Donde no hay luz
Donde no hay luz
Por: Alessa Mei
Capítulo 1. La muerte

- ¡Mátala! - ordenó Daniella sin piedad y sin dar un solo titubeo.

- ¿Qué? - le preguntó Alessandro sorprendido debido a que no esperaba que una de las mujeres que más amaba le estuviese haciendo esa petición, misma a la que no podía conceder a pesar de que él también quería hacerlo incluso antes desde que la exótica y hermosa mujer que tenía frente a él se lo estuviera pidiendo.

- ¡Hace unos instantes me dijiste que harías cualquier cosa para que yo te perdone, me dijiste que te podía pedir lo que yo quisiera! ¡Y quiero que la mates! - Daniella estaba furiosa, pero más allá de su enojo estaba sumamente preocupada porque todo lo que había soñado desde que tenía uso de razón estaba a punto de caerse en pedazos y para evitarlo una persona tenía que morir esa noche sin duda.

- ¿Tienes idea lo que estás diciendo? ¿Sabes de qué estás hablando? - Alessandro no entendía cuál era el motivo por el odio de su amante cada que él tenía algún logro importante como Jefe de la manada y como el Rey Supremo de la ciudad, en definitiva no podía sucumbir ante lo que le estaba pidiendo aunque su corazón tampoco estaba dispuesto a perderla.

- ¡Claro que sé lo que estoy diciendo! - todos en la sala de urgencias voltearon a ver a la pareja de amantes a causa de que Daniella ya había empezado a levantar la voz.

- Cálmate por favor, lo último que necesitamos ahora mismo es que la ciudad entera empiece a sospechar de que tenemos un amorío - le dijo Alessandro a Daniella en voz baja.

- Rey Morga - apareció el Doctor encargado del turno de urgencias y los amantes se sobresaltaron.

- ¿Qué pasa? - le preguntó Alessandro al Doctor.

- Su esposa ha dado a luz de forma exitosa, en el momento que usted lo desee puede pasar a verla y a conocer a su hija - le anunció el Doctor.

Alessandro no podía asimilar lo que estaba pasando en ese momento, por un lado su adorada amante le estaba pidiendo que asesinara sin piedad a su esposa y por otro tenía a un Doctor diciendo que lo que había nacido era una niña, una hembra - ¿ha sido una niña? - le preguntó al Doctor para corroborar que lo que tenía en su cabeza y lo que había escuchado era correcto.

- En efecto, su esposa ha traído al mundo a una bellísima niña. Felicitaciones - el Doctor hizo una sonrisa de satisfacción y Daniella puso los ojos en blanco a causa del fastidio.

- Entiendo... gracias por sus atenciones Doctor - Alessandro estaba sintiendo como todo daba vueltas alrededor de él. No deseaba tener hijos en lo absoluto, maldijo el momento en el que su esposa le dio la noticia de que serían padres, pero al tratarse de una niña las cosas se ponían aún más graves para él pues eso significaba que el trono de los Alfas sería heredado a una mujer, y por lo tanto era un verdadero deshonor para su familia y para él mismo.

- Ahora si me disculpan debo retirarme, y de nuevo felicitaciones Rey Morga - el Doctor se dio media vuelta y se fue a continuar con las labores que la noche le estaba demandando.

- Quiero que la mates - Daniella estaba tan sobrepasada por su enojo que parecía que estaba poseída por un ser del inframundo - esta es tu oportunidad perfecta para que lo hagas, es una mujer vieja que está débil y cansada en estos momentos. Podrías decir que fue una anomalía postparto lo que terminó con su vida y todo el mundo te creerá - Daniella desde que llegó a la ciudad de Tromso quedó cautivada con el atractivo de Alessandro a partir del primer instante en que lo vio, al igual que todas las mujeres de la ciudad, se propuso enamorarlo y seducirlo tal como su madre le había ordenado cuando apenas tenía doce años.

Daniella debía enamorar a uno de los alfas herederos al trono para que ellas pudiesen tener una posición honorable, y las cosas resultaron mejor de lo que ambas se habían imaginado, pues la atractiva humana había logrado enloquecer al mismo Rey de la ciudad.

- ¡No! - Alessandro se resistió de manera firme.

- ¿Qué demonios estás diciendo? ¿Acaso me estás negando una de mis peticiones? - Daniella estaba dispuesta a sacar el arma que siempre doblegaba a Alessandro, la de ignorar todas sus necesidades emocionales y carnales hasta que a ella se le diera la gana, al mismo tiempo de que no podía evitar preguntarse qué había hecho para merecer vivir todo lo de esa abominable noche.

- Tengo algo mejor para ofrecerte - le dijo Alessandro.

- ¿Ah si? - una sonrisa malvada y cínica se asomó por los labios de Daniella - ¿y de qué se trata? - le preguntó intrigada a su amante y autor de sus mejores noches.

- Voy a matar a mi hija para demostrarte lo mucho que te amo. Solo tendré hijos contigo y serán nuestros hijos quienes gobiernen Tromso - le ofreció Alessandro.

- Bien, tu propuesta me agrada - dijo Daniella de forma altiva y triunfante - pero para que mis hijos puedan gobernar este lugar primero tendré que ser la Reina, y no voy a conformarme con menos - aseguró. En realidad los planes de Daniella eran convertirse en Reina para poderle demostrar a Juliette que ella no valía nada así estuviese casada con el mejor y más codiciado hombre de la civilización de los hombres lobo.

- Así será, ya lo verás - Alessandro la abrazó por los hombros y le besó el cuello - solo será cuestión de tiempo para que nos podamos deshacer de mi esposa.

- Mientras quiero que te deshagas de tu hija esta misma noche - le ordenó Daniella a su amante.

- Todo lo que tu quieras lo tendrás - Alessandro besó nuevamente el cuello de Daniella y fue a ver a su esposa y a su hija recién nacida.

Cuando el Jefe de los alfas entró al cuarto de hospital en el que se encontraba su esposa vio que la misma estaba profundamente dormida debido al cansacio de dar a luz, pues a diferencia de tener simples humanos el hecho de parir a niños lobo era una labor que físicamente no podía compararse con la de solo tener humanos. La hermosa recién nacida estaba en un cunero despierta pero sin hacer ruido, justo al lado derecho de donde estaba la camilla de su madre. Sin perder un segundo Alessandro la tomó en sus brazos para sacarla del hospital, debido a la actividad tan intensa que aquejaba al área de urgencias durante el turno nocturno nadie se dio cuenta además de Daniella que el Rey había salido con su hija recién nacida para dirigirse a los límites de la ciudad y para adentrarse en el Bosque de las Bestias.

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