—No, tú no puedes ir. Estás débil y el médico me dijo que tienes que hacer reposo absoluto... Eduardo, podés contagiarte algún virus en el hospital y empeorar.
—Es mi hijo Briana ¿De qué manera quieres que no vaya?Asiento, y pronto se me ocurre una idea. Dos horas más tarde, estoy frente a una gran pileta. Había llamado a una persona, se encargaba de los partos naturales en el agua. Así que ahí estábamos, Eduardo junto a mí. La chica embarazada, en la gran piletaEn realidad el padre tenía que estar junto a ella. Pero Eduardo no podía hacer eso.—Tranquilo, Eduardo solo tienes que sostener su mano, y tienes que darles ánimo.—"Okay" —comento sin saber muy bien qué decir al parecer.—Solamente tienes que decirle que ella puede... —susurrar su oído.—Alma, tú puedes... —murmuró él, y me miró.Yo levanté el pulgar, diciéndole que estaba bien. Ella empujaba y tenía dolor, lo bueno que en la ecograf—Yo también te extraño —dijo y sin pensarlo dos veces me refugio en sus brazos. Él, acareció mi espalda con cuidado, y yo me sentí muy feliz. Levanto la vista, y busco sus labios. Nos besamos, lo hacemos en un tierno besos, sin pausas, y a la vez sin prisa. Siento su lengua de recorrer mi boca, sus labios se presionan en los míos. Me da unos pequeños mordisco y me siento más confundida que nunca. Nos separamos por la falta de aire Me sonríe.—Estás muy bonita hoy —dijo y yo sonreí divertida mirando hacia otro lado.—¿Veremos una película esta noche..? —le pregunté.—Claro, la que tú quieras. —No me quiero ir de aquí —dije y él me abrazó con más fuerza.— Entonces... no te vayas.—Te amo... —murmuré, mientras sentía sus caricias. Los dos estábamos en silencio. —Yo también te amo. Lamento haberte mentido. Me incorporo, sentándome y mirándolo a los ojos. Siento que es el mejor
La rutina vuelve a su vida. A trabajar, lo hace con bastante entusiasmo Estás viendo que a unos metros de distancia se encuentra Eduardo. A pesar de sus palabras, la noche anterior la había mantenido confundida. ¿Si no de qué otra manera podrían haberse abrazado?Tal cual una pareja lo haría. Avergonzada, dió un golpeteo en la oficina, y su jefe le indicó que pasara.—Buen día Señor Eduardo.—Tengo bastante trabajo para ti —comentó Eduardo.En su regazo habían varias carpetas de color amarillo. —Veo que sí —dijo.—Es algo... de lo que no hemos hecho en esta semana. —Está bien —dijo y se dio la vuelta.—Briana... —murmuró. Ella se giró confundida y lo miró.—¿Sí? dígame.—Estás bonita hoy... con ese vestido de color blanco. Sus mejillas se sonrojaron, quitó un mechón de su rostro para dejarlo detrás de su oreja. Sonrío con timidez y se alejó de la oficin
Más tarde...Por suerte, Briana llegó más antes que Eduardo. El mismo, tenía una reunión en una ciudad cercana. No llegaría hasta la madrugada por Briana, miró en su habitación las pocas cosas que tenía. La cuna de Emma, y demás cosas. Se las había comprado Eduardo y para ella no le correspondía llevárselas. Quería comprarle todo ella. Comenzó a empacar, guardó la mayor cantidad de cosas que había utilizado, y cuando estuvo a punto de dejar varias cosas se dio cuenta de que había sido un regalo. —A la mierda... Eduardo me las regaló puntos además, él me lastimó mucho, tiene que ser una manera de sanarme. Además hay demasiadas cosas lindas, me da pena dejarlas aquí. Seguramente Eduardo... se las dará a su nueva Novia. Hablando en voz alta. Ya se encontraba guardando muchas cosas. En cuestión de algunos minutos ya había terminado. Melisa, llegó justo con una camioneta que era de su padre. La ayuda a cargar, y en 2 horas ya hab
Al día siguiente, Briana no quería entrar a la oficina. Tenía que hacerlo, Eduardo la había llamado. Se quedó parada la puerta, con la mano estirada y puesta en la perilla pero sin girar.No era lo suficientemente valiente para enfrentar a su jefe. —Yo puedo... yo puedo. Pero no le hizo falta al girar, porque la puerta fue abierta y Eduardo apareció del otro lado. Briana bajo la vista, e hizo una mueca.—Pasa —comento con voz fría, y Briana se estremeció. —Buen día Señor.—¿Por qué... por qué te fuiste? —preguntó directamente.—Porque yo estuve demasiado tiempo ahí, y Melisa tiene una gran casa.—¿Por qué te fuiste..? —volvía a insistir.—Quiero hacerle una solicitud, puede trasladarme a otro departamento, yo...—Encima ¿ahora te quieres ir de aquí? ¿Dime por qué Melisa..? ¿Por qué?—Es demasiado obvio Eduardo —dijo un poco alterada.—No, no le entiendo ¿Acaso te he tratado
— Lo siento tanto Briana, pero no quería que cargaras con un paralítico como yo.—Me dejaste sola... y desamparada. No te importó nada, y...—No te deje tan sola... al parecer. Al poco tiempo conociste a alguien y por eso tuviste a Emma. "Y Emma es tu hija..."—De igual forma... me dejaste y no me diste la opción de elegir. Tal vez yo hubiera querido tener esa vida junto contigo —murmuró, y Eduardo desvió la vista. —Creo que tenía miedo de que me rechazaras.—Yo nunca haría eso Eduardo... lo sabes. Yo siempre estuve enamorada de ti desde que éramos unos niños y...—Lo siento, fui egoísta. Pero, yo no soporto que estés con Agustín. Brianna, en ese momento entendió. Eduardo, le decía todo eso porque no soportaba verla con alguien más. Se enderezó como pudo.Se quitó las lágrimas y dijo: —Pues estoy bien con Agustín, y tú tuviste demasiado tiempo para decirme esto, y ahora yo estoy reconstruy
Eduardo —Vamos al parque —le propuse a Briana en la oficina.Ya tenía a Emma entre sus brazos, habíamos almorzado algo rápido y Emma había comido unas verduras junto con un poco de pollo.—Está bien, el día está bonito. Aunque, creo que hay un poco de viento frío.—Nos abrigamos con camperas y ya.—Sí, claro. Ellas dos desaparecieron subiendo las escaleras. Yo me acerco con la silla de ruedas, abro el vestidor que se encuentra al lado de la puerta. Elegante pero abrigado. Mi padre, durante muchos años me había enseñado siempre estar presentable. Es que el entorno en el cual me crié, me había obligado a hacer eso. Sin embargo prefería las cosas sencillas. Tomar Sol en un parque, ir a la playa de vez en cuando y mirar las olas del mar. Saber que no podré volver a nadar, en parte me llenaba de pesar."Es... preciosa", pienso. Briana, bajó junto con Emma. Sonrío, es una mujer hermosa, y se ve muy feliz
Al llegar a otra parte de juegos, ayudamos a Emma. Bajarse del tobogán. Mejor dicho Briana, le ayudó. Emma bajaba con los brazos de su madre, hasta el final. Al principio le había dado un poco de miedo, sin embargo en las demás oportunidades se reía. Yo me quedé a un metro de distancia, y le saqué una foto. Se veían adorables.Me preguntaba ¿Qué hubiera pasado si la hubiera dejado en mi vida?¿Acaso yo tendría una familia así?Esa pregunta rondó mi mente, durante bastantes minutos. —¿Estás bien..? —preguntó Briana, y yo ni siquiera la había visto venir.—Lo estoy.—Es que te veo un poco pensativo —comentó y yo suspiré.—Es que Briana, ahora me arrepiento de haberte dejado ir. Me pregunto ¿cómo hubiera sido tener una familia contigo Briana?Ella me miró con los ojos grandes, se mordió los labios y miró hacia otro lado.—¿Briana..? —pregunté un poco confundido por su actitud, desapareció de mi
Era un restaurante, uno que quedaba al borde de la playa. Me encantaba ese lugar, y la última vez le había prometido a Briana llevarla. Eso nunca había ocurrido, nos habíamos separado.—Se que me invitaste aquí la noche anterior —comentó Briana.—Lo hice, pero finalmente... te traje —dije divertido y ella se rió.—Supongo que... mejor tarde que nunca. Es muy lindo. Con razón estabas entusiasmado en llegar aquí —dijo, yo asenti. El lugar se veía mucho mejor que antes, la parte exterior. Estaba rodeado de luces de colores, y en el medio, algunas hamacas colgantes como de tela.Era hermoso, y Briana estaba sorprendida. Por suerte había una rampa de madera que me ayudó a subir. Eso no lo había contemplado para ser sincero. Aunque de igual forma, mi chofer siempre llevaba una rampa especial para adaptar cualquier camino.Esa era la ventaja de ser rico.—Gracias... por traerme aquí —dijo yo asentí.—De nada