Venganza

Después de una ducha muy necesaria y un impulso de autoestima muy necesario de Sebastian, me vestí con un vestido de terciopelo rojo por encima de la rodilla, con tirantes finos. 

Este era mi vestido de venganza.

Agarré el anillo de diamantes en mi mano, presionando el frío metal contra mi pecho mientras miraba el grabado. Reina. Sentí el escozor de las lágrimas subir a mis ojos. Lo extraño. Quería decirle que lo extrañaba, pero sabía que no cambiaría nada porque no podía hablar con él. Así que hice todo lo pos

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