Unos cuantos días transcurrieron, y a pesar de los avances en la investigación, las cosas en H&H no volvían del todo a la normalidad. Hugh asistió a las diferentes citaciones que se le hicieron por parte de la fiscalía, y a través de sus abogados se enteró del testimonio que estaba dando la contraparte.
El director del laboratorio, que había sido capturado y ahora estaba siendo interrogado, quiso implicar a Hugh haciendo ver que éste estaba no sólo enterado del almacenaje del material inflamable que causó la explosión en las bodegas, sino que además lo había autorizado, pero cuando quiso mostrar sus pruebas, estas fueron invalidadas por el equipo legal de Hugh.
Los medios volvieron a hacer un carnaval de noticias basados en la increíble historia de Hamilton & Hamilton. Las acciones empezaron entonces a sufrir un sube y baja en su valor, todo parecía i
—¿QUÉEE? –gritaron David, Daniel y Maurice al tiempo. Peter no gritó, sólo la miró con ojos entrecerrados, pareciendo muy concentrado en algo.—De ningún modo –siguió gritando David—. Tú no vas a hacer nada, ¿me oíste? ¡NADA! ¡Lo que debiste hacer fue llamar inmediatamente a la policía para capturar a ese malnacido!—¡No habría funcionado! –gritó a su vez Michaela—. Para cuando la policía llegara, ¡él ya se habría ido!—Maldito hijo de perra, ¡¿qué quiere con mi familia?!—¿Por qué aceptaste hacerlo? –le preguntó Maurice con reproche—. ¿Por qué te pusiste a ti misma en esa situación?—Porque supe en ese instante que ese loco demente no me dejaría en paz, ni
La calle estaba un poco desierta. Había muy pocos árboles, y éstos estaban desnudos. Las bolsas de basura competían con los rastrojos, escombros y otros desechos por el espacio. También olía bastante mal.Caminó a paso lento. A pesar de que sabía que no estaba sola, que en por lo menos dos ventanas y una azotea había dispuesto un tirador, no podía evitar sentir cierto temor. Esperaba que fuera la última vez en su vida en la que se viera envuelta en una situación como ésta. De aquí en adelante, planeaba hacer todas sus cosas dentro del marco de lo ético y lo legal. Había aprendido su lección.—No te preocupes por el aspecto de todo –dijo el capitán a través de su intercomunicador—. El área está asegurada. Incluso ese indigente que busca ahora en la basura es de los nuestros –Michaela se giró a m
David bajó de su auto nuevo y entró a la comisaría de policía donde estaba detenido Viktor y esperaba su sentencia para ser trasladado a una penitenciaría. Su juicio no tardaría mucho, pero mientras, estaba aquí.Saludó al capitán, y éste lo condujo a la celda donde se hallaba Viktor encerrado. No era más que un cubículo de concreto donde a duras penas cabían un catre en el que estaba él sentado, y un váter. El capitán abrió la puerta de la reja y David la traspasó mirándolo fijamente. Al verlo, Viktor sonrió.—Vaya, mira quién vino. Y hasta te permiten entrar a mi celda y todo.—Compórtate –le dijo el capitán, y David no supo si se lo decía a Viktor o a él. Quedaron solos y David permaneció cerca de la puerta, no fuera a ser que, si se acercaba un poc
En los días siguientes, otra vez Hugh estuvo por mucho tiempo en los tribunales, pero esta vez no para ser interrogado, sino como espectador. Uno tras otro los cabecillas fueron cayendo, y Hugh se sorprendió al ver que el jefe de todos era uno de sus socios accionistas. Al parecer, no sólo tenía en sus planes apoderarse de H&H, sino de muchas otras empresas.Sin embargo, y a pesar de lo escandaloso que todo parecía, esta vez los medios se mantuvieron al margen, ya que este personaje en particular tenía relación de sangre con un senador.Una noche llegó David a casa cansado, aunque bastante aliviado porque todo prometía, y en el futuro, la empresa para la que trabajaba y que tantos dolores de cabeza le había provocado, se restablecería; con tiempo, paciencia y trabajo duro, pero volvería a la normalidad.Al verlo, Michaela se le acercó de inmediato.
Al interior de la oficina, David estaba en el mismo sitio y con la misma expresión de antes. Las palabras de Diana no habían hecho sino poner el dedo en la llaga. ¡Cómo quería creer él eso! ¿Acaso por qué había soñado casi cada noche con que ella nunca se había ido?, ¿que de verdad lo amaba?Se sentó en el sofá que Diana había dejado libre y trató de sacudirse la melancolía. Miró a su escritorio tratando de volver a la realidad, pero el escuchar que ella llamaba a su amiga para preguntar por él lo confundía y lo llenaba de esperanza.¿Tan idiota era? Ella lo había rebajado y humillado de tal manera que no debía ya ni dedicarle un pensamiento. Su cerebro parecía ignorar voluntariamente y por momentos que ella había sido cruel cuando le había terminado.Los seres humanos p
Fue un día largo, esperando la llamada del capitán Morris, pero pasó el mediodía, la tarde, llegó la noche y no llamó.No se había podido concentrar en el trabajo, su mente era un caos. Por un lado, estaba disgustado consigo mismo por tan sólo permitirse tener una esperanza. Podía ser que todo fuera una coincidencia, y su relación estaba realmente muerta. Podía ser que todo era producto de su necesidad de justificarla, y su enfermiza obsesión por regresar con ella. Su boca no lo decía, se mostraba disgustado cuando la mencionaba, pero en su corazón no hacía sino pensar en ella, pensar en esa época en que ambos eran felices, compatibles, amigos… y amantes.Estaba enfrentando a una Marissa egoísta y supremamente cruel, que incluso ahora se estaba viendo con otro hombre, contra una Marissa buena que lo había amado. Pero como la segunda era l
Al mediodía, David salió como era su costumbre para ir a almorzar. A veces lo hacía con Hugh o con otros compañeros, pero esta vez se encontró con Johanna Donnelly, su antigua vecina y ahora esposa de Simon, en la recepción. Al verlo, ella lo llamó en voz alta, y él le sonrió sorprendido de verla allí.—¿A qué debo esta agradable sorpresa? –le preguntó a la vez que se le acercaba y le daba un beso en la mejilla.—Vine a invitarte a comer.—Qué honor –sonrió David—. Ahora que eres rica, puedes invitar a tus amigos pobres.—Tú ya no eres tan pobre –bromeó ella—. Por allí escuché que Hugh Hamilton te tiene en muy alta estima, y ahora habitas una casa grande y hermosa, y hasta tienes auto.—Beneficios del trabajo duro.—Sí, ya veo –David
—Entonces, tu hermana estuvo secuestrada. Pobre Mikki.—Sí, y fue ese desgraciado, que, aunque ya está encerrado… siento que no soy libre de él aún.—Te comprendo.—Tal vez en esos días… con todo ese embrollo, yo fui incapaz de ver los cambios en ella. A mi alrededor no había sino problemas, conflictos. Tal vez abusé de su paciencia. Una novia, se supone, no es para cargarla con más problemas…—Te dejó ella solo durante ese asunto? –David miró lejos. No, Marissa había estado con él siempre. Fue con él hasta el aeropuerto; cansada como estaba, estuvo dispuesta a seguir investigando con él hasta el amanecer. Lo impulsó a dormir cuando no pudo, y estuvo a su lado en todo momento.—No –admitió él—. Siempre estuvo a mi lado.—¿Se enfrió