Capítulo 59

—Volvamos a casa, los niños deben de estar cansados. —ambos adultos se pararon de su sitio, llamando a los niños que entre risas tomaron la mano de su madre.

Gean y Giana volvieron su vista al mismo tiempo en dirección a un auto negro, estacionado no muy lejos de ellos, los vidrios negros no permitían ver a la o las personas dentro de dicho vehículo, pero los más pequeños no presentían nada bueno. Tomaron con más fuerza la mano suave de su madre, que los volteó a ver en cuanto sintió la presión de las manitos de sus hijos en sus manos.

Henry caminaba de un lado a otro, nervioso miraba el reloj en su muñeca cada minuto, sintiendo su corazón latir con fuerza en su interior, el sonido rebotaba en sus oídos sin permitirle oír sus pensamientos. Lorenzo volvió a su amigo a tierra sosteniendo sus hombros, mirando a los ojos azules que parecían no encontrar un punto fijo que mirar.

—Necesitas sentarte un momento, ya estás comenzando a sudar.

—¿Entiendes que la veré otra vez? ¿Qué se supon
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