Xavier Si este maldito Alfa cree que va a quitarme a mi mate, la mujer que estuve esperando toda mi vida, la causa de mi mayor felicidad, justo en este preciso momento que la he encontrado y que la he prácticamente salvado de una vida de abusos y miserias... realmente ha perdido el poco cerebro qu
—¡Yo la reconocí y ella es mía!— Gritamos Aníbal y yo, golpeados y sangrando, y Fabrizio explicó lo que había sucedido. —Es una pena muy grave quitarle el mate a otro lobo— dijo ella mirándome molesta luego de escuchar a mi amigo. —Consejera... mi lobo me dice que ella es mía... además, no está ma
Carmen Me levanto con la cabeza palpitando, completamente mareada, estoy en lo que parece ser una pequeña cama en una habitación desconocida. No recuerdo qué sucedió. Puedo ver que encima tengo una camisa grande que huele deliciosamente. Veo que tengo todavía la pulsera de metal en mi muñeca... p
—Sí, soy un vampiro señorita... pero juro que jamás le haría daño —dice él y poco a poco mi corazón va entrando en su ritmo normal, mi cabeza incluso queda en blanco... solo un pequeño grito de terror lejano... como si mi miedo hubiese sido guardado en una caja al fondo. —Así está mejor... no vamos
Fabrizio —El rey nos ha llamado... Se enteró de todo el alboroto en el bar y quiere respuestas —le digo a mi amigo. —Luna de Sangre va a arder ¡Talas acciones están prohibidas! ¿Crees que condene a Aníbal? —pregunta el furioso. —¡Si es que aparece! ¿Cómo podría mostrar su cara luego de lo que ha
Los vampiros teníamos nuestras compañeras destinadas, tampoco era algo muy común, y al vivir mucho más tiempo la búsqueda era aún más ardua. Se decía que cada vampiro tenía una forma particular de reconocerla y yo... había soñado con ella ya muchas veces. Ya yo había hecho mis sacrificios... sin obt
Xavier — ¡Eres un completo vil sinvergüenza! ¿Cómo te atreves a venir aquí y mostrar tu cara luego de lo que ocurrido en el bar? ¡Buitre! —digo rugiendo, sintiendo como casi hablaba Apolo en mi nombre. — ¡Tengo todo el derecho de estar aquí! —grita el muy infeliz. — Por la diosa, aquí vamos de nu
Carmen — ¿Estás segura de que ella es la humana? —preguntaba el rey a lo que parecía ser su asistente, una mujer loba rubia y atemorizante. — Así es, Su Majestad... por lo que dice este informe de la doctora, ella ha pasado por mucho— — Su corazón está mal... su latido suena mal...—decía él, fij