Capítulo 2. Secreto en común

- Este es tu último año de preparatoria, y lamento tanto que te veas obligada a cursarlo en línea pero por el momento no tenemos otra opción - dijo Louis a su hermana menor, Layla.

- No tienes nada de que lamentarte, al menos estoy con papá y contigo, lo importante es mantenernos juntos - Layla le sonrió amablemente a su hermano.

- Te agradezco que tomes todo esto desde el lado positivo - Louis intentó sonreir pero en lugar de eso echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, la frustración que le aquejaba ya estaba rebasando todos sus límites y no sabía como mantendría la calma.

- ¿Papá aún está durmiendo? - preguntó Layla a Louis para intentar sacarlo de todo el estrés que sentía.

- Sí, aún está durmiendo. Lo mejor será que vaya a ver cómo está, que tengas un buen día en la biblioteca - Louis se puso de pie y fue directamente a la recámara de su padre intentando hacer el manor ruido posible y cerrando la puerta en silencio para no despertar a su padre una vez que estuvo dentro de la habitación - ¿Olivia eres tú? ¿Ya haz regresado? - preguntó el padre de ambos chicos.

Louis respiró profundamente y se obligó a tragarse su dolor - No papá, soy tu hijo, soy Louis - le anunció y el hombre que estaba tirado en la cama se tapo la cara con una almohada.

- Vete de aquí, quiero estar solo. No deseo ver a nadie - dijo el hombre con el alma desgarrada.

- ¡Vamos! ¡No puedo dejarte solo en esto! - Louis se sentó al borde de la cama haciendo su mejor esfuerzo porque su paciencia no se agotara - esta cuidad se está cayendo a pedazos y sin piedad, Layla y yo necesitamos al hombre fuerte que solía cuidar de su familia - le dijo el joven apuesto a su padre en un intento de subirle el ánimo - además tenemos que hacer que Layla no se sienta más mal de que ya está, a pesar de que sabe aparentar bastante bien que todo está de maravilla, ella también siente un gran dolor dentro. Recuerda que su cumpleaños número 17 está cerca y no sabemos en qué momento la van a reclamar los llimonis o alguna de las raras especies que habita en Tromso - un par de segundos después Louis estaba arrepentido de lo que había dicho.

- Nada tiene sentido si tu madre ya no está aquí con nosotros, era ella quien iluminaba a esta familia y fue ella quien rescató a Layla de los llimonis en el bosque de las bestias - aseveró Enrique, el padre de ambos chicos.

Louis entendía que su padre estuviese pasando por una etapa de intenso dolor ya que tan solo un mes atrás acababa de quedarse viudo, pero el cumpleaños más importante de su hermana también, y con ello una infinidad de peligros a los que sentía que no podía hacerles frente él solo, necesitaba la ayuda de su padre sí o sí. Pero en ese instante era imposible tocar el tema - me voy a las oficinas de la alcaldía, regresaré a la hora de la comida para compartir la mesa contigo - salió de la habitación de su padre y se fue a su primer día de trabajo como Alcalde del pequeño pueblo en el que vivían.

Mientras tanto, Layla se encontraba en la biblioteca del humilde pueblo llamado Bodo, trataba de mantener toda su concentración en lo que decían sus maestros mendiante las clases en línea misma que las estaba tomando en dicha modalidad debido a la escasa población en el pueblo, las instalaciones de salud y educación colapsaron y no contaban con las personas suficientes que hicieran el trabajo de construcción y mantenimiento. Sin embargo, para la mala suerte de la chica no le era del todo posible mantener su enfoque en lo que los docentes decían en las clases debido a que el nuevo encargado de la biblioteca era Joseph, un joven siete años mayor que ella, mismo que desde que tenía uso de razón estaba enamorada de él secretamente. Sentía una enorme alegría porque recién había regresado de otra ciudad vecina a la que según había escuchado su nombre era Hammerfest, en la cual el joven asistió a la universidad de Arquelogía.

- ¿Desde cuándo estás cursando la preparatoria en línea? - Joseph apareció de un momento a otro sentado al lado de Layla.

- ¿Estás hablando conmigo? - le preguntó Layla sin disimular su incredulidad, sentía que su corazón estaba latiendo a mil por hora.

- ¿Acaso hay alguien más en este lugar? - preguntó Joseph con sarcasmo y señalando al rededor de ambos - por lo regular no se me da mucho eso de conversar con los libros o con las computadoras.

- Vaya - dijo Layla en voz baja y regresando su atención a la clase.

Joseph estaba mirando a Layla con bastante sútileza e intentaba reprimir sus deseos más profundos. Él también mantenía sentimientos por la chica de forma secreta, solamente los seres angelicales e imponentes sabían de lo que él sentía por la aún adolescente, ya que el joven arqueólogo había decidido callar lo que había dentro de su corazón debido a que su madre era una amiga bastante cercana a la familia Saéz, esa era la familia a la que pertenecía Layla.

La hermosa chica cerró el portal de internet en el que estaba tomando sus clases en línea - ¿qué harás esta tarde? - le preguntó Joseph cuando se dio cuenta que ya no había más excusas para ser ignorado.

- Supongo que ir a casa para estar con Louis y con papá - respondió Layla encogiéndose de hombros.

- Mi madre me ha dicho que tu madre murió hace un mes, lamento tu pérdida con todo mi corazón - al saber que el cumpleaños de Layla estaba cerca quería mantenerse con ella en la menor distancia que le fuese posible.

- Descuida, al menos ya está en un lugar en el que no sufre y en el que su enfermedad no la hace delirar por el dolor intenso - Layla no pudo evitar mostrar el dolor que sentía a través de sus ojos.

- ¿Quieres quedarte conmigo esta tarde? - preguntó Joseph esperando que Layla aceptara su insual cita. Layla asintió con la cabeza sin decir nada, estaba llena de nervios.

- Bien, ahora mismo le diré a mi madre que nos traiga un poco de comida - al escuchar eso Layla se sobresaltó pero no dijo nada. Joseph se alejó de donde ambos estaban para llamar a su madre a su smartphone.

- ¿Aló? - respondió la madre de Joseph desde el otro lado de la línea.

- ¡Madre querida! ¡Qué alegría escucharte! - al escuchar esas palabras Jessica de inmediato se dio cuenta de que su hijo estaba a punto de pedirle un favor - esta tarde no podré compartir la mesa contigo, tendré que quedarme acá, en la biblioteca - Joseph apenas tenía dos semanas de haber regresado a la ciudad que lo vio crecer, Jessica supo al instante que algo fuera de lo común estaba pasando con su hijo.

- ¿Y por qué motivo querrías hacer eso? - preguntó la mujer más sencilla de la ciudad de Bado.

- Tengo que resolver unos asuntos que han surgido en la biblioteca - Joseph miró a Layla desde lejos - ... es solo... que... necesito pedirte algo... - pasó saliva.

- ¿Qué es eso que necesitas de mi? - preguntó Jessica.

- Quería saber si en una hora más puedo ir a casa por dos porciones de comida - dijo Joseph y uno de los momentos más temidos por Jessica desde que se convirtió en madre se hacía presente al fin.

- Si cariño, claro que puedes venir - sin decir nada Jessica terminó la llamada.

Hasta el nacimiento de Layla, Jessica la única persona en burlar a los llimonis para poder escapar de Tromso pues tuvo que cruzar el bosque de las bestias a tan solo 48 después de haber dado a luz a Joseph, llevaba 24 años enteros esforzándose por mantener alejado a su hijo de los hombres lobos y había tenido éxito en su misión, sin embargo, la chica Saéz ya no era una niña y su belleza era tan intensa como los rayos del sol en épocas veraniegas, sabía que su hijo terminaría enamorado de ella tarde o temprano a pesar de que nunca decía nada al respecto.

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