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Regresé a la orilla y antes de salir del agua, pregunté:

- ¿Estás seguro de que no entrarás? El agua es maravillosa.

- Tener. – dijo sonriendo.

Me di cuenta de que había arreglado una mesa con algunas golosinas. Estaba impresionado. Todo estaba sobre una mesa plegable, con un mantel rojo a cuadros estilo picnic y dos sillas.

Salí y me paré al sol por un rato para secar mi cuerpo y mi ropa mojada. Mi camiseta blanca estaba pegada a mi cuerpo, dejando mi sostén completamente expuesto. Me sentí casi desnudo frente a este extraño que apenas conocía. Pero él ni siquiera miró mi cuerpo. De alguna manera sentía que no me atraía. Luciano parecía más interesado en el perro que en ver a una mujer semidesnuda al frente. Puede que no le gusten las mujeres. O tal vez yo no era su tipo. No me creía una mujer hermosa, pero tampoco era fea. Solía llamar la atención cuando me vestía y la forma en que estaba en ese momento llamaría aún más. Pero no parecía que le importara demasiado.

Luciano se sentó e
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