36- Joseph Me quedé pensando en mucho rato en lo que le había pasado a Jennifer, no pensé que fuera una mujer de pesadillas, pero cuando me vio parecía que salía corriendo de un asesino en uno de sus sueños. Llegue a pensar que alguien había entrado en la casa, pero las alarmas no habían saltado y había luz, de todas maneras, hay un sistema de emergencia si eso llega a pasar. —Alguien me tocó de manera indebida —susurro en la oscuridad— al final no pasó nada, pero… —tragó grueso y calló. Llevaba tanto tiempo callada y con la respiración regular que pensé que estaba dormida, me sorprendí mucho, más por lo que dijo que por que estuviera despierta. —Sabes que eso no es tu culpa ¿Verdad? —trague angustiado. ¿Qué le hicieron? —¿No lo es? —preguntó preocupada. —No, el culpable es el enfermo que te toco sin tu consentimiento —estaba molestó y al mismo tiempo preocupado. La preocupación ganó la partida y solo por eso no le pedí nombre y dirección para no matarlo. —Lo es, le dije… —res
37- JenniferLo primero que vi cuando llegué al teatro fue a Sean Kingston haciendo los estiramientos.—Llegas tarde, estrellita — me regaña Santiago Greco, mi jefe.Greta estaba hasta el fondo viendo a Sean como si fuera una aparición, siempre le gusto, pero Sean era ciego para esas cosas.—Lo siento. Te dije que no se me da bien madrugar— me excusé con las mejillas rojas de vergüenza. Madrugar era antinatural para mi cuerpo.—Si, lo sé, igual haces seis series de 30 sentadillas —sonrió benevolente.Refunfuñé, pero de todas formas ya me estaba desguindando la mochila para hacer lo que me había dicho, se sentía bien tener un propósito, solo éramos cuatro hoy, Greta, Sean, Santiago y yo y todos hicimos ejercicios a excepción del jefe.—¿Qué haces? —me pregunta Sean— pensé que estarías con el anciano.Joseph no era tan viejo. Aun así parecía ser una amenaza para Sean Kingston.—Entrenar ¿Qué no ves? —replique moviendo un poco más lejos de él.—No, pregunto que qué haces con un hombre co
38- JenniferLas pesadillas volvieron en mitad de la noche y allí estaba Joseph para ayudarme con ellas, me tendía un vaso de agua y acariciaba mi cabello hasta volver a dormirme, pero la última pesadilla me tenía despierta mientras las caricias en mi cabello me calmaban.—Me cuentas un cuento— pedí entre lágrimas.Solo quería distraerme de las cosas que soñaba. Necesito a ir a terapia, no quiero que Sam me arruiné de por vida.—¿Un cuento? Soy pésimo para eso… pero lo intentaré —me dijo en un susurro destinado a tranquilizarme y lo estaba logrando— había un niño que soñaba con ser el mejor rey para su nación— comenzó a relatar— ese niño estaba destinado a ser un gran rey, pero a medida él fue cambiando y quería otras cosas.—Eso no lo haría un mal rey. Solo diferente—opine.—No era lo que opinaba su padre, cuando llegó a la adolescencia era muy rebelde y tuvo un desliz —su voz y la historia me tenían hipnotizada, mi llanto cesó y lo escuchaba atentamente —embarazó a una plebeya y lo o
39 Jennifer Me sentía nerviosa, pero me armé de valor y terminé de bajar los pocos escalones que quedaban para entrar a la sala y me dirigí directo a la cocina, llenando mis pulmones de tanto oxigeno como podía y soltando despacio el aliento. Joseph hizo como si no hubiera pasado nada, me sonrió y me sirvió desayuno, me regaló otra de esas lindas sonrisas y me relajé un poco. Pero me sentía tensa. —¿Necesitas que te lleve alguna parte hoy? —preguntó— tengo tiempo antes de una cirugía que tengo hoy. —Solo voy al teatro— me encogí de hombros— ya me sé la línea que pasa por aquí cerca. Seguía avergonzada por lo que había pasado, pero comencé a desayunar— saldré temprano para ir al hospital y medir el tamaño del lugar donde haremos el pequeño espectáculo del que hablamos. —Si quieres llegar al mediodía y almorzamos juntos, le pedí esos papeles a mi nueva secretaria, Tiana— me comunica, bebe un trago de su café viéndome atento— también puedo hablar con una amiga, si quieres charlar con
40 JenniferLo primero que vi al entrar fue el inmenso espacio de su oficina, cerca de la ventana estaba su escritorio de cristal y hierro muy sofisticado, con él sentado revisando unos papeles, había toda una pared lateral llena de diplomas y una repisa de premios, del otro extremo una biblioteca llena de muchos libros, vi un pequeño sillón de dos puestos con una mesa que tenía algunas revistas de ciencias reposando en ellas.—Hola, muñeca —me sonrió cuando puse mis ojos azules sobre él.Se había quitado la chaqueta de cuero que cargaba y quedó con su camisa manga larga puesta, sonreí sin poder evitarlo y me acerqué lentamente a él.—Hola, ¿tarde mucho? —le pregunté cuando vi que me hizo señas y rodeé su escritorio para llegar a él.—No, estás a buena hora —me confirma con una sonrisa, besó mi estómago y me abrazó estando yo de pie— la cirugía no se alargó tanto y salió estupendo todo.Acaricié su cabello y respiré hondo por primera vez desde la mañana que lo vi, las lágrimas se agol
41- Jennifer A los pocos días siguientes de mi almuerzo con Joseph me llamó mi abogado, le mandaría la citación de divorcio a Sam, solo era mera formalidad para empezar con el papeleo, me dijo que tomará unos meses, puesto que ya los abogados de Sam estaban intentando frenar lo más que pudieran el divorcio, pero Andrew Galloway me asegura que es un hecho y tendré mi divorcio en unos meses en las manos. No me atreví a ver a la psicóloga, todavía estaba un tanto aterrada por el juicio de un extraño, pero yo misma llamé a los días y me presente y ella muy amable me dijo que tenía una hora en la tarde a eso de las seis y que si quería debería tomarlo. Lo hice. Y aquí estaba. De pie a las afueras del hospital tratando de controlar mis nervios. Caminé con paso indeciso y subo a la planta cinco donde me debe de estar esperando. Bueno en cinco minutos porque aún es temprano, llevaba unos veinte minutos de pie en la entrada del hospital. Hoy estuve más distraída que de costumbre y Santiago
42 N.O Luego de los acontecimientos en la oficina, pese a lo que pensaba Jennifer, el doctor Kessler se portó como un caballero y la llevó a cenar la comida árabe que ella tanto quería, al llegar a la casa solo se dirigieron a la habitación que ella ocupaba como cualquier otra pareja y se prepararon para dormir. Jennifer no sabía que hacer, tomaba la iniciativa o por consiguiente esperaba que fuera él quien lo hiciera. Como siempre. Ignoró sus pensamientos y se acostó a dormir al lado del hombre que le daba paz, seria acribillada por la opinión publica si se enteraban que duerme con el papá de su casi exesposo, pero a efectos de la ley seguían casados y sería vista como una zorra, y, con ese pensamiento se durmió. *** Llegó el día de la función en el hospital Memorial Kessler, los empleados estaban curiosos, y Jennifer y su compañía estaban contentos, Walter Dagger había cumplido con su parte del trato y mandó al apartamento de su hija tres enormes bolsas de regalos para los pequeñ
43 Jennifer La cara de Jennifer era como si hubiera visto un fantasma y trató de disimular cuando le quitó la mano entre sus garras, solo quería alejarse de él que alguien se lo quitara de encima, pero todos estaban en shock, ella jamás había visto a Sam Kessler vestido de esa manera y le sorprendió demasiado verlo en esa tesitura. No había palabras para estos acontecimientos. Segundos después Cora se acercó con los ojos muy abiertos casi saliendo de su órbita para agarrar la mano de su amiga y alejarla un poco del oído indiscreto de los presentes, de frente a las camillas y sillas de ruedas veían como Sam entregaba los globos haciendo monerías a los niños. —Esto se cuenta y no se cree— dice Cora con una rabia jamás antes vista. —No puedo creer que está haciéndome esto, Cora —estaba a punto del llanto. Joseph se acercó a mí en pasos rápidos y largos y me vio preocupado, no le había dicho a Cora lo que me había pasado con Sam y a Joseph solo le había dicho que alguien se sobrepasó