Inicio / Acción / Dulce Accidente / Capítulo 2: El trato
Capítulo 2: El trato

Poco a poco empezó a recuperar la conciencia, donde primero percibió la suavidad de la superficie donde estaba, abriendo de forma lenta sus ojos y sentarse. Cuando despertó por completo se alertó mirando a su alrededor mientras se preguntaba: ¿dónde estaba?, esa habitación se veía demasiado lujosa… en eso recordó lo sucedido y se puso alerta, donde ahora notaba que le habían quitado su disfraz y cambiado de ropa, algo que la hizo sentir un poco incomoda, aunque luego pensaría en eso ahora lo importante era escapar.

Busco levantarse de la cama para observar con detalle la habitación en la que se encontraba: era un lugar ridículamente grande, con adornos algo exagerados, la cama donde habia estado acostada tenía sabanas color naranja pálido y almohadas blancas, la cabecera era de roble oscuro, habían mesas de noche a cada lado de ella, tenía una gran ventana con cortinas blancas y poseía un balcón el cual estaba adornado con rosas de diversos colores, había un par de sofás, un gran televisor, una chimenea, un escritorio y la habitación tenía 3 puertas: una del baño, otra era un armario y la última daba a un pasillo muy largo.

Al pasar junto a un espejo se asustó y se enojó un poco: le habían quitado la peluca y los lentes de contacto, pero lo que más le enojaba es que le habían colocado un vestido color lila pegado el cual tenía un muy pronunciado escote en V y para llamar más la atención en ese lugar en medio de su busto había una flor de adorno… O si… juraría que luego mataría al idiota que le puso eso, pero primero debía saber dónde estaba por que la habitación no le brindaba mucha información, con cuidado salió de ese lugar, buscando evitar a la gente que pasaba a veces por los pasillos, noto que estos llevaban trajes o ropas que acostumbra la servidumbre.

Empezo a andar con cuidado por el lugar buscando ubicare un poco o encontrar un lugar que conectara con el exterior de esa ¿casa?, después de un rato encontró la salida y ahora se ubicaba en un enorme jardín el cual era conformado por muchos árboles de diversas formas, rosales, fuentes y varios lugares de descanso los cuales la mayoría estaban ubicados debajo de los árboles grandes del lugar dándole una apariencia de jardín de cuento de hadas que enmarca esa hermosa mansion en la que se encontraba que tenía un ligero aire a castillo antiguo.

Al ver eso confirmaba el hecho de que habia sido capturada, pero esa situacion no duraría mucho ya que aprovecharía el descuido de sus captores que la dejaron sin vigilancia, en eso empezo a andar por el lugar cuidando de no ser vista para encontrar la salida e igual vio que habia una cochera abierta donde estaban los autos que había en la casa. En esta se podían apreciar automóviles que variaban en estilos y costos, al acercarse noto que todos los vehículos tenían la llave puesta y estaban listos para ser usados porque contaban con el tanque lleno por lo cual era una invitación fácil a ser tomados en esos momentos. Sonrió para sí, en verdad que eran muy confiados esos sujetos, algo que agradecía por lo que se dispuso a abrir la puerta del que tenía más cerca, cuando empezó a escuchar unos pasos.

Se escondió rápidamente, notando que eran varios sujetos vestidos de traje que parecían estar buscando algo… lo sabía debía apurarse, sin pensarlo mucho volvió a salir de su escondite lista para tomar un automóvil y largarse de ese lugar, pero al momento de abrir la puerta sintió como alguien le colocaba algo en sus hombros, al girarse rápidamente lo volvió a ver: su presa estaba frente a ella con una sonrisa divertida en los labios, al mirarse de reojo noto que este le había colocado su saco.

- Sabes, me sorprendes… no pensé que te gustara pasearte con un atuendo así – dijo el castaño con algo de burla señalando el pecho parcialmente descubierto de la pelinegra.

- … - ante eso a la chica le salió un tic en su ojo izquierdo, busco por inercia taparse con el saco mientras le miraba con odio… obvio que odiaba esas ropas demasiado reveladoras, pero en ese momento priorizo escaparse.

- Perdón, creo que no debí decir eso – hablo de forma divertida mientras colocaba sus manos en los bolsillos de su pantalón – bueno ahora se buena y regresemos a la habitación – le indico mientras le extendía la mano.

 - … - ah no... primero muerta, se dijo mentalmente la pelinegra mientras apartaba la mano del castaño con brusquedad – yo no recibo ordenes tuyas – hablo de forma seria.

- Puede ser, pero creo que esta vez harás una excepción – dijo mientras alzaba los hombros y se movía ligeramente a la derecha revelando que detrás suyo, sobre el techo de uno de los automóviles, estaba una jaula de oro que tenía a un pequeño canario y un puerco espín.

Kyomi abrió ligeramente los ojos de la impresión para luego mirar con enojo al castaño, tenia a sus mascotas, mientras él seguía con su mano extendida, pero ella le vio de reojo para luego con paso decidido camino hacia su dirección, pero paso a su lado para poder tomar la jaula y recuperar a sus amigos.

- Deja te ayudo – le dijo el castaño quitándole la jaula mientras que la tomaba de una mano para que ambos volvieran entrar a la casa.

Caminaron con lentitud y tranquilidad La regreso nuevamente a la misma habitación y al ingresar vio como el castaño cerraba la puerta con llave… bueno aun le quedaba la ventana para escapar o simplemente le quitaría las llaves.

- Bueno ahora si podemos hablar de forma calmada, no crees Kyomi – comento alegre le castaño.

- … - Kyomi en ese momento se sorprendió, como es que sabía su nombre real, si en su equipaje tenía documentos falsos y en ninguno estaba su nombre.

- Si te preguntas como es que se tu verdadera identidad, es porque su organización subestima la red de información de la familia – comento mientras se aflojaba su corbata y se quitaba su reloj, colocándolo sobre el escritorio.

- Entonces, ¿cuáles son tus planes? – le pregunto molesta, ya no que lo notaba había algo extraño en todo esto.

- Muy astuta, bueno como sabes ya que fallaste en tu misión, para tu organización: tú ya debes estar muerta – hablo de forma tranquila, mientras se recargaba sobre su escritorio y miraba a ver a los ojos a la chica.

- Eso ya lo sé e igual debería estar muerta porque atente contra tu vida – opino Kyomi.

- Tal vez, pero contigo hare una excepción ya que eres más útil viva que muerta – hablo mientras sonreía de lado.

- No trabajare para ti – declaro con enojo.

- Yo creo que debes reconsiderarlo, ya que en este punto solo tienes dos opciones – hablo mientras empezaba a caminar a paso lento hacia ella.

- ¿Y qué te hace pensar que aceptare? – le desafío.

- Tienes carácter, eso me gusta – dijo pasando a su lado mientras se dirigía a la cama para sacar una caja de madera de una de las mesitas de noche – cierto, te debes preguntar ¿porque si fallaste yo no te he matado? – siguió hablando mirándola a ver – digamos que me gustaste, tu fuerza, inteligencia y belleza es algo que me gusta en una mujer – hizo una pausa un momento para seguir hablando – además ayer, tuviste la oportunidad de dejarme morir a manos de ese otro sujeto, pero me defendiste…

- Yo solo acabe con ese sujeto porque tú eres mi presa y solo yo puedo matarte – le interrumpió Kyomi.

- Cierto, pero a diferencia de los demás asesinos que han tratado de matarme o se infiltraban en la familia, ellos se desviaban de su misión y mataban a gente inocente – dijo con enojo el castaño mientras recordaba todas las muertes innecesarias que ocurrieron por su culpa, ya que los enemigos que iban por su cabeza al no conseguir su objetivo se giraban contra el primero que apareciera.

- Yo tengo mis propias reglas, solo voy por mi presa – dijo de forma seria Kyoya.

- Esa determinación y sentido de justicia me gusta – continuo hablando el castaño – por ello en vez de matarte preferí traerte a la mansión principal, conozco su regla estricta de cero fracaso, por ello mande a un señuelo que se hizo pasar por ti para revisar el lugar donde te estabas alojando – explico – por ello logramos traer a tus mascotas – dijo señalando la jaula que había dejado igual sobre el escritorio – lo demás lo dejamos para que cuando mandaran a matarte nadie sospechara la verdad.

- Porque te tomas tantas molestias, dime ¿qué ganas con hacer eso? – hablo enojada, ya se había fastidiado de escucharle hablar.

- No te desesperes – le contesto mientras abría la caja ante sus ojos y revelaba un brazalete de plata con algunas púas y el emblema de la familia y una amatista en el centro – actualmente tu estas muerta para la sociedad, ahora eres mía por lo cual te ofrezco dos opciones de vida – hablo mientras sonreía de lado mientras sacaba el brazalete de su caja – trabaja para mí o cásate conmigo y dame un hijo.

- ¿Y si no escojo ninguna? – le respondió mientras alzaba una ceja y se cruzaba de brazos ya que cada opción sonaba tan irreal y estúpida.

- Solo tienes esas, ya que no planeo matarte, la tercera sería dejarte encerrada en el calabozo sin poder ver la luz del día, pero lo veo un desperdicio – dijo mientras miraba de arriba abajo a la pelinegra.

- Si escojo trabajar para ti, ¿qué te garantiza que no escapare? – le reto.

- Aceptes alguna de las opciones, debes ponerte este brazalete – dijo mientras extendía su mano para hacer que ella tomara el brazalete.

- ¿Y si me opongo?

- Simplemente te lo pondré a la fuerza – comento notando como la chica lo miraba con enojo y tomaba el brazalete para observarlo.

- ¿Y que pasa si decido escapar?

- Me veré en la obligación de ir por ti e igual deberé imponerte un castigo.

- Eh… eso suena prometedor – comento con arrogancia la chica sonriendo de lado.

- Sé que te gusta pelear con sujetos fuertes y La Cosa Nostra tiene muchos enemigos, por eso preferí conservarte con vida – comento – trabajaras para mí, tendrás la libertad de movimiento, los recursos que desees y solo yo podre ordenarte ya que te convertirás en uno de mis guardianes, pero en el momento que vea que me traicionas – hablo de forma seria mientras caminaba para quedar parado frente a la chica – tu libertad y beneficios se terminaran y te volverás mi esclava personal – le dijo mientras la sujetaba de la cintura y una sonrisa sádica se dibujaba en su rostro.

- … - Kyomi solo lo miraba con enojo, aunque odiaba la situación sabía que tenía razón… ahora para la sociedad estaba muerta y él la tenía acorralada, todas las opciones las detestaba… pero le estaba ofreciendo seguir peleando contra sujetos fuertes… tal vez nunca pensó en la mafia como una opción, pero era lo único que le quedaba porque ni de broma consideraría la otra opción.

- Entonces, ¿serás mi guardiana o mi esposa? – le volvió a preguntar el castaño.

- Seré tu guardiana, pero no te confíes que aun deseo matarte – le contesto mientras ella sonreía de lado y hacía que la soltara de su agarre.

- Perfecto – dijo colocándole el brazalete en su muñeca izquierda – tranquila, esto solo demuestra que eres uno de mis guardianes, es un simple accesorio – comento imaginando lo que pensaba la pelinegra – bueno sé que sabes mi nombre pero deja presentarte correctamente: me llamo Antonio Della Rovere – comento haciendo una ligera reverencia mientras tomaba la mano izquierda de ella y le daba un beso – encantado de concerté, Kyomi Matsumoto – sonrió al notar que la chica apartaba rápidamente su mano y se alejaba un poco.

- ¿Y ahora qué?

- Bueno en este momento los chicos están fuera, por lo que no puedo presentarte con los demás miembros principales de la familia e igual ah… - comento bostezando – recién regreso de una junta.

- Entonces duérmete – le ordeno mientras cruzaba los brazos y le miraba con fastidio ¿en verdad aceptaría ordenes de ese sujeto?

- Esa es una buena idea – dijo sonriendo y en un rápido movimiento empujo a la pelinegra para que ambos cayeran sobre la cama, donde Kyomi lo miraba algo impresionada por la velocidad con la que se movió – entonces es hora de dormir y tú me cuidaras – le ordeno.

- No seré tu niñera.

- No, serás mi almohada – le dijo en tono burlón, notando que ella estaba lista para golpearle por atrevido pero en un movimiento rápido la sujeto de las muñecas con fuerzas a cada lado – esa no es la forma de tratar a tu jefe, Kyomi – hablo de forma seria para rápidamente besarle por la fuerza, ella se opuso y busco morderle pero este fue más rápido y ahora había introducido su lengua dentro de la boca de ella, sus brazos estaban siendo sujetados, su cuerpo estaba inmóvil por la presión que ejercía el cuerpo contrario… estaba atrapada y se sentía humillada pero igual se sentía extraño donde termino correspondiendo y disfrutando del beso, tras unos minutos ambos se separaron con la respiración agitada, pero no logro recuperarse cuando empezó a sentir que el castaño besaba su cuello.

- Déjame… - le ordeno al castaño.

- Te dije que te castigaría cada que te portaras mal – le dijo en tono travieso mientras la miraba a ver a los ojos – ahora pórtate bien y descansa – comento mientras recostaba su cabeza en el pecho de ella, aun sin soltarle las muñecas.

- … - Kyomi estaba enojada y peor aún se sentía humillada por lo que acababa de pasar donde juraba mentalmente que se vengaría de esas acciones y le haría pagar por eso, en eso miro a su alrededor antes de dejar escapar un suspiro ya que por ahora no haría ningún movimiento porque de moverse podría despertarlo y primero quería estudiar a su enemigo para luego hacer su movimiento.

El silencio en la habitación era desesperante, ella seguía con los ojos abiertos mirando a la nada mientras seguía pensando las mil y un maneras de matar a ese sujeto, pero el ambiente de la habitación y el calor que le proporcionaba el cuerpo contrario la estaban empezando a adormecer… eso no era bueno, el cansancio que aún estaba presente en su cuerpo le estaba pasando la factura y le traicionaba adormeciéndola… por más que busco mantenerse despierta fue vencida por la fatiga y poco a poco ella igual empezó a cerrar los ojos para así llegar a los brazos de Morfeo.

Aunque una parte de ella empezaba a pensar que tal vez, solo tal vez esto que estaba viviendo en esos momentos fuera un tipo de pesadilla retorcida, ocasionado por el eco de alguna de esas películas extrañas que su hermano miraba por las tardes o los aburridos y eternos documentales que a veces los maestros colocaban en el proyector para poner en clases en vez de que ellos explicaran un tema… si eso tal vez sonaba más lógico que la vida que llevaba hasta ahora y lo que estaba pasando en esos momentos.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo