Capítulo 8.

Megan.

Algo estaba mal en este beso.

No su técnica, porque la verdad su lengua hacía que los dedos de mis pies se enrroscaran, sino que de pronto sus labios comenzaron a sentirse... muy calientes.

Y no en el sentido divertido, sino en el sentido de que su temperatura corporal había aumentado drásticamente.

Separé mis labios de los suyos y él siguió mi cara.

-Espera, ¿Te encuentras bien? - Pregunté al ver que apretaba sus ojos con fuerza.

-Estoy... bien.

-No pareces estar bien. ¿Necesitas un doctor? Permíteme ir con el del pueblo, está a un par de mesas de aquí y...

-No. - Dijo tajantemente y yo di un respingo de la impresión. - Perdóname, quise decir que no es necesario. Estaré bien en un par de minutos.

Lo miré con incredulidad y me aclaré la garganta.

-Lo que tú digas. Como te decía, creo que... ¿Qué demonios?

Había alzado solo un poco la vista y de pronto vi algo que hizo que mi boca cayera al piso.

En la parte del salón en donde había ido a cobrar las apuestas, los ciudadanos del
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