Tomo aire con pesadez notablemente molesta. Perezosamente volteó la página de la revista Vogue que estaba leyendo con desgana, como si de verdad odiara estar ahí, y en parte era cierto.

Aunque en el fondo sabía que estar aquí era mejor que estar en la calle o sabe dios, donde. Al fin y al cabo nada puede ser peor que el infierno…

Además yo no soy cualquier niñita inocente, soy capaz de afrontar cualquier situación, incluso mucho peores que esta.

—¿Estás escuchando?—preguntó Patricia con frustración frente a mi, pobre chica, con lo bonita que era, estaba estropeando su bello rostro arrugándolo de esa manera.

De donde vengo yo la belleza es dinero en una mujer a parte de su mayor condena.

—Totalmente— respondí mirándolo y pasando otra página.

Estábamos en un hotel no muy lejos del casino y me estaba cansando de estar aquí, de hecho era agobiante. El lugar tenía un tema blanco y dorado molesto y, aunque todo estaba más allá del lujo, lo odiaba. Demasiado asfixiante.

Me senté en la mesa