Capítulo 2

Eran las ocho de la mañana, apenas hacia cinco minutos había sonado mi ruidoso y viejo despertador.

Me encuentro boca abajo en medio de la cama, con la cara enterrada de lleno en la almohada, sin querer moverme de ella.

Con tan solo pensar que van a venir mis padres y hermano se me revuelve el estómago. Aunque debo destacar que solo una persona intensifica más ese sentimiento; mi madre. Annelien Tholberg, de soltera Dirksen.

Annelien es una verdadera víbora, más mala que el mismísimo demonio reencarnado en mujer. Si te quiere herir, busca la peor palabra que haya para describirte y te lo restriega y lo peor es que lo hace delante de la gente para dejarte en evidencia. Soy su hijo y he experimentado en carne propia su desagrado hacia mi persona.  

De todos modos, mi padre no es así, aunque al ser el títere número uno de mi madre mucho no puede hacer, lo maneja a su antojo.

También debo decir que hay veces que ella no está presente y su verdadera personalidad sale a la luz, tal y como es él, un hombre amable y risueño. Lastimosamente casi nunca le deja solo y tranquilo. Hasta yo me estresaría, lo desesperante que puede llegar a ser esa mujer, que te controlen que vas a hacer, a donde iras y muchas cosas más. La lista es infinita.

Por último, está mi hermano independiente. No sigue las reglas de nuestra madre, es libre; en ese aspecto somos iguales, ya que cada uno vive donde quiere y como nos plazca.

Mannes no vive con mis padres ni mucho menos, vive en una ciudad llamada Whistler que está situada al norte de Vancouver.

Justamente en la ciudad de Vancouver residen nuestros padres, Mannes no se fue lejos de ellos, pero al menos vivía sin el peso de estar viviendo bajo el mismo techo que nuestra madre.

Se volvía un lugar claustrofóbico con tan solo tener la presencia de Annelien en la casa. Yo al menos tenía una ventaja al vivir en una cabaña aparentemente pequeña, que ella no se quedaría a dormir aquí, ella necesita su espacio; esto le quedaba demasiado pequeño. Aparte de como decía ella: es un lugar mugroso. Palabras textuales de Annelien. Así que por aquí aparecería lo menos posible. En cambio, seguramente mi hermano se quedaría junto a mí, en vez de ir con mis padres al hotel del pueblo. 

No tengo ni la más remota idea de a qué hora estarán aquí. Mi móvil la mitad del tiempo lo tengo sin batería y como aquí donde vivo casi no hay cobertura, no me preocupo en cargarlo. Por eso mismo seguramente mi familia se ha comunicado con Ewout.

Este mismo acaba de hacer un ruido tremendo donde quiera que se encontrase en algún punto de mi cabaña.

—¿Qué has tirado? —pregunto aún tumbado, pero con la cabeza algo elevada para que me escuche bien.

—¿Te he despertado? —responde haciéndome una pregunta.

—No —le resto importancia —, me acabo de despertar hace un par de minutos.

—Pues si estas despierto, levántate gandul —es él, el que hace ruido y soy yo el perezoso. Tiene más cara que espalda este chico.

—Aún es temprano, me quedaré un poco más en la cama —vuelvo a hundir mi cara en la almohada.

Mis planes de volver a dormir un rato más se ven truncados por Ewout que abre la puerta de mi habitación de manera brusca.

Levanto mi cabeza de nuevo para poder verle.

—¿Qué te pasa? ¿Estás alterado o que te sucede? —él no responde, se mantiene en silencio, pero con sus ojos puestos en mí — ¿Me vas a decir que pasa o seguirás mirándome como si fueras un demente?

Todo queda en silencio, solo me mira. Su semblante ha cambiado completamente, la desconozco; jamás la he visto, pero como dice el dicho para todo hay una primera vez.

—¡Reacciona Ewout! —intento que entre en sí y pueda hablarme, se ha quedado como pillado.

Este mueve su cabeza de un lado a otro y sale de un extraño trance.

—¿Qué me decías?

—Qué por qué has entrado a lo loco —me doy la vuelta en la cama, para poder poner la espalda en el cabecero para estar más cómodo.

—No me acuerdo —se queda unos segundos callado pensando, pero al parecer no recuerda.

—No pasa nada, me visto y salgo afuera —le suelto para que comprenda que debe salir de la habitación.

—Debo bajar al pueblo. Tus padres llegaran pronto y sabes a la perfección que aquí no hay casi cobertura para poder comunicarse con el mundo exterior—en eso le daba toda la razón. No obstante, a mí me encantaba aislarme y mucho más cuando venía l víbora.

Asiento con la cabeza.

—Cuando desayune bajare al pueblo, ¿sabes si mi hermano llega a la misma hora? —niega.

—Seguramente venga por su cuenta, sabemos cómo es Mannes.

Muy independiente el muy sinvergüenza.  Con tal de no venir con nuestros padres hace cualquier cosa, aunque le comprendo perfectamente.

—Adiós —se despide Ewout para salir de mi habitación cerrar mi puerta y salir por la de la calle segundos después.

¡Es hora de levantarse!

Aparto las sabanas y manta de mi cuerpo para poder salir del calor de mi cama.  Hace demasiado frío. No me entretengo mucho y me pongo unos pantalones largos y un jersey de lana. Yo mucho el frío no lo siento, aun así, me abrigo.

Cuando ya estoy listo, salgo de mi cuarto y me dispongo a ir a la cocina cuando tocan la puerta.

¿Otra vez Ewout?

—¿Te has dejado algo Ewout? —pregunto pensando que era mi amigo, fallé.

—¿Ewout? —habla la fuerte voz de mi hermano mayor —Que yo sepa no soy pelirrojo ni me llamo Ewout, hermanito. ¡Abre la m*****a puerta! Me estoy helando de frío.

Resoplo, ni un minuto me dejan solo.

—Voy.

Tengo que agradecer que mi cabaña tiene un tamaño pequeño y no tardas en llegar a ningún rincón de ella en minutos.

—¿Te has perdido en esa minúscula cabaña? —se mofa Mannes.

—Has venido chistoso, ¿te has encontrado con un payaso y se te ha pegado lo gracioso de él? —ahora era mi turno de reírme.

—Abre de una vez Ruud, al final voy a parecer un cubito de hielo como me quede más tiempo aquí fuera —mientras se monta sus películas y las va contando en forma de monólogo, abro la puerta.

—¿Qué tal? No te esperaba tan temprano por aquí —Mannes me aparta con un empujón y entra inmediatamente al interior. Yo solo rio por su comportamiento infantil.

Me giro hacia él para mirarlo mientras cierro la entrada.

—He decidido venir temprano.

—¿Las carreteras no estaban heladas? —pregunto extrañado.

—Sí —se encoge de hombro.

—Tú estás loco —podría haber tenido un accidente y no le importa lo más mínimo. Vaya hermano más insensato que me ha tocado —, sin comentarios.

—Me he encontrado a tu simpatiquísimo amigo —habla con un notable sarcasmo.

A Mannes no le cae bien Ewout, sus razones tendrá para pensar de esa manera. Aparte que nadie puede caer bien a todo el mundo. Siempre me dice que tiene actitudes muy poco comunes de una persona normal.

—¿Le has saludado cordialmente o le has dicho alguna bordería de las tuyas?

Hace un ruidito con su boca para luego contestarme.

—Para cortante ya lo tenemos a él —se ríe de sus propias palabras, yo solo niego soltando una risa.

De un momento a otro su semblante cambia a uno completamente serio. ¿Por qué hoy todos han escogido levantarse extraños?

—Ruud sé que Ewout es tu amigo —empieza. Creo saber por dónde irán los tiros —, pero lamentablemente has escogido mal a la persona a la cual decirle sobre tu condición.

Será mi hermano mayor, pero no tiene el derecho de decirme a quien le debo decir sobre lo mío y a quién no. Sé que tengo que tener bastante precaución con quién me junto. Con Ewout es con el único con el cual me relaciono.

—Sé que intentas protegerme Mannes, pero no te preocupes. Ewout no es como mamá.

—No, no es como mamá, es peor —lo dice en un susurro que logro escuchar a la perfección.

—¿Qué? —abre los ojos de par en par.

Exacto hermanito, te he escuchado.

—Nada, nada —me quedare sin saber a lo que se refiere —. Cambiando de tema —me dice mientras se sienta en el puf donde siempre lo hace Ewout. Sonrío por ello, pero me pongo serio en cuanto me mira —, antes de perder toda mi cobertura llegando hasta tu apartada cabaña, mamá me llamó.

—¿Y qué dijo nuestra fantástica madre?

—Que como tú no bajes al pueblo, no la veras, ni a ella ni a papá —mis manos se vuelven puños y mis facciones seguramente hayan endurecido. Lo sé, ya que mi hermano me mira con pena.

No sé qué pretende mi madre; bueno en realidad si lo sé, pero no le voy a dar el gusto de dejarme mal. Y lo que nunca voy a comprender es que no deje a mi padre hacer las cosas que él quiera, porque estoy casi seguro de que mi padre sí que me quiere ver.

M*****a madre manipuladora que me ha tocado tener.

—¿Bajaras?

—¿Cuántos días se quedarán? —quizás me da por hacerle rabiar unos días, según lo que me responda mi hermano.

—Dos semanas —Me mira fijamente con una media sonrisa —. Te conozco a la perfección y no la hagas cabrear por favor, luego el que tiene que lidiar con su humor es papá.

¡Es cierto!

Tenía razón, sea el momento que sea mi madre va a buscar la manera de ponerme en evidencia. Raro será el día que no lo haga, pero creo que ese día tardará y bastante.

—En un rato habrá que bajar, llegaran pronto —no le quería decir que ya lo sabía, ya que Ewout antes de irse me lo había dicho.

—¡Estupendo! —digo con un fingido entusiasmo —Desayuno y bajamos, de mientras haz lo que quieras, esta es como tu casa.

—Como si te fueras a ir muy lejos —se mofa de mí. Ignorando lo que dice, voy hasta la cocina a seguir preparando mi desayuno.

Hay algo que me ronda por la cabeza y hasta que no resuelva esa duda no pararé de comerme la olla.

—¿Sabes por qué le ha dado la venada de venir a nuestra madre? —él niega en un primer momento cuando justo giro mi cabeza, veo duda reflejada en su mirada —Sabía yo que por cortesía no era. ¿Por qué motivo ha decidido venir? Sin mentiras Mannes.

El debate en su interior. Seguramente como me va a decir las cosas para que no me caiga la noticia tan mal.

—Ha escuchado la noticia de la chica que ha muerto en el lago —toda la cabaña se queda en silencio.

No sé por qué, pero algo en mi interior me lo decía. para mi es algo extraño estar a kilómetros de aquí y enterarse antes que yo de las cosas. Aun así, sé a la perfección que mi madre tiene contactos y por ello, se ha enterado de la noticia y se lo ha contado a mi hermano, ¿para qué vendría? ¿Para ponerme las cosas más difíciles? ¡Esto será como vivir en un pozo sin fondo! Mi madre tenía guardado algo entre manos. No era para nada bueno eso, ese hecho lo tenía presente.

—Es una muy mala idea que este aquí. Ella es capaz de llevarme ante la policía y decir que yo soy el culpable de haber matado a Noor —abro los ojos con exageración.

Mientras Mannes se dedica a reírse de mí, yo me echo chocolate caliente en la taza que estaba en mi pequeña encimera.

Mientras soplaba para que se enfriara el contenido, iba andando hasta situarme en mi butaca.

—No creo que haga algo así —lo dice para no preocuparme, pero ambos sabemos de lo que es capaz nuestra madre.

—No estoy tan seguro de eso. Sin duda alguna hará algo para inculparme.

Tengo algunas opciones algo descabelladas. De todos modos, pueden ser ciertas, por ahora no desvelare ninguna.

—¿En qué estás pensando cerebrito?

—Por ahora es mejor que nadie lo sepa —suspiro para luego llevarme la taza a los labios y beber un poco del líquido que echa humo.

—No voy a forzarte para que me cuentes, ya lo harás cuando estés seguro. Porque de lo que si estoy muy seguro es de que lo que ronda en esa cabeza tuya —la señala —es algo referente a la muerte de, ¿Noor?

Yo asiento sin decir palabra alguna.

—¿Podemos cambiar de tema? No me gusta por el camino que lo estamos llevando. Es algo incómodo —al contrario que yo, mi hermano tienes otras intenciones.

—¡Puedes acabar entre rejas Ruud! Y no es una buena opción. Piénsalo bien, te van a tachar de loco o de fenómeno como te llama nuestra madre —cuando dice esa palabra que la repudio con toda mi alma, mi cuerpo tiembla —. La chica tenía restos de serpiente y sabes de lo que hablo, no de una cualquiera. Y tú aquí la mar de tranquilo. ¡Yo estaría de los nervios!

Al expresar su nerviosismo con palabras, me estaba poniendo demasiado inquieto.

—Hasta donde yo sé, soy inocente hasta que se demuestre lo contrario. Estoy al tanto de que esto es algo extraño y que puedo ser culpado, pero no se sabe aún si los restos que contiene Noor en su cuerpo me pertenecen y si es así, mi pregunta es sencilla. ¿Cómo ha llegado hasta ahí? Yo solo la veía cuando bajaba al mercado a comprar.

Todo es demasiado confuso.

Bebo el último sorbo para acabar con el contenido de la taza y me quedo mirando fijamente a mi hermano.

—Tranquilo Mannes, tú no eres el que seguramente sea juzgado —interiormente estaba demasiado cagado, pero no podía sacarlo a flote para que las personas que me quieren ver mal lo disfruten.

—Todo esto es muy chocante —murmuró. Hace una pausa algo larga y vuelve a hablar —. ¿Has terminado? —hace el amago de levantarse, pero no lo hace hasta que le doy el sí y yo también hago lo propio.

Él va hacia la puerta de la calle y yo voy a dejar la taza vacía en el fregadero, abro el grifo para echarle agua para que no se quede seco. No tengo ni la menor idea de cuando volveré, espero que pronto.

—¿Vamos? —parece que Mannes está algo inquieto.

—Ya va desesperado. Necesito coger un abrigo.

—¿Para qué? Tú no necesitas —me encojo de hombros.

—Hay que guardar las apariencias —reímos los dos en cuanto acabo de hablar.

Cojo del perchero mi abrigo junto con las llaves que las tengo enganchadas en un clavo que no tenía ninguna utilidad ahí y le di su uso cuando empecé a dejar las llaves ahí.

—¿Listo?

—Ahora si nos podemos ir.

Nada más salir de mi pequeña cabaña, cierro la puerta con el objeto que tengo en mi mano derecha y cuando lo hago, la meto en el bolsillo del abrigo para no perderlas. Veo a mi hermano echar humo por la boca del frío que hace. Se recoloca mejor la bufanda que tiene alrededor del cuello y se sube hasta arriba la cremallera de su abrigo.

—Si lo llego a pensar mejor te digo que nos quedáramos en tu cabaña. ¡Me estoy helando de frio!

Suelto una gran carcajada. Ya me gustaría a mí haberme quedado en la comodidad de mi pequeño refugio en paz y sin nadie alrededor que pueda molestarme.

La que me espera en cuanto pise el pueblo.

Nos estaba costando bajar los pocos metros que había desde mi pequeño hogar hasta Lake Louise. La nieve tan alta no nos dejaba avanzar demasiado rápido.

—¿Cómo puedes subir y bajar de tu casa al pueblo con tanta nieve? —me encojo de hombros para seguidamente responderle.

—Solamente bajo una o dos veces por semanas, quiero pensar que te lo he dicho en más de una ocasión.

—Puede ser, no lo recuerdo sinceramente.

—¿Has mirado tu móvil? Quizás Annelien ha dado señales de vida y te ha dicho dónde quiere que nos reunamos. ¡Muero por verla! —digo la última frase sarcásticamente.

—No me hagas reír hermanito, ni en mil años dirías eso en serio —baja un poco la cremallera de su abrigo y mete su mano en el interior para coger su móvil.

Justo en ese momento suena indicando que le ha llegado una notificación; probablemente de nuestra madre.

Su risa cesa en el instante en el que mira en la pantalla el mensaje.

—¿Qué pasa Mannes? —me detengo al momento.

Él da media zancada más por la nieve que no le deja avanzar y gira su cabeza para verme, ya que me he quedado un poco más atrás.

—¿Qué pasa? Cuéntamelo —con cada minuto que se queda en silencio, más nervioso me pongo —. Habla de una santa vez por Dios, me estas poniendo de los nervios.

—Hay un cambio de planes, que no te va hacer mucha gracia —hace una mueca mirándome.

—¿Cual? ¡Pero habla hombre! —desesperado no sería la palabra más acertada para describir cómo me encuentro en este momento.

—Mamá está en la cafetería Javalanche Cafe —hace una pausa; que para mí se hace eterna y vuelve a hablar, pero antes de eso coge una bocanada de aire para poder soltar la bomba —, sola sin papá.

—Quiere hacer algo y por eso mismo ha dejado a papá en Vancouver.

—¿De qué hablas? —inquirió algo confundido por mis palabras dichas anteriormente.

No puedo ser tan insensato diciendo las cosas que pienso en voz alta, antes de estar seguro de todo.

—Nada, vamos a verla a ver qué quiere. Ayudarme seguro que no —digo lo último estando muy seguro.

 Entramos al pueblo y yo estoy mucho más tenso que antes, guardo mis dos manos en los bolsillos de mi chaqueta, y algo se activa en mi organismo. Siento una energía recorrerme por todo el cuerpo. No sé qué ha cambiado, pero me siento más seguro en estos momentos.

—¿Qué coño te ha pasado Ruud? ¡Eres como una luz fluorescente! —miro primero de reojo a mi hermano y lo veo con los ojos muy abiertos — ¡Iluminas! Seria flipante verte de noche alumbrarías todo a tu alrededor.

—¿De qué estás hablando? —mi hermano en vez de contestarme algo, pone el móvil frente a mí y me saca una foto. Se pone junto a mí y me tiende el móvil para que vea con mis propios ojos algo; no tengo ni idea el que, hasta que lo veo.

Tengo que alejar un poco más la pantalla, porque no me puedo creer lo que estoy viendo.

¿Qué ha podido sucederme? Solo he sentido algo, pero no para ahora parecerme a una luz que alumbra todo. Ahora sí que mi madre me dirá fenómeno. ¡La que me espera!

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