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El domingo, después del almuerzo en mi casa, fui con Luciano a su casa, a tomar el sol en la piscina. Me encantaba nadar, pero como él no lo hacía en absoluto por su pierna, no me sentía cómodo nadando solo. Terminé siguiéndolo solo mirando el agua, excepto por el tiempo que fuimos al lago. Allí era imposible sólo observar.

Tomamos bebidas sin alcohol, ya que creo que tenía miedo de repetir la situación del viernes. Estábamos hablando de cosas sin importancia cuando Luciano me ofreció la mano. Lo miré sin entender.

- Ven conmigo. - el dice.

Tomé su mano y lo seguí dentro de la casa. Sentí una extraña sensación caminando con él por la casa, por varias habitaciones. Me abrazó con fuerza y yo lo seguí lentamente. Cuando llegamos a la oficina, dijo:

- Hora de usar el teléfono.

Lo miré confundido, sin saber si realmente quería usarlo en este momento. Si bien quería escuchar a Helena y saber todo lo que estaba pasando, tenía miedo de devolverle toda la tristeza y preocupación que sentía cua
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