si se lo permitía. Luego de una hora de dar vueltas por un centro comercial buscando algo adecuado, llegó a casa. Su castillo, como ella le decía. La paz que encontraba en esas cuatro paredes, al abrir la puerta, era indescriptible. Su apartamento er
═∘◦✧◦∘═Una de las razones por las cuales el comportamiento de Cara era un tanto tímido era por la barrera del idioma, a pesar de que ya lo dominaba bastante bien. Gracias a la fascinación por la lengua, como por Rafaela. Quien durante la primera semana le había servido de guía y traducción, la conexión entre ambas chicas fue inmediata. Pero no al nivel de Astrid, porque entre ellas, más que una amistad, era una hermandad sin lazos de sangre. —¡Qué bueno que viniste! —exclamó Rafaela, abrazándola y acompañada de dos de sus amigos. —Sí, aquí estoy —le respondió. —Estos son mis amigos: Dante, Marcelo y Josefina —soltó una risita—. Pero por cariño le decimos Chepina. Todos al parecer eran de su edad, y ella estaba bien con eso. —Soy Cara —dijo con voz suave, y les saludó con la mano.Aunque Rafaela hablaba muy rápido, típico de los italianos. Ella estaba orgullosa de haberle entendido perfectamente. Con un
═∘◦✧◦∘═—Bastiaan, no tienes que explicarme nada —trató de usar su voz más calmada—. Solo tenías que decirme que venías a Milán a verte con una chica. «Y la maldita casualidad de que es mi amiga», pensó y sin mirarlo dio la vuelta para seguir con su camino. —Es cierto, vine por una chica —Bastiaan le confirmó tomándola de la mano—, y esa eres tú. No entendía el porqué de aquellas palabras le desgarraban el corazón, al mismo tiempo que lo hacía palpitar con esperanza. Cerró los ojos, respiró profundo y con el torso de la mano se limpió las lágrimas. Agradeció que la luz de la calle era baja, no quería que la viera llorar. —Ya no importa, Bash —Cara se giró y se encogió de hombros soltando su mano.—¡Joder! —espetó furioso, encerrando su delicado rostro entre sus manos— ¿Crees que vine aquí por Rafaela? —pegó su frente a la suya, al mismo tiempo que la acariciaba con la nariz— ¿Crees que las veces que hemos