Michael estaba en su oficina observando por la ventana como la mujer que le robaba el aliento, estaba jugando con sus pequeños alumnos, en ese momento unos de los niños le dijeron algo al oído y ella frunció el entrecejo y se mordió el labio inferior, toda su atención recayó en su boca. Y qué boca tan hermosa. No podía decidir si esos labios gruesos, húmedos y deliciosos eran propios de un ángel o del diablo. Lady Theresa era una dama, una mujer decente, pero no había nada decente en esa boca lujuriosa ni en los pensamientos ardientes que le inspiraba.Esa última semana tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no cometer una nueva locura.Él cerró los ojos y su mente lo llevó a la imagen vivida de sí mismo tomándola entre sus brazos. Cuando sus deliciosas curvas se apretaban contra su cuerpo. Cuando sus labios se unieron a los de ella. Cálidos, suaves, con un sabor delicioso...— ¿Su Excelencia? — La voz de su sirviente lo sacó de sus húmedos pensamientos.— ¿Cuándo Coño va
Si no te ha sorprendido nada extraño durante el día, es que no ha habido día.John ArchibaldTheresa avanzaba por el camino empedrado sin decir ni una sola palabra, aún sentía unos celos inexplicables que la quemaban por dentro. Sus amigas también guardaron silencio, por lo que el trayecto al pueblo se hizo corto. Pasaron por delante de una pequeña pastelería y decidieron entrar y tomarse una taza de café.— ¿Te pasa algo tesoro, estás muy callada, pareces un poco molesta? — preguntó Rose mientras se sentaban en la mesa.— No estoy molesta, ¿de dónde sacas eso?— Desde que viste a Michael con su prometida, no has vuelto a sonreír y eso si es extraño — soltó Clarita sin rodeos.Los colores se le subieron al rostro de Theresa.— ¿Pero qué cosas dices Clara?... lo que haga el señor Asthon con su vida privada me importa lo más mínimo. —Dijo en tono cortante.— Tal vez lo imaginé... ¿Cómo se me puede ocurrir que tú estés celosa? — Dijo Clarita con falso arrepentimiento y mientras le guiñab
Todo el mundo tiene secretos. La única cuestión es encontrar donde están.Stieg LarssonCuando Theresa bajó a la fiesta se encontró con el salón de baile repleto de personas, se abrió paso a través de la muchedumbre y entró al enorme salón de baile. Estaba brillantemente iluminado por altos cirios de cera y el centelleo de las urnas de plata repletas de rosas de alabastro, cuyo suave aroma se mezclaba con el denso perfume usado por las damas. Aquel baile era una de las grandes celebraciones de la temporada social en Sussex. La condesa de Headfort había invitado a toda la crema y nata de la aristocracia inglesa que residía en aquel lugar.No transcurrió mucho tiempo antes de verse rodeada de algunos caballeros que conocía como a otros que no. Ser el centro de atención de esos hombres la hizo sentirse incómoda, aunque trató de disfrutar un poco de tales atenciones mientras les sonreía con gracia y trataba de disfrutar de su compañía.En lo que iba de noche, su hermano y su cuñada no hab
Lo siguió hasta el pabellón de baile. La música era una de sus melodías favoritas, se introdujeron en el grupo de baile. Por un momento se quedó helada, mientras los demás bailarines hacían los movimientos adecuados a su alrededor.La música se apoderó de ella. Comenzó a mover un pie, y después el otro, y de repente empezó a moverse con el cuerpo lleno de gozo, siguiendo a la perfección los pasos del baile.Cuando terminó aquella pieza estaba decidida a marcharse, pero el siguiente era una danza más lenta, majestuosa, y no pudo resistirse a girar alrededor del corpulento caballero que resultó ser un buen bailarín y ella le daba gracias al cielo, pues no había dado ni un solo paso equivocado. Después, la música se animó, y ella comenzó a bailar más deprisa, riéndose de alegría.Le faltaba el
No se puede ser amigo de una mujer cuando se puede ser su amante.Anónimo.Por fracciones de segundo, Theresa pensó en todos los problemas y consecuencias que ocurriría de aceptar la propuesta de Michael, pero miró sus hermosos ojos llenos de deseos, de un deseo que ella había despertado y supo que pasar una noche en sus brazos valía la pena soportar cualquier dificultad, aunque no podía ocultar su temor.— No sé si esto sea buena idea — le susurró sinceramente.— Confía en mí...Ella envolvió sus brazos alrededor de él y lo abrazó fuertemente. Michael hundió el rostro en su cabello mientras sus brazos se curvaban en su espalda. Luego la tomó de la mano y caminaron hacia la mansión.— ¿Para dónde vamos? —preguntó ella.— Para mi habitación.Ella apretó su mano en señal que estaba de acuerdo, entraron a la casa y subieron por la escalera de servicio, para que nadie pudiera verlos. Al llegar a la recámara, él le indicó a Theresa que entrara, luego cerró la puerta tras él. El aposento de
Theresa lo acarició a él, al igual que él había hecho antes. Exploró su torso desnudo. Deslizó las yemas de los dedos sobre la piel tersa y firme hasta encontrar los pezones planos y masculinos. Acarició uno con la yema del dedo, y la complació descubrir que se endurecía de deseo igual que los de ella. Hundió los dedos en el triángulo de vello rizado del centro de su pecho y siguió bajando hacia su estómago. Lo besó con suavidad el centro del pecho y, después, un pezón. Allí, lo acarició con la lengua, como él había hecho con anterioridad. Michael emitió un gruñido de placer y cerró los dedos en torno a los cabellos de Theresa. Ella siguió lamiéndolo con suavidad. Sonrió sobre su piel, excitada por la reacción de él, y se desplazó para acariciar el otro pezón. Lo torturó con la lengua, y disfrutó al oír sus jadeos. La amistad lo es todo. La amistad vale más que el talento. Vale más que el gobierno. La amistad vale casi tanto como la familia.Mario PuzoDespués que el hombre de sus sueños se marchara, Theresa aprovechó para darse un baño relajante, luego se puso un vestido de día de seda color ámbar y llevaba su hermosa melena oscura recogida en un moño muy elegante. Bajó a desayunar un poco preocupada por su doncella, la última vez que la había visto fue en la pista de baile, pero le pareció extraño no encontrarla en su habitación esperándola como siempre hacía cada mañana para asistirla en su aseo personal.Después de comer, fue en busca de Jenny a su habitación y tampoco estaba allí, y al parecer no había regresado a dormir, porque todo estaba en perfecto estado y no había rastro del disfraz que llevaba la noche anterior.> Se preguntó Theresa.Les preguntó a varios sirvientes de la casa si la habían visto, pero ninguno sabía nada, cuando salió al jardín ya estaba bCapítulo 18
A Michael se le tensó el músculo de la mandíbula.— Te conozco Samantha — dijo él, dándole la espalda — sé lo que pretendes, y si lo que deseas saber es si voy a continuar con ella, no es necesario que uses tus técnicas de persuasión conmigo... No voy a dejar a Theresa, no sé cómo haré y tampoco tengo muy claro las consecuencias que esto traerá... Pero si te soy sincero, no me interesa, lo único que me importa en este momento es ella, es la primera vez en muchos años que me siento vivo y que mi vida vuelve a tener algún sentido.Samantha guardó silencio unos segundos y luego dio un brinco y dijo:—Me has dejado anonadada, pensé que esto que tenías con la baronesa era algo sin importancia y temporal, pero me doy cuenta de que es algo más fuerte de lo que creí y no sabes cuánto me alegro —