Capitulo 37

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10 minutos más tarde, nos encontrábamos frente a la casa de Melisa.

Yo ingresé, nos invitó a cenar juntos. Habíamos estado un día entero sin Emma. En parte yo también le echo de menos. Era muy especial para mí esa niña.

De alguna manera, había sentido una conexión única con ella.

—Iré a cambiar a Emma —comentó Briana, y Melisa la acompañó.

Yo estaba curioseando un poco los cuadros familiares. Los típicos adornitos que muchos coleccionan. Yo odiaba a coleccionar cosas, prefería que mi casa no tuviera nada más que un florero blanco.

Pero respetaba la opinión de cada quien. Recuerdo ver a mi madre limpiar durante horas a todos los adornos que tenía en la casa.

Yo optaba por lo sencillo, incluso mi guardarropa no tenía tanta ropa.

Seguí recorriendo con cuidado con mi silla de ruedas. El suelo de madera rechinaba debajo de mí. Tenía miedo de caerme a un pozo profundo, sin embargo nada de eso ocurrió.

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