Capitulo 27

—No, tú no puedes ir. Estás débil y el médico me dijo que tienes que hacer reposo absoluto... Eduardo, podés contagiarte algún virus en el hospital y empeorar.

—Es mi hijo Briana ¿De qué manera quieres que no vaya?

Asiento, y pronto se me ocurre una idea.

Dos horas más tarde, estoy frente a una gran pileta. Había llamado a una persona, se encargaba de los partos naturales en el agua. Así que ahí estábamos, Eduardo junto a mí. La chica embarazada, en la gran pileta

En realidad el padre tenía que estar junto a ella. Pero Eduardo no podía hacer eso.

—Tranquilo, Eduardo solo tienes que sostener su mano, y tienes que darles ánimo.

—"Okay" —comento sin saber muy bien qué decir al parecer.

—Solamente tienes que decirle que ella puede... —susurrar su oído.

—Alma, tú puedes... —murmuró él, y me miró.

Yo levanté el pulgar, diciéndole que estaba bien. Ella empujaba y tenía dolor, lo bueno que en la ecograf
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