Capitulo 4

Hallie

Baje las escaleras de dos en dos hasta el primer piso. Allí esperaba Theodore con su rostro tan frío como el hielo.

¿Qué tal me veo?—di una vuelta sobre mí misma, mis labios curvados en una sonrisa falsa.

Una sombra nostálgica ensombreció por un segundo sus ojos. Si, me imagino el porque. Sin las cicatrices y vistiendo conjuntos juveniles soy idéntica a mi yo anterior. Aquella chica linda y sonriente...

Hermosa—masculló.

Asentí, quitando la sonrisa de mi cara antes de que se me acalambren los músculos de la cara. Baje el último escalón y lo mire, asintió ante mi pregunta silenciosa y juntos caminamos hacia la entrada. Allí nos esperaba papá y mamá, ataviados con sus mejores trajes. A su izquierda se encuentra Su, descansando sobre el pecho de Jeremy, quien la abraza por la espalda.

Los compañeros gozan de una confianza absoluta, profunda y embriagadora. Los solteros anhelan tener algún día una conexión tan fuerte con un ser así. Pero para mí, eso está negado. ¿Confiar a tal grado de dejar mi vida en otras manos? Jamás. ¿Entregarme en cuerpo y alma a una persona? El simple pensamiento me provoca nauseas.

Mi padre me regala una rápida sonrisa antes de volver su rostro al frente, su espalda está regida y sus músculos tan tensos que temo que se haya metido un palo por donde no le da el sol. Quizás cree que eso le hace ver más intimidante. O solo está nervioso por traer al lobo a la puerta de nuestra casa.

Theodore se coloca a su derecha, mama a su izquierda, yo me posicione a su lado. Como futuro alfa, Theo debe estar a la derecha aunque a mí me parece una completa estupidez determinar qué lado tiene más poder que el otro. Por mi parte, soy un beta de Theodore y mi lugar corresponde a su derecha. Aunque en estos momentos mi posición recae más en mi situación de hija que en mi cargó en la estructura de la manada, por lo tanto voy a la izquierda.

Theo estaba en desacuerdo con papa. La manada entera se encontraba reticente a recibir a estos invitados. Pero Theo no lo disimulaba, frío como un témpano de hielo, con la boca fruncida como si hubiera comido panqueques hecho con huevos podridos en el desayuno, miraba con ferocidad el automóvil que se acercaba hacia nosotros.

Algún día, Theodore Black se convertirá en alfa y el mundo entero lo reconocerá como uno de los depredadores más peligrosos. Nuestra manada ya no tendrá que temer seré reprendida y presionada bajo las garras de los demás. Padre es un buen alfa, pero está demasiado concentrado en la paz. Sin embargo, ser demasiado pacíficos no nos dará poder y el poder es esencial para sobrevivir.

El mundo se rige en leyes escritas con sangre. Si hay que triunfar, debes hacer y aceptar cosas que pocos consideran moralmente correctas. El poder requiere sacrificios.

Y no me cabe la menor duda de que el alfa de la manada lobuna Jokerwolf es consciente de ello.

La visita de nuestro posible futuro aliado durará una semana. El hecho de que su bestia interior sea un lobo hace que mi corazón arda con el fuego de la venganza.

No todos son iguales. No todos son iguales.

He repetido palabras de mi padre, esas que me dedico el mismo día en que el lobo se comunicó con nosotros por primera vez, miles de veces. Tengo la seguridad de que podré controlarme...bueno, no estoy 100% convencida.

Los lobos me rompieron, pero Hickling no fue uno de ellos. No puedo meter a todos en la misma bolsa.

Aun.

Una limusina blanca se estacionó frente a nosotros. La puerta trasera se abrió. De ella primero salieron un par de piernas envueltas en un pantalón oscuro, pies calzados con unos zapatos de cuero negro. Una mano grande y firme se apoyó en la puerta para abrirla aún más.

Bakhet Hickling por fin está ante mis ojos.

Es un hombre grande.

Son como unos dos metros de puro músculo. Vestido con un traje a medida que remarca cada uno de sus músculos. Abraza su espalda ancha y envuelve sus musculosos brazos como la envoltura de un caramelo. Tiene el cabello rubio oscuro perfectamente peinado hacia atrás, sostenido por un lazo negro en la nuca. Sus ojos cubiertos por una fina capa de escarcha se clavan en mi apenas pone un pie sobre nuestra tierra.

Mama me codeo con disimulo, pero con la suficiente fuerza para hacer que me despierte de mi ensimismamiento, en el cual no sabía que estaba y desvíe mis ojos de esa piel bronceada. Me quedé embobada mirándole, como una colegiala. Hickling es la clase de hombre por la que cualquier mujer se arrastraría y pelearía por solo hincar los dientes en esa perfecta piel bronceada que brilla con el sol. Es una pena que sea un lobo.

Parpadee, carraspee, y compuse la mejor expresión de inocencia. Intenté sonreír con la mayor dulzura. El apretón de mamá me dio entender que estaba haciéndolo bien o quizás quería decir que entendía mi reacción.

El alfa frunció el ceño, aún con sus ojos en mí, como si algo le molestara.

¿Hice algo malo? No soy experta en el protocolo, nunca me interesó, así que me tendré que quedar con la duda.

Creo que si le ofendí la reacción más esperada seria que me ignorara o me insultara con elegancia, como mínimo. Nadie ofende a uno de los grandes señores y sale bien parado. Pero Hickling solo siguió mirándome, su mirada sin desviarse de mis ojos mientras subía las escaleras de la entrada hacia nosotros.

Hace cuatro años atrás habría bajado la cabeza avergonzada. Pero hoy, aunque estoy interpretando ese papel, no puedo mostrarme tan débil frente a un lobo. Mi animal se retuerce incómodo, deseoso de saltar sobre él y quitarle los ojos por su osadía de mirarme de esa forma. Es por eso, por mi tozudez, que en vez de bajar la cabeza fijé mi mirada en él, consciente de que lo estaba desafiando. Su lobo se asomó por un microsegundo en sus ojos, una silenciosa aceptación al desafío.

Con paso firme subió las escaleras de la entrada hasta nosotros. Una vez estuvo de pie frente a mi padre dejó de mirarme para hacer las respectivas presentaciones. Suspiré internamente. Solo fueron unos segundos, pero muy intenso.

Bakhet Hickling, alfa de Jokerwolf—se presento. Su voz es...la voz de un alfa, definitivamente. Desprende poder, buscando que mi animal se rinda ante sus pies.

Ni en sueños.

Aunque deteste el contacto con cualquier ser, no niego que algunos tienen sus atractivos.

Este es un espécimen muy atractivo. Seguramente es la fantasía de toda mujer, un sueño imposible.

Ahora soy yo quien no puede quitarle la mirada de encima.

Antes que me golpee para hacerme reaccionar (lo que me hubiera llevado a una situación incómoda) mi padre pronuncia mi nombre y me presenta como su hija, el lobo se acerca para saludar. Toma mi mano, su piel es más clara que la mía y el contraste fascina a mi leopardo. A su lado soy pequeña y frágil, si desea con un solo apretón puede romperme todos los huesos de la mano y el brazo; todo su ser exuda puro poder y fuerza que me estremece. El rechazo está listo en mi garganta. Y el, en ves de estrecharla como un ser de este siglo se inclinó levemente y dejó un beso sobre mi piel. Un ligero toque de sus labios sobre mi piel. Es suave como acariciar el pétalo de una flor y cálido como una siesta bajo el cálido sol del atardecer.

Y luego los recuerdos se liberaron de la prisión en mi mente. La oscuridad, el sonido de las cadenas, el metal enterrado en la piel de mis extremidades. Y ellos, acariciándome y lamiendo mi piel mientras reían.

Quite mi mano, demasiado brusca para pasar desapercibida. Mamá a mi lado se tenso, pude sentir como sacaba las garras lista para defenderme. Respire hondo, obligue a concentrarme en el mundo real. Sonreí, mis músculos duros por la tensión. Apretando los dientes, retraje los colmillos.

Un placer conocerlo, señor Hickling—saludo, intentando inútilmente cortar el ambiente tenso que cree. Me hice la tonta, ignorando mi actitud brusca.

El gusto es mío, señorita Black— Acepto Hickling mi intento de mejorar la situación.

Mientras que por dentro quiero arrancarle la mano y, de paso, su cabeza, por fuera sonrió e intento hacer todo lo posible por verme amistosa. Debo recordarme que su manada es mas poderosa que la nuestra y el es mas poderoso que yo. Quizás, tal vez... pueda ganarle en un 1 vs 1.

Mi bestia ruge y detengo el sonido justo a tiempo antes de que se escape de mi garganta. Aun así, no he pasado desapercibida. Theo me mira con advertencia y el señor Hickling con curiosidad. Me muerdo la lengua con fuerza y recompongo la sonrisa. No puedo luchar contra el. Aun si ganase, lo cual hay un 80% de posibilidades de que no pueda, su manada perseguirá la nuestra y aun no somos lo suficientemente poderosos para enfrentarlos.

Va a ser una semana muy larga.

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