Aníbal — ¿Y qué voy a hacer ahora que estaré fuera? El castillo está en mi contra, el rey no es ningún tonto, sé que me tendrá vigilado y ahí estaré solo... — le digo al vampiro, quien parece tener una respuesta para todo. Yo ya tenía que volver… y sentía que iba con las manos vacías. — No te p
Al menos ellas más felices que Carmen, eso era seguro. Yo con ella había comprado joyas preciosas. Pero, mi mate parecía confundida. — Son lindas, eso solo que... son muy lujosas para usarlas. Quizás en una fiesta… — dice ella y me doy cuenta de que ya no tartamudea. ¿Será que ya no me tiene miedo?
Carmen Sabía que esto había sido una mala decisión y ahora corría por mi vida, estaba en un estúpido vestido que no me dejaba moverme bien mientras iba por el bosque desconocido. Con todo y eso, sentía que estaba en mi lugar natural, y preferiría cualquier cosa antes de estar de nuevo en sus mano
—Tomé un poco de agua, señorita... —dice Fabrizio mirándome con atención y a todo lo que sucede. Supongo que nadie previó nada de esto. Se coloca frente a mí y de Mari. —Estábamos hablando, pasando un excelente momento, ella estaba muy feliz con todos mis regalos... ¿Acaso no se ve hermosa? ¿Como u
Xavier —Algo anda mal— me había dicho mi lobo Apolo, que ya parecía un ave de mal agüero. Pero la realidad es que todavía ha empezado a andar mal desde que ese Alfa buitre había vuelto al castillo. Yo tenía la esperanza de que no tuviera que verlo más, pero sobre todo de que él estuviera alejado
—¿Qué demonios te sucede?—le grita Bruno. —¡Ese desgraciado nos ha atacado de espalda! ¿Cómo se atreve?—Apolo gritar en mi cabeza. —Me sucede que Xavier se cree muy buen lobito, pero yo sé que es una bestia salvaje... y no me vas a hacer quedar como si yo soy un abusador— —No tengo que hacer na
Marina —Mi señor... este reto, todos sabemos que no debe suceder... podría exponer sin necesidad a peligros…— digo. — Lo sé... pero no me han dado otra opción. ¿Crees que realmente quiero esto? — dice él, mirándome mientras yo estoy arrodillada frente a él. Lo que había pasado con Carmen me pesa
—Bruno...— — Mate — dice él, sonriendo. Todavía no había sido capaz de llamarlo por ese nombre tan magnífico, y la idea hacía doler a mi loba. — Son mis flores preferidas — digo mientras él me da el ramo. — Lo sé, de ese tono azul como el mar... Marina. Así hueles para mí, una mezcla de flores y