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Los pies de Elena dolían, dolían mucho, pero aun así no era capaz de sentirlos. Su corazón era el que reamente se sentía oprimido. Sus esperanzas siendo rotas, porque si, era tan estúpida de tener esperanzas por un hombre que nunca le había mostrado ni una pizca de atención, más de la necesaria. Y ella… se quería golpear tantas veces por desperdiciar así su vida.

Ahora no tenía ni ahorros, apenas su trabajo donde tenía que trabajar mucho para poder salir adelante por si misma, y ni siquiera un techo que pudiese decirle hogar. Era increíble dado que supuestamente ella había nacido en una familia rica. Pero no es como dicen. EL dinero no da toda la felicidad, puede ser también tu peor enemigo.

-Ugh- gimió cuando su pie derecho no aguantó más y encontró algunas magulladuras debajo de las tiras de este. El izquierdo tampoco está en mejor estado.

Miró por encima del hombro las luces de la mansión se habían desvanecido solo dejando las de la ancha calle. No sabía cuánto había caminado, pero
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