Steffano puso su mano en la parte baja de mi espalda
-Ese es con quien nos reuniremos, es el jefe de nuestra pandilla. Estamos aquí para hablar de negocios con él
No me importa.
-Pensé que eras el jefe, Steffano- Sonreí inocentemente, incluso diciendo su nombre me daba ganas de sacarme los ojos.
-Soy el líder, eso no me convierte en el jefe. Piensa en mí como el segundo al mando
Oh, entonces eres la perra de Vasil
Simplemente asen
Punto de vista de Arlet Hice que mis hombres rastrearan la llamada de Sasha, no sé cómo se las arregló para conseguir un teléfono celular, pero solo escuchar su voz me dieron ganas de llorar. Muy varonil, lo se. Ya estábamos en Italia, hablando con pandillas individuales que trabajaron para mí, logré conseguir 3 restaurantes que eran los lugares favoritos de las pandillas. Estaba Café Push, Piccolino y Buono. Ya habíamos estado en Café Push, fue casi vergonzoso, entrar con 50 hombres detrás de mí, con armas apuntando a todos.
3 meses despues... Muy bien Sasha, eres una chica mala, sexy, soltera de 18 años. Lo tienes. Respiré hondo, vertí el detergente, cerré la puerta de la máquina de golpe y presioné el botón de ENCENDIDO. ¡Toma eso ropa! -Sasha, ¿qué diablos estás haciendo? Me volví para encontrar a mi amiga Rachel sonriéndome, su cabello castaño estaba reco
La fiesta estaba en pleno apogeo cuando llegamos allí, había cientos de universitarios, barriles, vasos rojos solitarios y el hedor a hierba. -¡Okey!- Rachel se volvió hacia mí- permanezcamos siempre a la vista de la otra. No te vayas a casa con nadie, ni consumas cocaína. Sonreí y asentí, agradecido de tener una amiga leal por una vez. La música estaba a todo volumen mientras nos quitamos los zapatos y corrimos hacia la multitud de personas. Nos preparé bebidas, entregándole a Rachel un vaso de plástico lleno hasta el borde de whis
El agua helada del océano me sumergió. Me quedé sola de nuevo, flotando allí en el mundo de la oscuridad, con las cicatrices rojas en mi cuerpo, de los recuerdos que Arlet dejó atrás. Fue gracioso, de verdad, Arlet habría saltado conmigo. Pero aquí estaba yo, 6 pies bajo el impacto de las olas. Me sentí como si me estuviera ahogando, siendo arrastrada por las olas. Excepto que este mar en realidad no está hecho de agua, está hecho de desesperanza y desesperación. No importa qué tan rápido nade... la inundación oscura siempre me hundía. Arlet me estaba ahogando, matándome ... y ni siquiera lo sabía. Rachel corrió desde el baño hasta la cocina, sosteniendo una pistola de agua -SASHA HAS INICIADO UN FUEGO- Ella chilló, disparando el chorro de agua rápidamente a las llamas de la estufa. -Si no puedes soportar el calor, ¡Sal de la cocina!- Grité. Traté de hacer pollo a la parmesana ... no funcionó. -RACHEL RAY ME DIJO QUE LO ASE LENTO, ¡CONFÍO EN RACHEL RAY CON MI VIDA!- Grité, agarrando una toalla golpeando esas llamas como si mi vida dependiera de ello. No busques respuestas
Aparqué el coche como un maldito jefe y nos dirigimos a la entrada del restaurante. Era una pizzería típica, muchas mesas sin limpiar, un bar completo y un servicio al cliente mediocre. Nuestra camarera parecía tener unos veinte años y llevaba una camiseta negra ajustada con el logotipo del establecimiento impreso.Tenía el pelo corto de color rojo y los ojos enmarcados por una brillante sombra de ojos. -Hola, ¿mesa para tres?. Preguntó alegremente, sus ojos vagando hacia Sebastian. Su etiqueta con su nombre decía Emily, está bien, no era una stripper. Su nombre no era Candy o Tinkerbelle.
Después de mi llamada telefónica extremadamente emocional con Arlet, sentí que necesitaba darle un respiro a mi mente. -Rach vamos a un club- Le dije a Rachel, que había estado viendo American Horror Story durante las últimas 6 horas. -¡SI!- Ella saltó del sofá, lanzando sus manos al aire. Sus trenzas volaban por todas partes mientras bailaba. Forcé una sonrisa. -¿Qué club? ¿Cuándo? ¿Con quien? ¿Y dónde?- Una gran sonrisa estaba plasmada en su rostro. -Amnesia, en una hora, tú y yo, es el club de Miami Beach- Me reí al ver su
Su rostro se tensó levemente -No tengo la libertad de decirlo, señorita- Dijo disculpándose, volviendo su atención hacia una joven que le mostró su identificación para que la revisara. -¿Es la mafia italiana la dueña del club?- Pregunté, pero ya sabía la respuesta. Se congeló un poco, volviéndose hacia mí -¿Cómo lo sabes?- Su voz era tensa y nerviosa.Último capítulo