Capítulo 2

Hallie

Su y Jeremy, ya en su forma humana, me guiaron hasta la casa más grande del pueblo, estaba un par de kilómetros más alejado entrando al bosque, completamente rodeado por la vegetación. Árboles frondosos, fuertes y saludables. Los guardias me miraron con curiosidad, pero no dijeron nada al ver que me acompañaba la hija del alfa.

La casa era grande. Más grande que en la que yo me crié. Tiene cuatro pisos, contando la primera planta y, sabedora de lo paranoicos que eran mis padres, seguramente había dos o tres pisos subterráneos con múltiples salidas secretas a sitios aleatorios del bosque, tanto dentro como fuera de nuestro territorio.

De niña me encantaba descubrir todos y cada uno de ellos. Acompañada siempre por mi hermano mayor, Theodore.

Para llegar a la entrada principal había que subir unas escaleras. Desde mi posición apenas podía ver la parte superior de la puerta. Su subió varios escalones hasta que yo reuní en valor suficiente para seguirla.

Estoy nerviosa, siento retortijones en el estómago y como mi corazón amenaza por salirse de mi pecho. Mis palmas sudan, intente limpiarme sobre mis vaqueros. Sé que no fui la única que lo noto, agradecí que no lo mencionaran.

Susan no paró de hablar de mil y una cosas sin sentido, llevada por la ansiedad y la incómodos situación. Yo tampoco sabía cómo actuar, así que me quedé en silencio, evitando moverme demasiado.

Después de tanto tiempo ¿Qué es lo que había cambiado? ¿Todo? ¿Nada?

No lo sabía y me da miedo descubrirlo.

Subí dos escalones de piedra cuando me detuve. Los nervios clavándose en mi piel sin clemencia, como una sesión de acupuntura con un aficionado. Su se detuvo al no escucharme y se volteó. Al verme congelada al principio de la escalera bajo hasta mí. Me sonrió comprensiva y me tendió una mano.

Estuve por aceptarla cuando la puerta principal se abrió de golpe y de dentro de ella me llegó un aroma muy conocido. Tal como antes, un nudo se formó en mi garganta impidiéndome decir palabra, dificultándome la acción de respirar.

Por las escaleras bajo un furioso Theodore.

Estaba enojado. Tan enojado que su cuello estaba colorado y con sus ojos entrecerrados apenas se podía notar sus pupilas brillando con un tono rojo, que parpadeaba como un farola de carretera descompuesta.

Yo solo me quedé quieta, mirando a mi hermano mayor. Es completamente diferente a mis recuerdos. Se ve mas alto, mas fuerte y no hay rastros de esa sonrisa que siempre lo acompañaba a donde quiera que fuera y en cualquier situación que se le presentara.

Perdóname hermano, por haber desaparecido. Siento todo el sufrimiento que cause. Perdón. Perdón.

Pero ninguna palabra abandonó mi boca.

 Theodore

tenemos que… 

comenzó a hablar Su, pero una mirada

suya

fue suficiente para callarla.

Los ojos de hermano mayor se fijaron en Jeremy, a un par de metros de distancia de nosotras.

 ¿Qué haces aquí?¿No te lo dije la última vez? Que seas la pareja de mi hermana no te da beneficios. Tienes un trabajo y debes cumplirlo.

Theo estaba a punto de estallar contra el chico inocente.

 Theodore, escucha, no es...

 ¡Su!

rugió el 

¡Ya hablamos de esto!

 Estoy haciendo mi trabajo, señor 

respondió Jeremy, con voz calmada, tranquila y

respetuosa

estoy escoltando a...

 ¡TU TRABAJO ES ESTAR EN LA FRONTERA! 

Grito Theodore.

 ¡SUFICIENTE! 

Grito Su. Theo se volvió furioso hacia ella pero antes de que comenzara a hablar, ella siguió

¡Puedes escucharnos por un segundo!

Theo gruñó algo y la miró en silencio, esperando que hablara. Susan tartamudeo, sin saber que decir o como. Cómo decir la noticia de que estoy viva.

¿Y bien? 

presiono.

Carraspeé, llamando la atención de los tres.

Su me sonrío con disculpa por haber presenciado la escena. Como hermano mayor y hermana menor, Theo y yo hemos tenido tantas discusiones, a veces estás llegaban a un grado mayor y terminamos en la enfermería. Esto que acabo de ver no es nada. Supongo que eso es porque nuestro carácter es similar. Culpa de mamá.

Theodore me miró sin reconocerme por unos segundos. Entonces, sus ojos se abrieron tan grandes como los de Susan minutos atrás. Supe que ya me reconoció.

 Imposible 

murmuró para sí.

 Soy yo, hermano 

dije, mi voz se oyó rasposa y ronca

soy yo.

 Hallie 

acarició mi nombre con dolor y ternura, me rompió más de lo que ya estoy rota.

 Si, soy Hallie

asentí con la cabeza intentando sonreír, pero debo verme aterradora con las feroces marcas en mi rostro.

 Hallie... ¡Hallie! 

Grito y corrió hacia a mi.

Me abrazó con fuerza, aplastando mis extremidades impidiendo mi movilidad. El pánico me subió como gusanos de hielo de mi estomago a mi cabeza. Me estremecí y tomo todo de mi fuerza de voluntad no alejar su agarre de mi. Me repetí que el es mi hermano, es un leopardo, es mi familia. No me hará daño.

Minutos después Theo se separó de mí casi a regañadientes. Me inspeccionó el rostro, y una mueca de horror se formó en su cara cuando cayó en la cuenta de las cicatrices de mi cara. Con sus enormes y ásperas manos intentó acariciarme, pero igual que con Su, me tensé y quise alejarme. Puedo aguantar que me abracen, pero no tolero, no puedo, que me toquen la cara.

 ¿Dónde estabas? 

Pregunto

¿Quién fue?¿Que te paso?

Mi cuerpo se sacudió, retrocedí dos pasos. Cerré mi mente a los recuerdos que amenazaban con desacomodar los pedazos de mi que logre volver a juntar.

 Hallie 

el miedo, la impotencia y el dolor por mi en su voz me devolvió a la realidad, el es mi hermano, no un lobo 

ahora estarás bien. Te protegeremos. Nunca más nada malo te pasará.

Aunque esa promesa me encanta, sé que no es cierto. Un alma rota como la mía no tiene arreglo.

La puerta de entrada volvió a abrirse, y por las escaleras escuché dos pares de pie bajar alterados.

¡Theodore!—llamó una voz que reconocí enseguida

¿Que sucedió?¿Por qué gritaste así?

Me aleje de mi hermano para quedar cara a cara con el alfa y su compañera. Con mis padres. Mamá jadeo y sus ojos se nublaron. Papá parpadeo, sin poder creerlo. Sus ojos horrorizados revisaron mi cuerpo, como si pudiera ver cada horror que tuve que pasar.

Halliesollozo mamá y bajó las escaleras que nos separaban en dos zancadas y me abrazó.

Me tense. Sus brazos rodeándome se sintieron como cadenas intentando aprisionarme. A pesar de saber que son mis padres, mi familia, que jamás me harían daño. A pesar del tiempo que pase mentalizandome para este momento, no pude soportarlo.

Ahora estoy en un lugar seguro, con gente que me ama y me protege. Pero yo ya estoy rota y no tengo salvación.

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