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Dulce Accidente
Dulce Accidente
Por: Mel Polanco
Capítulo 1: El inicio del problema

La bella Italia es conocida por tener bellos paisajes, una gran arquitectura, las personas del lugar son alegres y amables… pero como en todo lugar nada es perfecto, y este bello país no es la excepción, ya que aquí se encuentran los miembros de las mejores mafias del mundo, pero no está tan mal esa situación, por el hecho de que igual existe un grupo especializado en acabar con dichas mafias, es un grupo anónimo de asesinos, los cuales son de diversas nacionalidades.

Todo aquel que pertenece a esta organización es un maestro en las artes de la pelea, dominio de las armas, recolección de información y camuflaje. Esta organización siempre buscaba a sus miembros por todas partes del mundo e igual era muy estricta en sus reglas: al primer error la muerte te llegaría…, tal vez es una regla radical, pero así se aseguraban de seguir en el anonimato y tener a los mejores e igual por ello ninguno de sus miembros interactuaba entre sí y de la misma forma todos tenían asignados un nombre clave o alias.

Uno de esos miembros destacados era una hermosa mujer de 20 años de edad de nacionalidad asiática, su nombre clave: ave-chan, pero su nombre real era: Matsumoto Kyomi, una hermosa mujer de curvas bien definidas, busto grande, de cabello color negro lacio, el cual le llegaba hasta los hombros y ojos de color gris y tono de pie claro. Ella al principio pertenecía a la policía en su país natal, pero como siempre se destacó por su gran fuerza y pasión por las peleas, se volvió alguien llamativa para el grupo, por lo cual buscaron invitarla a ser parte de este y obviamente debía pasar ciertas pruebas, pero eso no le intimido y acepto la invitación sin dudarlo, ya que había escuchado de ellos y siempre le gustaba tener desafíos más grandes y ese lugar prometía adversarios más fuertes con los cuales pelear; por lógica ella pasó las pruebas que le pusieron y así paso a ser miembro del grupo.

Justo en esos instantes se encontraba en una habitación de un hotel en el centro de la hermosa ciudad de Roma, donde Kyomi estaba preparándose, ya que recién le habían asignado su siguiente misión, la cual en teoría sonaba algo complicada, pero no para ella, por el hecho de que solo debía matar a otra cabeza de la mafia y en ese momento se encontraba muy excitada, puesto que esta vez debía ir contra uno de los más fuertes: debía matar al líder de la familia de la Cosa Nostra, esa mafia era una de las más fuertes del mundo, por lo cual estaba feliz, al fin tendría una buena presa.

La misión consistía en infiltrarse en la fiesta a la cual el líder asistirá, ya que cada determinado tiempo esa familia realizaba una fiesta donde acudían sus aliados, es verdad sonaba riesgo porque había mucha gente poderosa en el lugar, pero al mismo tiempo eso lo hacía un arma de doble filo, pues, si moría alguien se podría culpar a cualquiera de los invitados. Ella debía infiltrarse en la fiesta para poder esperar el momento oportuno y matarle, en teoría era sencillo entrar, matar y salir: como siempre.

Ya tenía todo listo, por lo cual ella sonrió de lado mientras se dirigía al baño para arreglarse, al salir le dio de comer a sus mascotas: un pequeño canario color amarillo y un puercoespín, sus únicos amigos y compañeros, ya que por su personalidad siempre asustaba a la gente e igual ella sentía innecesaria la presencia de otra persona a su lado. Se vistió con un pantalón de cuero negro, con botines negros, una blusa color lila y chaqueta de cuero.

Al salir del hotel, camino hacia el estacionamiento donde noto un automóvil deportivo negro, por lo que saco la llave que venía con los documentos de su misión y se dispuso a abordar el vehículo para comenzar el plan.

Después de unas horas de viaje, al fin llego al castillo donde se llevaría a cabo la fiesta, por lo que busco dejar el automóvil, en una cueva cercana mientras proseguía a cambiarse para poder entrar al lugar, rápidamente se colocó un vestido de noche largo rojo de tirantes con una abertura en su pierna derecha, una peluca rubia larga de rizos, lentes de contacto color verdes, un abrigo de piel blanco y tacones de cintas color negro; tras revisarse por el retrovisor noto que estaba completa mientras terminaba de pintar sus labios con un color rojo carmín y su disfraz ya estaba listo. El siguiente paso fue infiltrase, algo que logro con facilidad gracias a que la organización logro falsificar la invitación y no tuvo problemas en la entrada; comenzó a mirar con discreción a todos los invitados buscando a su objetivo, lo cual no tardo en localizar, ya que era algo notorio quien era porque muchos buscaban acercarse a él, en busca de sus favores o de entablar conversación con él.

Ahí estaba su objetivo: un hombre de 24 años, ligeramente alto de cabello castaño el cual parecía algo alborotado, ojos color marrón, piel clara y llevaba puesto un smoking color blanco, zapatos color negro, con camisa negra y corbata blanca. Quien en esos momentos estaba platicando con un pelirrojo que usaba un smoking negro con camisa blanca y zapatos negros; ante eso busco hacer memoria recordando que ese sujeto era el líder de la familia la Camorra, donde sonrió divertida, ya que en ese lugar había demasiados buenos objetivos reunidos en una sola habitación, pero debía concentrarse en su presa real, aunque los demás también sonaban tentadores.

Tardo un poco, porque su objetivo nunca estaba solo, siempre estaba acompañado o charlando con algún invitado que se le acercaba, pero pasadas unas horas se dio la oportunidad que ella esperaba: el castaño avanzo a un sitio apartado en el jardín, según que para despejarse un poco a lo que ella con mucho cuidado busco seguirle, después de que se aseguró de que ahora solo eran ellos dos, para llevar a cabo su plan y matarlo.

Con mucho cuidado y cautela busco quedar a una distancia corta de la posición del castaño, pero…

- Y yo que pensaba que eras una chica más que querría pasar un rato conmigo – hablo con ironía el castaño aun mirando al cielo.

- … - ante eso Kyomi se sorprendió… ¿Desde cuándo…?, entonces eso significaba… - saliste a propósito de la fiesta – habló parándose a unos pasos detrás de él.

- Puede ser – hablo con calma mientras levantaba los hombros y se daba vuelta para poder observar a su atacante.

- Pero eso no cambiará nada – hablo con seguridad la chica, mientras sacaba un par de tonfas de entre sus ropas y se preparaba para atacarle, notando que el castaño solo sonreía de lado.

Sin pensarlo se lanzó a atacarle, sorprendiéndose un poco… los movimientos del castaño igual eran ágiles, pero ella no se daría por vencida, la batalla estaba pareja: ella buscaba lanzarle golpes y este lo bloqueaba con facilidad y otros con dificultad, lo mismo le pasaba a ella, pero lo sabía de continuar la batalla podrían llamar la atención y eso era algo que no estaba permitido, por lo que activo el mecanismo de cadenas de sus armas y ahora el castaño a duras penas escapaba de los ataques, ya que las cadenas contaban con picos. La verdad estaba disfrutando mucho la batalla, el castaño era una presa digna.

Justo en eso un suave melodía empezó a sonar; era el móvil del castaño y para suerte de la chica este sonido distrajo por uno momento la atención de su dueño por lo que aprovecho esa distracción para derribarlo, haciendo que quedara acostado en el suelo y ella encima suyo mientras que con una tonfa presionaba su cuello y con la sujetaba una pistola presionando sobre su cabeza.

- Se acabó, Cosa Nostra – dijo con algo de arrogancia, al notar la mirada de preocupación del contrario, porque notaba que la rubia estaba lista para jalar del gatillo, pero entonces un ruido cercano se escuchó seguido de un sonido de un arma detonándose…

Todo fue tan rápido que no supo lo que ocurría, un sujeto había aparecido y le disparó a su presa y obvio eso no lo iba a tolerar, por lo que rápidamente buscó bloquear el ataque y lanzarse a golpear al otro por entrometido, dejándolo inconsciente, pero entonces se dio cuenta de su error, ya que le dio la espalda al castaño, al girarse para buscarle noto que ya no estaba por lo que se maldijo por qué se le escapó haciendo que frunciera el ceño y justo cuando buscaba ir a buscarlo alguien le colocó un paño en su rostro tapando su boca y nariz, busco zafarse, pero también le ejercían presión sujetándola a la altura que estaba por debajo de su busto, a pesar de sus forcejeos la persona contraria tenía más fuerza por lo que poco a poco fue perdiendo la conciencia.

Se sentía una perdedora, jamás le había pasado eso y ahora de seguro lo pagaría con su vida; aunque no se arrepentía de nada, lo último que recordaba era unos ojos de color marrón que la miraban de forma seria y mientras la movían para cargarla al estilo princesa.

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