Agatha miraba a Michaela hablar en voz baja con Peter, mientras ella sostenía una libreta en la mano con un lápiz y él su teléfono haciendo cuentas y dictándole cifras. Hablaban en voz muy baja, y no podía saber de qué trataba exactamente lo que hablaban, pero esto no le daba buena espina.
David llegó junto a Marissa y poco le prestó atención al par de jóvenes que algo planeaban, y caminó a ella dándole su saludo.
—Ten cuidado con esos –dijo Agatha mirando a su nieta de reojo. David miró también hacia ellos, pero al no ver nada sospechoso, se giró a su abuela—. Algo planean –siguió la anciana.
—Abue, son chicos; los chicos siempre están planeando algo. Sus ojos se fueron tras Marissa que caminaba hacia las escaleras quitándose el abrigo que tenía, y el movimiento fue tan sensual, q
David miró hacia la cocina cuando escuchó la gritería de las mujeres allá, pero como en vez de correr en todas direcciones se abrazaban y saltaban, no les prestó mucha atención.—¿Call of Duty o Grand Theft Auto? –preguntó mirando a Maurice y a Daniel.—Super Mario –contestó Peter sonriendo.—No te convidé a ti –pero a pesar de decir eso, terminó aceptando su sugerencia.La velada se fue pasando muy animadamente, y todos comieron de las montañas de comida que habían traído Daniel y Maurice.Agatha sonrió mirándolos a todos. Maurice tenía una sonrisa en sus ojos más que en su rostro, y a cada momento se giraba para comprobar dónde estaban su mujer o su hijo en caso de que los perdiera de vista. Él estaba bien ahora. Se había preocupado mucho cuando se separó
Maurice abrazaba a Agatha, y nada que la soltaba. Tenía su cabeza apoyada en el hombro de la anciana y ella le paseaba la mano por la espalda.—Estoy bien, estoy bien –le decía, pero al parecer, no era suficiente; él no la soltaba—. Tu mujer se va a poner celosa—. Eso lo hizo reír, y al levantar la cabeza, le vio los ojos húmedos—. Niño tonto, ¿acaso me he muerto?—Si no te cuidas, morirás, y no me verás llorarte.—No me voy a morir.—¿Qué voy a hacer si algo te pasa, ah? ¿Eres mi madre, se te olvida? –Agatha le puso una arrugada mano sobre la barba y sonrió.—Gracias por dejarme cuidar de ti.—No. No digas esas cosas feas. Suenan a despedida –dijo él volviendo a enterrar su cabeza en el hombro de Agatha, y ella miró al techo suspirando.—Tranquilo, tranq
—¿Qué sucede? –le preguntó Stephen a Maurice al verlo pasearse de un lado a otro en su oficina—. ¿Todo marcha bien?—No –le contestó Maurice—. No lo sé. Abigail…—¿Qué pasa con Abigail?—No contesta el teléfono –Stephen se echó a reír.—Vamos, ¿no estás un poco paranoico?—No, no es paranoia… Ya llamé… y a todos; no está con ninguno.—¿Salió sola de casa? –preguntó Stephen preocupándose.—Ella nunca sale sola de casa, sabe que no debe hacerlo. Siempre lleva consigo parte del personal…—Señor –le interrumpió su secretario luego de tocar un par de veces—. Hay… una joven que solicita hablarle.—Soy yo, señor –dij
Maurice hizo una fuerte inspiración. Todo su cuerpo estaba en tensión desde que comprendió que su mujer había sido raptada, sus puños se apretaban con fervientes deseos de romper cosas, o golpear suegros.—Intenta calmarte –le dijo Daniel poniéndole una mano en el hombro—. Es difícil, lo sé. Me pongo en tu lugar y sé que es difícil… pero debes mantener la cabeza fría hoy más que nunca—. Maurice asintió sin mirar a su primo, y Daniel dejó salir el aire sin agregar nada más.Se habían metido con lo más sagrado para él, con lo más hermoso y valioso que tenía en su vida. El sólo pensar que Abigail debía estar sintiendo miedo, o que Samuel tal vez estaba llorando asustado, le hacía enervarse de una manera peligrosa. Pero Daniel tenía razón, debía mantener la cabeza
—¿Te apetece algo de tomar?—No gracias. ¿Me llevas a su habitación, por favor?—Dime una cosa, Ramsay –dijo Arnold caminando hacia una sala, y Maurice lo siguió—. ¿Por qué te casaste con mi hija? ¿Por qué ella? Dios sabe que no es la chica más lista de todas… —Maurice apretó los dientes al oír aquello—, incluso –siguió Arnold elevando sus cejas en un gesto de pesar—, a estas alturas debiste haberte dado cuenta de que… tiene cierto retardo…Maurice tuvo que morderse la lengua para no contestarle, y giró el rostro para tampoco tener que verlo. Intentó adivinar la disposición de las habitaciones arriba. Según lo que le había contado Abigail, su habitación daba al jardín trasero, pero nada garantizaba que ella estuviese otra vez allí.—&iexc
Abigail le daba de comer a Samuel mientras pensaba, pensaba y pensaba. Estaba exprimiendo su cerebro, y estaba segura de que, de no hallar una solución pronto, sus neuronas terminarían fundidas.Necesitaba escapar, necesitaba salir de aquí. ¿Pero, cómo?Miró a su hijo pegado a su pecho, alimentándose tranquilamente, con un pañal seco y ropa limpia. Era todo lo que un bebé necesitaba, y sonrió acariciando su suave cabello negro.Minutos después su hijo quedó satisfecho y se separó de ella con sus ojitos entreabiertos y una expresión de complacencia. Una gota de leche se había quedado en su labio inferior y ella lo secó con ternura.—Tenemos que salir de aquí –dijo, acomodándoselo sobre el pecho y dándole palmaditas en la espalda con suavidad.Caminó al ventanal y miró hacia abajo
—Tienes el cúbito levemente fisurado –dijo el médico señalándole la radiografía a contraluz donde se veía el hueso con una fina línea a un lado—. No es grave; la fisura es sólo de unos milímetros, pero deberás mantener tu brazo inmovilizado por un tiempo.Maurice dejó salir el aire sentado en la camilla, con el brazo envuelto en una férula y cabestrillo, y mirando al médico con cara de pocos amigos, pero no dijo nada al sentir la suave mano de Abigail en su cabello. No se había separado de él en ningún momento, y estaba aquí brindándole su consoladora presencia mientras el médico le daba instrucciones.Luego de haberla revisado a ella y a Samuel y comprobar que ambos estaban en perfecto estado, le habían confiado el niño a Agatha, que gustosa lo recibió y se fue con Michaela y Peter a l
En los siguientes días, Maurice estuvo permanentemente en casa debido a, además de la recomendación del médico, la insistencia de Stephen, y afortunadamente, fue dócil esta vez e hizo caso.La recuperación, sin embargo, fue rápida, y Maurice usó todo ese tiempo para estar con su hijo casi las veinticuatro horas del día.Los rumores de lo que había pasado en la casa Livingstone fueron inevitables en los círculos sociales en los que éstos se desenvolvían, y cuando además se enteraron de que Theresa había abandonado a su marido en favor de su médico personal, fue peor.Sin embargo, Abigail parecía inmune a los comentarios. Tal vez porque su círculo inmediato de amigos no le prestaba atención a nada de eso y sabían la verdad.Pasadas unas cuantas semanas, Maurice fue liberado de su férula, y ahora asi