La mente de James quedó completamente en blanco al escuchar aquellas palabras, ni media hora tenían de conocerse este par y… y… ¿Ya estaban pensando en casarse? A Doraline no le había alcanzado el tiempo para prepararles un café y ya hablaban de matrimonio.
-¿Pero qué clase de locura es esta?- exclamó sorprendido casi gritando -A ver, se me sientan tranquilos los dos, se toman un calmante primero, respiran profundo, ponen la cabeza en orden, piensan bien lo que van a hacer, porque ninguno sale de esta habitación hasta que no recuperen la cordura- expresó James que parecía que era el que se iba a volver loco- Acaso se les tostó la única neurona que tienen.
-Eh, sin ofender- Ann se recostó en el asiento como si lo que hubiera dicho fuera algo bien natural.
James, se desplazó hasta la entrada de biblioteca cubriendo la puerta con su cuerpo, sabía que podían hacerlo a un lado y salir sin problemas, pero por lo menos deseaba dar ese toque de imposición, porque el momento así lo ameritaba, debía quedarles claro cuál era su postura al respecto.
-Si insinúas que estamos locos, te equivocas, nadie aquí lo está- Índico Nicolae señalándolo- Tú luces más desquiciado corriendo para intentar impedir lo inevitable.
-¡Ohh, no! ¿Llamas cordura y buen juicio el quererse casar por venganza?- replicó el más joven de la casa- Ustedes ni siquiera se conocen, ¿Qué esperaban? ¿Qué les aplaudiera la magnífica idea?
-¿Es que acaso eso tiene importancia?- Indicó Ann con indiferencia.
Si antes esperaba un consejo de su amigo, ahora que ya había marcado su ruta a seguir poco le importaba su opinión a estas alturas.
Para Nicolae fue inevitable no esbozar una pequeña sonrisa en su rostro sin perder su actitud estoica, la riña entre los dos presentes en la habitación le había hecho subir los ánimos. Ciertamente lo último que espero al venir a buscar refugio al hogar de James fue un acuerdo que incluyera la palabra “boda”.
Pero en algo su amigo tenía toda la razón, eran completos desconocidos, si iban a tomar este paso lo mínimo que debía saber eran sus nombres completos. Con esta idea en mente carraspeo para llamar la atención, en especial la de la mujer.
-Nicolae Muster, es un placer conocerte- Le dijo el hombre frente a ella, tendiéndole de nuevo la mano.
Ella enfocó su atención hacia él dejando a su amigo con la palabra en la boca.
-Anastasia Marie Banes, el placer es mío- respondió estrechando su mano en un saludo que la estremeció por completo. La mano de ese hombre era tan grande y cálida que tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no sentirse más abrumada.
De frente a ellos, James se encontraba estupefacto, pensaba seguir objetando, quería agarrarlos y llevarlos inmediatamente al manicomio del distrito. Medicación de por vida pediría para ellos, pero al fijarse con detenimiento en la intensidad de las miradas que se dedicaban no logró inmutar palabra alguna.
***
Jonathan recorría toda la estancia de un lado a otro con evidente incomodidad dibujada en su rostro, ¡Estaba jodido! y lo sabía, conocía muy bien quién era Ann Banes, su orgullo era algo que la acompañaría hasta la tumba y no dejaría que este fuera pisoteado de aquella forma.
Solo había pasado menos de una hora que para él se sentía eterna. De la forma en ella se había retitado de la casa fue peligrosa, Ann era extremadamente cuidadosa con la velocidad, siempre había sido una conductora responsable. Todo lo contrario al sonido que había oído cuando ella había salido manejando antes. Eso indicaba el estado nervioso en que se encontraba. Trató de ubicarla por llamadas y mensajes, a su número personal, a la oficina, a las amistades, pero no halló más que un “No sé nada de ella”, Su secretaria le informó “Se supone que se encontraría contigo”.
-Deja de ofuscarte querido- le dijo la rubia que lo acompañaba- Al final ella no era buena para ti, no te convenía. Demasiado frígida y recta. Seguro si se caía al suelo se destrozaba esa nariz levantada-
El hombre no levantó su mirada del móvil, no la había escuchado. La ira ardía en su pecho, pero debía centrarse, primero lo primero.
Mientras, la mujer seguía desnuda, estirando su cuerpo buscando ocupar toda la cama de propiedad de Ann, esta era su forma de burlarse y sentirse triunfadora. Berlín analizaba la situación, si hubiera planeado este encuentro, nada hubiera resultado tan bien como ocurrió.
-Sabes que Berlín… Te culparé toda la vida si Ann no aparece. No podrás vivir con la culpa- le recriminó Jonathan dirigiendo su penetrante mirada hacia ella. Sus ojos color cielo, en ese momento eran tan oscuros que apenas se podía definir su pupila.
-¿Acaso es solo mi culpa?- ella sonrió de lado mostrando una perfecta hilera de dientes blancos- Ambos lo estábamos disfrutando y mucho, no deje de escucharte gemir desde que iniciamos- le respondió haciendo caso omiso del tono empleado por él.
Berlín apartó las sábanas de su cuerpo desnudo y se dirigió con paso elegante, contoneando sus caderas, exudando sensualidad hasta donde estaba Jonathan, de pie y recostado en la pared.
-Me gustaría continuar nuestro encuentro de momentos antes, amo como me haces el amor- Dijo la rubia dedicando un puchero al hombre.
Si algo le gustaba de él, además de su dinero y poder, era su posesividad, fuerza y brío en la cama. Solo él era capaz de volver su cuerpo un volcán a punto de estallar. Lo que más adoraba era el momento cuando sus manos recorrían sus piernas hasta llegar a su intimidad, le brindaba la presión justa que la enloquecía, todo muy distante de la adoración, veneración y sexo apasionado que le brindaba el gemelo de este y su supuesto amante oficial.
-Aseguraste que realmente me deseabas, me dijiste que mi cuerpo encajaba perfecto con el tuyo- ronroneó en su oído mientras afirmaba sus pechos contra la piel del brazo del hombre.
Jonathan se inmutó ante las insinuaciones, no iba a negar las palabras que había expresado, para él estaba muy claro lo que había dicho, pero no porque pensara en realidad escoger a Berlín por encima de Ann, ese no era el plan. Su relación con ella tenía una justificación, esto no iba solamente en el hilo de calmar la calentura.
Era algo muy complicado donde tener a Ann a su lado al final del juego era la prioridad.
Flashback-Hermano, quiero hablar contigo, no hay mejor consejero que tu propio gemelo- Expresó Nicolae con amabilidad.-¿Qué quieres ahora?- Indicó el mayor -¿Por qué siempre debo resolverte tus problemas?-Vamos Jonathan, solo vengo a decirte que quiero proponerle matrimonio a Berlín. Es la mujer de vida- Expresó Nicolae de forma directa.La mueca de disgusto no pudo ser disimulada, Nicolae imaginaba esta reacción. Estaba preparado para lo que se pudiera presentar.-No te preocupes hermano, no tengo interés en hacer efectivo el testamento, para la empresa estás tú, conoces el manejo y sabes cómo hacerla más eficiente, lo traes en tus venas. Yo tengo otra idea sobre qué hacer en mi futuro- respondió el más joven con sinceridad.-No te creo ni un gramo de tu amabilidad, pero sabes que, complácela en todo, cásate y disfruta con ella- replicó Jonathan – Cuando la tengas aprisionada entre tus brazos y debajo de tu cuerpo, ese será tu momento para sorprenderla- sonrió entre dientes por su
De verdad que rezaba por un milagro, uno muy grande. En su delirio, James esperaba que alguien atravesara la puerta para detener todo lo que se venía suscitando entre los presentes. Eso era una locura total.Mentiría si dijera que no estaba nervioso, su rostro de incredulidad no hacía más que aumentar con cada segundo que pasaba. Oh si, debía revisarles la presión, de seguro les debía faltar oxigeno porque no podía apartar la idea que sus cerebros no estaban funcionando correctamente.-¡Van a acabar con mi vida!- exclamó frustrado James - Si pensaba que perder el cabello era un problema ahora ustedes me van a dejar totalmente calvo con sus locuras. ¿De dónde sacaron esa idea? Se les tostaron las neuronas con tanto dinero a su alrededor-Ann y Nicolae rompieron su conexión y dirigieron su mirada al joven, ambos sabían que no era lo correcto, pero en esta situación ¡Que importaba lo correcto!, deseaban saborear con premura el dulce sabor de la venganza. Ann no debía permitirle a nadie q
Ann tomó las escaleras con premura, una característica que difería totalmente de su personalidad, la fría y calculadora ingeniera no estaba maquetando lo siguiente después de firmar los papeles que los declararían marido y mujer, por su mente no pasaba la idea de lo consecuente al finalizar la boda, pero estos pensamientos no turbaban la mente de la mujer.Muy distante del pensamiento de Ann, para Nicolae otra historia era, si bien estaba centrado en su venganza reconoció que había omitido detalles que poniéndolo en probabilidades, de seguro causarían un revuelo en la pelinegra, podría pedir el divorcio de forma inmediata.-¡Thyan! ¡Thyan!-Vocifero Anastasia al aire esperando ver salir a la mujer de alguno de los espacios de la casa, en su lugar se presentó asistiendo a su encuentro una jovencita menuda con la cabeza gacha.-Necesito salir con urgencia, puedes pedirle al valet que traiga mi vehículo por favor- Solicitó atentamente.-Claro señorita Ann, ya nos pondremos en comunicación
Jonathan analizaba el mejor escenario, aun no salía del apartamento, quizás en el fondo de su ser esperaba que ella volviera de alguna forma, que algo necesitara de sus pertenencias y regresara asumiendo que él ya había abandonado la estancia.Los golpes en la puerta se habían detenido hace ya más de una hora y desconocía el paradero de aquella mujer.Una sonrisa socarrona atravesó su rostro, hubiera disfrutado verla forcejear desnuda con la seguridad, además que imaginaba cual sería el transporte que se atrevió a tomar carente de ropa.–Pobre Berlín, la condescendencia no va conmigo- Lanzó al aire mientras daba otra calada a su cigarrillo – Berlín, Berlín… no supiste elegir, te dejaste engañar, porque para volar te hacen falta alas, pero a ti Ann, te las cortaría de ser necesario, no estoy listo para dejarte, te quiero conmigo, este es tu lugar- Expresó mientras miraba una foto colgada en la pared de ambos sentados en un jardín.En el bolsillo de su pantalón algo comenzó a vibrar, no
Nicolae sintió una corriente de aire que se filtraba de algún espacio de la habitación, recordaba haber cerrado las ventanas y la puerta al ingresar, pero no podía evitar sentir que alguna se le había olvidado.Decidido a encontrar su error, cerró el paso de la regadera y salió de la ducha, ubicó a su mano derecha la toalla y procedió a eliminar el exceso de agua que su cabello y piel destilaba. Giró la perilla de la puerta notando que no la había cerrado así que la jaló hacia sí y al atravesar el umbral notó una sombra, si sus ojos no lo engañando, esta sombra tenía silueta femenina.Ann había invadido su habitación, lo afirmaba porque en este momento ya no dudaba de quien se atrevió a entrar a hurtadillas, su rostro fue claro para él cuándo ella se giró y con destreza ajustó la puerta en su lugar.¿Qué estaría buscando? Paseó sus ojos por el espacio mirando, analizando que podría querer ella que él tuviera en su poder.Después de pensar varios segundos mejor retiró la idea de su cab
Ann estaba disfrutando la vista, sentía su mente despejada y es que la descarga de emociones que experimentaba contribuía a su sensación de bienestar, se sentía plena, libre.El viento hacía volar su cabello y golpeaba su rostro con fuerza haciéndola sentir viva, fresca. Nuevos horizontes se mostraban en su vida, así como el sol caía en el atardecer. Tenía la seguridad que el día de mañana volvería a brillar con intensidad, esas eran las promesas del futuro.Al cambiar el semáforo a verde pisó el acelerador a fondo. Su apartamento se ubicaba en toda la interestatal y lo que menos deseaba en estos momentos era tener que rememorar el tamaño de los cuernos que cargaba gracias a cierta persona.Su pensamiento la distrajo de unos ojos que la miraban con sorpresa, no pudo percibir como su presencia en aquel lugar y en aquel auto causaba estragos en la persona que estaba atenta a sus movimientos.Así que Ann siguió su ruta en tranquilidad, dejándose absorber por la vegetación que ostentaba a
Luego de perder al vehículo en la vía principal, Jonathan asumió su ubicación, así puso sus esfuerzos en llegar pronto al distrito central de Alberta. Tomó el estacionamiento bajo la sombra del gran ciprés sembrado a dos locales del Heaven Lights, la compañía de Ann.Al bajarse del vehículo notó como alguien cerraba la entrada principal de la empresa, en manos de esa persona yacía el control remoto que se encargaba de ajustar el encendido de las alarmas y sensores de movimientos dentro del local.Sus facciones demostraban la intriga que estaba sintiendo, no podía sentirse más extrañado por las acciones de la que reconoció como la secretaria de Ann, así que corrió a su encuentro, aún faltaba más de un par de horas para la salida del personal, algo estaba ocurriendo y él lo averiguaría.Lola sintió unos pasos acercándose de forma veloz, se giró a la defensiva, en su mente era un blanco fácil, una mujer sola cerrando uno de los emporios de arquitectura y diseño más destacados del contin
-Nicolae ¿Todo está bien? ¿Puedo entrar?- Preguntó James al pie de la puerta de la habitación de huéspedes.-Puedes pasar- Indicó el gemelo desde el fondo de la alcoba- Justo necesitaba tu ayuda-James empujó la puerta y acomodó en la cama lo que traía en sus manos.-Te traje ambos porque no tengo claro que color te gustaría usar, así lo puedes elegir- Comentó mientras tomaba asiento en el sillón.Nicolae analizaba los trajes que habían planchado para él, uno era color gris y otro azul marino, ambos muy formales. Seguían siendo de su talla así que decidió probárselos frente al espejo.Su amigo divagaba mientras Nicolae hacia mil preguntas de cómo se veía, pero la inseguridad ocupó el rostro de James, miles de dudas embargaban su mente, no quería verlos infelices, porque ambos merecían disfrutar de muchas cosas buenas, pero la palabra “Poca cordura” no salía de sus pensamientos.-James, ¡Tierra a James!- Hablaba Nicolae frente a la cara del joven, le chasqueaba los dedos lo más cerca p