Al día siguiente, yo me encontraba en la oficina. No me había cruzado en esa noche ni a la mañana con Eduardo.
No entendía si en parte él estaba enojado conmigo, o estaba demasiado concentrada en la idea de que iba a ser padre. Unos minutos más tarde después de llegar yo, él ingresó con su silla de ruedas saludando a todo el mundo menos a mi.—H... —no pude terminar la oración, él ya se había girado.Tal vez las palabras que le había dicho, le habían afectado de alguna manera.Pero no debería ser así. En primer lugar:Quien me había dejado había sido él. Yo hubiera seguido con la relación durante toda mi vida. Yo lo amaba, él era muy importante para mí. Y encima estaba embarazada de él. Fue algo que él no supo nunca. Ni siquiera ahora que vivimos juntos.Estaba cansada, no había podido dormir. No había podido dormir bien con Emma. Había llorado toda la noche, a pesar de darle el pecho, ella seguía inquieta. No tenía fiebre niRecordando que siempre fui sola a cada una de las ecografías, la primera vez que nació Emma, yo no tenía ningún hombre a mi lado. Esos pensamientos me rondaron la cabeza. Pero la moví intentando despejarlos.—¿Estás recordando algo de Emma? —me preguntó.—Puede ser. A propósito te traje estos documentos con bastantes números irregulares. —Está bien, gracias. —Es que Eduardo... Yo siento que ¿Y si te está mintiendo y..?—Me dices eso para protegerme, pero yo sé cuidarme solo.—Eduardo pero...—Tranquila, yo veré cómo solucionar todo esto. Tú, solo ocúpate de que Emma, esté bien. —Me ocupo de Emma ¿acaso estás diciendo que no me ocupo de mi hija?—No... no dije eso para nada. —Está bien, me iré —Dije me di la vuelta un poco molesta. Él, quiso pasar de la silla de ruedas a la silla giratoria. —¿Me puedes ayudar?Yo me giré, sabía que él lo hacía sin dificultad. Per
Mi madre sigió dormida, y yo me sentí más culpable que nunca en mi vida. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Me senté a su lado, y no solte su mano.—¿Quieres que vaya a buscar a Emma? —sugirió Eduardo y yo asentí.Solamente quería estar con mi mamá, entonces Eduardo desapareció y yo me quedé con mamá.—Hija... —murmuró alguien a mi lado, y al levantar la vista, me había quedado dormida, encuentro a mi madre.—¡Mamá..! ¿cómo estás? ¿bien..? —dije con una sonrisa enorme y ella asintió.—Si... sí. No te preocupes, estoy bien ¿Emma..?—Eduardo la fue a buscar, se quedarán en la casa. Me mandó un mensaje recién.Era cierto había enviado, que estaban en la casa. Suspiro de alivio, a pesar de que Eduardo se manejaba excelente con la silla de ruedas, siempre tenía miedo de que algo pudiera llegar a pasarle.Despejé mi mente en ese momento, solo me quedé hablando con mamá hasta que se hizo de noche y comimos la cena.
EduardoAl ver a Brianna caer, no puedo hacer nada para evitar su descensoVeo desplomarse sobre el suelo. Y no sé qué hacer, tengo fuerza en los brazos, pero ¿de qué manera puedo levantar a alguien que está en el suelo?Me hice esa pregunta durante varios segundos, hasta que finalmente arrastro la silla de ruedas cerca de su cuerpo.Tomo sus brazos, y la arrastró con dificultad. Intento subirla a la cama. Aunque es bastante difícil para mí. —Yo puedo... yo puedo.Realmente lo logro, tengo a Brianna entre mis brazos, y lo dejo sobre mi colchón. Esta llena de fiebre, hago una mueca. Vuelvo a colocar mi mano en su frente, ella se queja.Miro a mi alrededor, me dirijo sin pensarlo dos veces hacia el baño. Ahí, tengo medicina para todo tipo. De vez en cuando, tengo fiebre o algún malestar. Ya tengo la medicina entre mis manos, corro hacia Briana. Le abro un poco la boca y le doy con una jeringa de 1
El tiempo pasa como el doctor sale, avisándome que estaba bien, que le dé un medicamento que le había traído. Le hago caso y desaparece por las escaleras. Yo tengo una rampa especial para subir y bajar. Y creo que eso haré... pero tengo que cuidarla, es mi deber. No puedo dejarla sola, y en parte de eso me llena un poco de culpa. Ya la dejé sola un tiempo atrás, aún no puedo olvidar sus ojos tristes. El rostro de decepción, los ojos llenos de lágrimas. Toda esa imagen, aún me persigue durante mucho tiempo. Muevo la cabeza de un lado al otro intentando olvidar.Dos horas más tarde, me estoy quedando dormido. Aunque una voz y un golpe en mi mejilla me despierta rápidamente. Me sobresalto, apoyo mi mano en mi mejilla adolorida.—¿P-por qué estoy desnuda? —preguntó exaltada Briana.Se había puesto de pie, y estaba centímetros de mi rostro roja.—Tenías fiebre, te puse compersas de agua tibia y...—¡¿Y q
Creo que fue la peor idea que había tenido. No era buena para el terror, y él lo sabía. Cuando una chica con los ojos dado vueltas, comenzó a caminar al revés... me asusté demasiado. Encima de la pantalla tan gigantesca no ayudaba. Me refugié en el cuello de Eduardo.Fue un gran error. Sentí su aroma varonil impregnarse en mis fosas nasales, mis bellos corporales se erizaron. Además, él sostuvo mi cintura, con su mano libre. Trago saliva seco, pero me dejó llevar escondida en el hueco de su cuelloNo me quiero salir de ahí, me siento cómoda y calentita.—Ya... no está ocurriendo nada —comentó y yo me separé rápidamente. —Lo siento. —Pensé que te gustaban las películas de terror —dijo yo asentí. Emma, no podía ver la pantalla. Estaba detrás de un sillón, lo habíamos puesto a propósito, o mejor dicho yo, para que no tenga pesadillas. Ella estaba entretenida jugando con un montón de juguetes, Ed
Se la llevaron, y mi corazón se quebró en el instante en el que ella salió con una camilla y el rostro cubierto con una sábana. Se había ido, no había nada que hacer. El tiempo pasó tan rápido, era como si me transportara en escenas.De un momento al otro ya me encontraba frente a su funeral. Su cajón estaba abierto, y ella estaba bellísima. Con su vestido preferido, con un recogido lleno de flores blancas. Era una princesa y era mi mamá. No pude evitar llorar con más fuerza, incluso parecía que estuviera viva, preparándose para un evento importante. Tal cual lo hacíamos antes, cuando papá nos quería. El dolor era demasiado, pronto sentí una mano detrás de mí y la pude ver.Mi hermana mayor, quien había huido durante todos esos años. —Emilia...Aunque les dijera que era hija única no era así. Sin embargo, desde el instante que Emilia se fue de nuestras vidas, jamás volvió a aparecer. —Lo lamento mucho —comentó.
—¿Desde cuándo es amable? —pregunta en voz alta pero nadie me respondió. Suspiré con dolor y volví a llorar hasta volver a quedarme dormida. Cuando abro los ojos, escucho la puerta ser abierta. Me asomo, estoy cubierta hasta la nariz. Ingresa Eduardo, Emma entre sus brazos. —Hola mamá —dijo.—Emma... —murmuré, poniéndome de pie, y tomándolo entre mis brazos.—¿Te sientes mejor? —preguntó Eduardo.—No... me siento mal.—Vamos a comer algo a un restaurante —propuso. Yo negué, no quería comer. No tenía hambre, solamente quería vomitar una y otra vez hasta quedarme desmayada. —Creo que te hará bien salir de la casa. —Gracias pero estoy bien —murmuré mintiendo. Él asintió y desapareció. Una semana después, aún sufría en silencio. No había ido al trabajo, Eduardo incluso aún llevaba Emma al maternal. Yo estaba cubierta de cobijas, sin querer levantarme de la cama y sin comer
Un mes había pasado, teníamos una extraña amistad con Eduardo. Yo estaba inmensamente agradecida, por su apoyo durante todo el tiempo que yo lo necesites. Sin embargo, me engañaba a mí misma diciendo que solo éramos amigos. Porque muy en el fondo, aún lo amaba.Anhelaba ver sus ojos de cerca, sus manos entrelazadas con la mía, con el pretexto de estar asustada por alguna película de terror. Pero, yo amaba estar a su lado. No me había dado cuenta lo mucho que me hacía falta, desde el momento que comenzamos a estar más unidos.Ambos llegábamos al trabajo juntos, comenzábamos a cocinar y almorzábamos. Después yo dormía. Emma hacía ejercicio, y de vez en cuando salíamos a caminar con el cochecito. A la noche, cocinábamos o comprábamos algo hecho y veíamos una película. Era la misma rutina cada día, pero a mí me encantaba. Después llegamos a la oficina y simplemente éramos empleado y jefe.Aunque él, me hablaba de la mism