AIDANAquella noche cené con mi padre. No decía nada de Lois y Emmanuel, pero era el segundo día que no estaban.Tendría que preguntar. ¿No se daba cuenta que se habían escapado?—¿Sabes algo de Lois? Ayer salió de clases y hoy no asistió—dije.—Llegarán dentro de nada, seguro esta misma noche.—¿Cómo podía afirmar eso cuando no sabía nada de eso? ¿Por qué ignoraba el hecho de que ellos ya no estaban? ¿No le importaba?Me daba cuenta que él no sabía nada de lo que pasaba y yo me preguntaba los motivos verdaderos para que ellos dos escaparan.—Yo…quiero verla.—Seguro mañana llega de nuevo a clases.—¡No lo hará!—golpeé la mesa y me puse de pie, las manos me hormigueaban y la mirada severa de él no tenía efecto alguno en mí. En mi pecho sentía cosas y la fuerte necesidad de ver a Lois solo iba creciendo.—¡Quiero verla! ¿Por qué no lo entiendes?—¿Cómo quieres que lo entienda si no me lo explicas? No sé lo que te pasa con esa chica.—¡Lo sabes! ¡¿Por qué demonios me dijiste que me acerca
Atravesando el umbral del reino vampiro, un suspiro de alivio escapó de mis labios mientras respiraba el aire fresco y familiar del mundo exterior. Mis ojos se adaptaban a la luz del sol, un contraste marcado con la oscuridad perpetua del reino que acababa de dejar atrás, con tan pocas horas de sol allí.Allí, en el borde del territorio de mi manada, me esperaban mis padres. Mi padre, el Alfa, con su imponente postura que imponía respeto incluso en el silencio, y mi madre, la luna de manada, cuya ternura siempre se ocultaba detrás de una fachada de fortaleza.Al acercarme, mi padre me envolvió en un abrazo fuerte y breve, un gesto de bienvenida y alivio. Luego, fue mi madre quien, con lágrimas en los ojos, me besó la frente antes de quebrarse en un sollozo contenido.—Emmanuel ha escapado con Lois—dijo ella, su voz temblorosa por la emoción—. Esa omega es una mala influencia para él. Tu hermano nunca haría algo así por su cuenta.Sacudí la cabeza, desconcertado.—Imposible, madre. Loi
EZEQUIELLa idea de lo que estaba por hacer, de encontrar a Emmanuel y Lois y enfrentar las consecuencias de sus acciones, me llenaba de un sentimiento agridulce.Conocía bien a mi hermano; sabía que no estaría lejos. Emmanuel siempre había tenido una conexión especial con ciertos lugares del bosque, rincones secretos donde solíamos jugar cuando éramos niños. Era allí donde empezaría mi búsqueda. Aunque conocía el destino, el viaje en sí me llenaba de nerviosismo. ¿Qué sucedería una vez que los encontrara? ¿Cómo reaccionaría Emmanuel al saber que nuestros padres querían reemplazar a Lois? O quizás ya lo sabía, por eso el motivo de su huida, sé que no era lo correcto, pero me preguntaba qué habría hecho yo, quizás lo mismo que él o… solamente rechazarla, tal como lo hice antes.Mi idea central era que Emmanuel estaba en algún lugar que yo conocía, porque tampoco lo creía capaz de aventurarse a lugares nuevos con Lois, tendría que irse a lo seguro, a lo que él creía seguro, pero… no pod
LOISEl bosque se mueve a mi alrededor, sombras danzantes que se alargan y distorsionan mientras grito de dolor. Es mi primera transformación en mucho tiempo, y para una simple omega, el proceso es un tormento más allá de lo que puedo soportar. Mis huesos crujen y se quiebran, cada grito que escapa de mis labios resuena en la oscuridad.No recordaba que fuera tan doloroso, no sabía que volviera a serlo.—¡Ahhh! —Grito, el sonido desgarrando el aire nocturno. El dolor es un fuego vivo en mis venas, una tortura que parece interminable.Emmanuel se mantiene a solo un paso de distancia, su lobo aúlla en señal de apoyo, pero eso no alivia mi sufrimiento. Grito más fuerte, sintiendo cómo mis huesos se rompen y se reconfiguran con una lentitud agonizante. El dolor es tan intenso que siento que voy a desmayarme.No lo resisto… no puedo.El miedo a decepcionar a Emmanuel se apodera de mí.Es un miedo constante que tengo desde que conocí a sus padres, porque a ellos ya los he decepcionado, pero
LOISMis patas tiemblan; es la primera vez que paso tanto tiempo en esta forma. La cabaña está a solo unos metros de nosotros, y en lo alto, la luna nos ilumina.El pelaje de Emmanuel definitivamente brilla. Parece estar dormido, así que me pongo de pie, casi tambaleándome.Debe ser de madrugada.Algunas cosas crujen bajo mis patas con cada pisada.Está bien, está muy bien todo esto. La naturaleza me rodea y es la primera vez que me siento libre de ser yo misma. Y con todo el dolor que sufrí hasta llegar a este aspecto, no quiero cambiarlo. Quiero estar así más tiempo.Los omegas no tenemos la libertad de transformarnos a nuestro antojo, no porque físicamente no seamos capaces, sino porque no es permitido. Esto conlleva a que cada transformación sea más dolorosa que la anterior. Sabía que dolía, pero no pensé que fuera tan intenso. Era pequeña, pero estar en este estado me daba una libertad que jamás había apreciado porque no se nos da la oportunidad de hacerlo, no en nuestro puesto t
Aidan No sabía cómo terminé envuelto en aquello, pero jamás se me ocurriría meterme en una pelea de lobos. Sin embargo, el collar ardía en mi pecho y había escuchado la voz de Lois gritar. Cuando olfateé su sangre, casi me vuelvo loco. Corrí hacia el lugar, ocultándome, pero aquel Alfa se dio cuenta de mi presencia. Aun así, no me prestó atención, ya que estaba en una feroz pelea con Emmanuel mientras los otros lobos rodeaban a Ezequiel y a Lois.—¡Llévatela de aquí! —gritó Ezequiel hacia mí justo antes de transformarse en aquella peluda y enorme bestia.Corrí hacia Lois, pero los otros lobos intentaron ponerse en mi camino. Ezequiel los mantenía a raya.Tenía que sacarla de aquí.Ella estaba herida, sangraba mucho, tenía una mordida en su cuello y yo... Olía a Ezequiel en ella, la acababa de marcar. ¿Justo en este momento? ¿Justo ahora? ¿Aquí? Tomé su cuerpo desnudo con delicadeza y la acuné mientras detrás de nosotros se desataba una feroz pelea.Era la manada más grande, la manada
AidanElla tocó el collar en mi pecho y yo sentí como mis colmillos se asomaban.Era la primera vez que esto pasaba mientras yo tenía el collar puesto, se supone que controlaba y ocultaba todo esto, entonces ¿qué diablos pasaba? No podía controlarlo, mi cuerpo respondía solo.Esto no era bueno, ¡Ezequiel y más lobos estaban cerca! Mi cabeza iba a volar y la de mi padre también, yo no era el único en peligro.Intentaba concentrarme y ocultar estos colmillos, pero respondía a la sed, a mi apetito. Era la única vez en la que me sentía con esta sed que me consumía.Mi respiración se volvió irregular, demasiado agitada. Ezequiel estaba aquí y los otros lobos también. Afuera se escuchaba la pelea, él estaba cerca, como si protegiera la cueva.—Ha llegado —dijo Lois en voz baja, cerca de mi oído.Dejé de respirar para soportar el olor de su sangre. Antes estaba bien con esto, pero ahora no. Afuera también había sangre de los lobos. La pelea era feroz, pero la única que me llamaba era la de L
LoisCuando le dije a Ezequiel que Aidan era un vampiro y que era mi pareja, su reacción fue inmediata y violenta. Me arrojó con fuerza fuera de la cueva, quedando dentro con Aidan.Iba a atacarlo, no podía dejar que lo atacara, no podía permitir que se hicieran daño uno al otro.Sabía que Ezequiel estaba cansado, herido, angustiado por Emmanuel y temeroso de que su padre nos siguiera. Pero también sabía que esa última parte era poco probable, porque Ezequiel creía que lo único que su padre necesitaba era a Emmanuel, y ya lo tenía.Los demás no éramos de su interés, ni siquiera Emmanuel.Corrí hacia la cueva desde que pude ponerme de pie.Desde que tomé de Aidan, desde que bebí su sangre, me siento diferente. Soy yo, pero diferente. Y cuando bebió de mí, sentí el momento exacto en el que mi cuerpo y mi mente se conectaron con los suyos. Para Aidan pareció diferente, quizás porque no es un lobo, a lo mejor porque es un vampiro.Sé que todo esto es muy extraño: Emmanuel, ahora Ezequiel.