¡Qué mujer!

Mientras que Dylan, quien después de tomar un baño caliente se dejó caer en la cama sin poder concentrar el sueño, debido a que aún lo sucedido no abandonaba su mente y por más que quería dejar de pensar en la discusión que tuvo con Judith era imposible.

—Por mi puede tener mil amantes, eso no debería importarme, total, la mujer que amo es Analía— rezongaba mirando el techo y de un momento a otro se sentó en la orilla de la cama, y se estrujó la cara con ambas manos.

Sintiéndose ofuscado se levantó, yendo de inmediato a su sala de juego; dónde se dirigió a su licorera y se sirvió un trago y para eliminar el tedioso silencio encendió el reproductor de audio.

Mientras que Judith tuvo que ir de emergencia a su negocio, pues, habían llegado unos comensales que exigían platillos preparados por la chef estrella del restaurante y como el cliente siempre tiene la razón, ella a pesar del mal momento vivido con Dylan con rapidez llegó.

—Amiga, todos los clientes solo han preguntado por ti, te d
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