En cuanto Layla cerró la computadora, su celular sonó.
Al ver el nombre en la pantalla maldijo por lo bajo, su plan se había complicado un poco y lo que menos necesitaba en esos momentos era que su suegra la llamase. Apoyó su cabeza en el asiento, con sus ojos cerrados atendió.—¿Hola? —habló.—Pasa por casa temprano, tenemos que comprobar todo para la fiesta de mañana. —Layla se sentó recta de golpe.Había olvidado la maldita fiesta de cumpleaños, sus ojos miraron a su primo, llorosos, lo que menos quería Layla era salir a planear cosas con esa gente. Lo peor de todo era que debía de felicitar y ver que todo salga perfecto para una de las tantas personas que arruinaron su vida, fingiendo una voz alegre contestó:—Claro, nos vemos en un rato.La rubia colgó la llamada, Matías, con mucho cuidado de no despertar a su bebé, lo metió en su sillita. En cuanto su esposa se sentó en la parte trasera junto a su hijo el hombre tomó su puHenry no podía apartar la mirada de la mujer frente a él, tal vez había bebido demasiado vino, la luz de las velas le estaban jugando en contra, veía a su esposa de una manera diferente, las largas pestañas oscuras se movían con lentitud, las mejillas blancas se encontraban en color carmesí, sus ojos se habían vuelto pequeños gracias al alcohol y su respiración era pesada. Layla, por su parte, veía a su esposo como aquél niño del que estuvo enamorada, lo dulce y amable de su voz, su graciosa forma de buscar hacerla reír, su peculiar forma de referirse a las frutas como algo de otro mundo. La rubia se había quedado con esos bonitos recuerdos en su mente, esa persona había desaparecido pero gracias al alcohol en su sistema él aún vivía en su interior, y lo tenía frente a ella. El primero en dar un pasó fue Henry, el hombre la tomó con cuidado en sus brazos, sus ojos se encontraron y con lentitud la distancia se fue acortando, Henry probó los labios ajenos, eran suaves como u
Después de una ducha de agua fría y vestirse con su ropa cómoda salió del baño, caminó con sigilo hasta la habitación que compartía con su esposo, al ver el cuarto vacio dejó ir un suspiro de alivio. Se vistió con ropa comoda y peinó su cabello rubio con delicadeza, al observarse en el espejo mientras se cepillaba pudo notar una pequeña marca roja en su blanco cuello, no se había dado cuenta de tal cosa a la hora de darse un baño pero, ahora lo podía ver claramente.—Maldita sea.—susurra con nerviosismo. Lo menos que quería era tener un chupetón como ese en un lugar tan visible.—hoy es la fiesta de cumpleaños de ese anciano y yo con esta cosa en mi piel.Abrió uno de los cajones de la mesa de noche a un lado de la cama, para ser más específicos en el lado derecho. Tomó el paquete azul que contenía la crema que necesitaba para aclarar la marca molesta en su cuello pero, al tomar la caja en sus manos una foto llamó su atención, esa cara le parecía conocida, la sonri
Jackson se acercó a aquella rubia que con sus bonitos ojos buscaba una rápida salida para alejarse de la persona con la que se encontraba hablando. Sin quererlo escuchó las palabras de la anciana que, aunque trataba de usar un tono bajo de voz, no logró su cometido pues, no solo Jackson se había vuelto en su dirección, varias miradas lo hicieron y cuchicheos se oyeron. Layla no esperaba demasiado de su indiferente familia, pero su abuela había comenzado a enloquecer al no oír la respuesta que esperaba por parte de la joven, los padres de su esposo se acercaron a ella y de forma algo brusca su suegra la jaló del brazo.—¿No estás en cinta?— Sus ojos serios y fríos la miraban fijo, si su boca soltaba la respuesta que la mujer no deseaba escuchar lo más probable sería que la colgarían ahí mismo.—No.Una respuesta que salió por si sola, Layla fue arrastrada con furia del brazo hasta la vacía cocina, detrás de ellas venía media familia, la rubia lo q
Layla se soltó del agarre de Jackson mirándolo con el ceño fruncido, el castaño agachó la mirada, si la rubia se enojaba con su persona tenía toda la razón, acababa de ser un completo idiota, sin darse cuenta, creyendo que sería una simple broma había, tal vez, herido sus sentimientos. Jackson no pensó en que sería incómoda para Layla la situación, él no tenía idea de hasta donde llegaba la cercanía con su esposo, pero estaba seguro de que sabía que Lucille no era nada más que una simple amiga. Los ojos negros no lograban ocultar sus sentimientos por completo, Jackson pudo notar el cambio en ellos al ver a la bella castaña que se encontraba con Henry, varias emociones se encontraban revueltos en ellos. Hasta ese momento Layla trató de respirar con calma, no podía flaquear en esos momentos, debía cerrar su corazón y apagar la parte de su cerebro que provocaba tales emociones confusas en su interior. Henry observó como su esposa desaparecía de su vista, siendo arrastrada por
—Tu esposa fue capaz de drogar a su propio hijo—Henry se sentó junto a su padre, sin poder creer la información que sus mucamas le habían dado. —Si no fuera por las cámaras de vigilancia que captaron sus actos, — su padre miraba a su alrededor con preocupación, nervioso. —me cuesta creerlo pero, viendo todo lo que han estado haciendo últimamente no es para nada extraño. —No se de que lo que estás hablando, hijo. —el hombre volvió su vista al libro en sus manos, tratando de quedar fuera de ese asunto entre su esposa e hijo. —Tú sabes muy bien de lo que estoy hablando, ella puso drogas en aquella cena haciendo que...que no pensara. —habla con seriedad, recordando la noche con su esposa. —Tu madre solo quiere que tengan una mejor relación con Layla. —Henry estaba aguantando las ganas de lanzar todo lejos, cada día toleraba menos el comportamiento desinteresasado que su padre mostraba. —Ella y todos ustedes lo único que quieren es dinero, que no d
El día del encuentro llegó, los esposos no habían vuelto a hablar luego de la fiesta de cumpleaños del abuelo, Layla no contestaba a las llamadas de Henry, mucho menos leía o respondía a sus mensajes. Henry quería explicar lo que había pasado esa noche, que todo había sido un accidente, que su madre los había drogado de una forma de no creer, el castaño estaba desesperado por verla, pero no encontraba oportunidad, era como si el destino se empeñara en arruinar sus encuentros. Lo maximo que había llegado a ver de su esposa en los ultimos días era su bella y pefecta espalda que era cubierta por la puerta principal siendo cerrada con fuerza, cada que salian llegaban en destiempo, no lograban coincidir para lograr dar su explicación.Bastante cansado se sentó en una de las sillas de la gran mesa de la sala de reuniones de su nueva compañia, mirando el reloj que no parecía correr los minutos, Henry creía que desde hace veinte minutos que el reloj se detuvo en las catorce con cua
Henry se pasó las manos por su rostro con frustración, no lograba concentrarse, tenía la imagen de su esposa en la cabeza, las palabras tan extrañas que sus labios soltaron, de solo imaginar no volver a verla su corazón dolía, sentía una opresión en el pecho que le dificultaba respirar, nunca se había sentido así, esperaba verla todos los días, por las mañanas se levantaba temprano para encontrarse con ella en el pasillo, trataba de sacar conversación a la hora del almuerzo cuando se reunian con los demás socios y empleados de su empresa, pero no había forma de hacer que Layla le prestara de su atención fuera de horario laboral y él se sentía invisible, por primera vez en sus casi veinticinco años de vida, se sentía invisible. Lorenzo se sentó justo frente a él, bebiendo un té de color verde que a simple vista a Henry le causaba nauseas, pero a su mejor amigo parecía gustarle de forma increible. El chico de mirada brillante y alegre sonrió de lado, entregando un sobre a su
Layla despertó luego de dormir tres horas, había llegado tarde a casa la noche anterior y demasiado cansada, pero todo eso había pasado a segundo plano cuando vió a su esposo, se sentía horrible al casi besarlo, odiaba que Henry se adueñara de sus emociones de aquella forma, de sus acciones como esa noche, odiaba que la mirara de esa forma dulce a la que no estaba acostumbrada, odiaba que su tonto corazón bombeara a lo loco de solo recodar lo cerca que habían estado, pensó en lo que pudo haber pasado si el anciano de los Harper no hubiera estado ahí, lo que hubieran hecho si nadie los interrumpia.-Debo estar loca.Se levanta con peresa, algo mareada, dormir poco en pleno trabajo pesado no era algo bueno. Tenían que presentar este proyecto antes de un mes y solo tenía una oportunidad, no podía darse el lujo de tener distracciones en esos momentos, estaba cerca de graduarse y cumplir con su objetivo de tomar todo de su familia y los Harper, ahora no era momento para