—¡Deja de mirar a tu ex esposo...! —me regañó Melisa y yo le di un codazo amistoso.
La convención estaba llena de gente. El bullicio se hizo presente en cuando ingresamos. Yo, observé por todas las direcciones posibles.Habían demasiados puestas de empresas, algunos de ciencia y también de libros. Era un lugar bastante amigable, lleno de color y de vida.—Pronto empezará una convención, donde podemos hablar las distintas empresas. Nosotros estamos en el puesto número 3 —dijo nuestro jefe.—¿Y quién hablará..? —preguntó Andrea, una compañera de la oficina.—Pues Briana.—¿Qué..?, ¿por qué yo tengo que hablar? —pregunté asombrada.Encima, me daba mucho pánico que me mire la gente. Además, ni siquiera me había presentado del todo. Mi cabello estaba despeinado; tenía de la peor ropa posible y ahora, encima tenía que estar frente a muchas personas hablando de algo que ni siquiera sabía de qué iba a estar hablando.De reojo pude ver, queda solo un trozo de pizza, habían desaparecido las otras dos. Estiré mi mano y la sostuve.—¡Casi me quitan la pizza! —protesté.—¿De verdad estás mirando de reojo? La pizza esa que estaba.—Sí, está muy sabrosa y se devoran todo.—Podía pedir otra pizza más caliente. —No hace falta. Ya me comí media pizza.—¿Qué? ¿media pizza en qué momento..? —preguntó asombrado Eduardo.—¿Por qué me miras la panza?, no voy a engordar de un momento al otro.Eduardo dejó de verla.—Es solo que... me llamó la atención que sea es tan delgada y no tengas ni un poco de panza.—¡Oye!, tú también estás delgado y comiste un montón.— Entonces estás prestando atención a lo que como ¿no? —dijo sugerente, moviendo las cejas y yo puse los ojos en blanco. —No me interesa la cantidad de piezas que comiste, la verdad es que no me interesa nada de ti —dije.Un silencio sepu
Ahora, no sabía de qué manera mirarlo a los ojos. Cuando estábamos yendo de vuelta, lo hice en silencio. Melisa me miraba de reojo confundida y yo no tenía ánimos de hablar. Llegamos a la empresa, tomé mis pertenencias y caminé como siempre. Había escabullido de Melisa, no quería preguntas. Solo quería estar tranquila. A llegar al maternal me entregaron a Emma y seguí caminando hacia la casa. Tendría que pronto buscarme un lugar donde vivir. Había dejado de pagar el alquiler de mi ex lugar ya que Eduardo me sugirió que ahorre.Pero ahora me arrepentía. De igual forma no ganaba la suficientemente bien como para comprarme algún terreno algo por el estilo. Tendría que estar tres años como mínimo viviendo ahí. Y esperanza se habían reducido a la nada misma.Aunque tenía la esperanza en algún momento ascender y ganar un poco mejor.En cuanto ingreso por la puerta, Emma dio aplausos, y yo me siento feliz. —Eres la niña más
Al día siguiente, yo me encontraba en la oficina. No me había cruzado en esa noche ni a la mañana con Eduardo. No entendía si en parte él estaba enojado conmigo, o estaba demasiado concentrada en la idea de que iba a ser padre. Unos minutos más tarde después de llegar yo, él ingresó con su silla de ruedas saludando a todo el mundo menos a mi.—H... —no pude terminar la oración, él ya se había girado.Tal vez las palabras que le había dicho, le habían afectado de alguna manera. Pero no debería ser así. En primer lugar: Quien me había dejado había sido él. Yo hubiera seguido con la relación durante toda mi vida. Yo lo amaba, él era muy importante para mí. Y encima estaba embarazada de él. Fue algo que él no supo nunca. Ni siquiera ahora que vivimos juntos. Estaba cansada, no había podido dormir. No había podido dormir bien con Emma. Había llorado toda la noche, a pesar de darle el pecho, ella seguía inquieta. No tenía fiebre ni
Recordando que siempre fui sola a cada una de las ecografías, la primera vez que nació Emma, yo no tenía ningún hombre a mi lado. Esos pensamientos me rondaron la cabeza. Pero la moví intentando despejarlos.—¿Estás recordando algo de Emma? —me preguntó.—Puede ser. A propósito te traje estos documentos con bastantes números irregulares. —Está bien, gracias. —Es que Eduardo... Yo siento que ¿Y si te está mintiendo y..?—Me dices eso para protegerme, pero yo sé cuidarme solo.—Eduardo pero...—Tranquila, yo veré cómo solucionar todo esto. Tú, solo ocúpate de que Emma, esté bien. —Me ocupo de Emma ¿acaso estás diciendo que no me ocupo de mi hija?—No... no dije eso para nada. —Está bien, me iré —Dije me di la vuelta un poco molesta. Él, quiso pasar de la silla de ruedas a la silla giratoria. —¿Me puedes ayudar?Yo me giré, sabía que él lo hacía sin dificultad. Per
Mi madre sigió dormida, y yo me sentí más culpable que nunca en mi vida. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Me senté a su lado, y no solte su mano.—¿Quieres que vaya a buscar a Emma? —sugirió Eduardo y yo asentí.Solamente quería estar con mi mamá, entonces Eduardo desapareció y yo me quedé con mamá.—Hija... —murmuró alguien a mi lado, y al levantar la vista, me había quedado dormida, encuentro a mi madre.—¡Mamá..! ¿cómo estás? ¿bien..? —dije con una sonrisa enorme y ella asintió.—Si... sí. No te preocupes, estoy bien ¿Emma..?—Eduardo la fue a buscar, se quedarán en la casa. Me mandó un mensaje recién.Era cierto había enviado, que estaban en la casa. Suspiro de alivio, a pesar de que Eduardo se manejaba excelente con la silla de ruedas, siempre tenía miedo de que algo pudiera llegar a pasarle.Despejé mi mente en ese momento, solo me quedé hablando con mamá hasta que se hizo de noche y comimos la cena.
EduardoAl ver a Brianna caer, no puedo hacer nada para evitar su descensoVeo desplomarse sobre el suelo. Y no sé qué hacer, tengo fuerza en los brazos, pero ¿de qué manera puedo levantar a alguien que está en el suelo?Me hice esa pregunta durante varios segundos, hasta que finalmente arrastro la silla de ruedas cerca de su cuerpo.Tomo sus brazos, y la arrastró con dificultad. Intento subirla a la cama. Aunque es bastante difícil para mí. —Yo puedo... yo puedo.Realmente lo logro, tengo a Brianna entre mis brazos, y lo dejo sobre mi colchón. Esta llena de fiebre, hago una mueca. Vuelvo a colocar mi mano en su frente, ella se queja.Miro a mi alrededor, me dirijo sin pensarlo dos veces hacia el baño. Ahí, tengo medicina para todo tipo. De vez en cuando, tengo fiebre o algún malestar. Ya tengo la medicina entre mis manos, corro hacia Briana. Le abro un poco la boca y le doy con una jeringa de 1
El tiempo pasa como el doctor sale, avisándome que estaba bien, que le dé un medicamento que le había traído. Le hago caso y desaparece por las escaleras. Yo tengo una rampa especial para subir y bajar. Y creo que eso haré... pero tengo que cuidarla, es mi deber. No puedo dejarla sola, y en parte de eso me llena un poco de culpa. Ya la dejé sola un tiempo atrás, aún no puedo olvidar sus ojos tristes. El rostro de decepción, los ojos llenos de lágrimas. Toda esa imagen, aún me persigue durante mucho tiempo. Muevo la cabeza de un lado al otro intentando olvidar.Dos horas más tarde, me estoy quedando dormido. Aunque una voz y un golpe en mi mejilla me despierta rápidamente. Me sobresalto, apoyo mi mano en mi mejilla adolorida.—¿P-por qué estoy desnuda? —preguntó exaltada Briana.Se había puesto de pie, y estaba centímetros de mi rostro roja.—Tenías fiebre, te puse compersas de agua tibia y...—¡¿Y q
Creo que fue la peor idea que había tenido. No era buena para el terror, y él lo sabía. Cuando una chica con los ojos dado vueltas, comenzó a caminar al revés... me asusté demasiado. Encima de la pantalla tan gigantesca no ayudaba. Me refugié en el cuello de Eduardo.Fue un gran error. Sentí su aroma varonil impregnarse en mis fosas nasales, mis bellos corporales se erizaron. Además, él sostuvo mi cintura, con su mano libre. Trago saliva seco, pero me dejó llevar escondida en el hueco de su cuelloNo me quiero salir de ahí, me siento cómoda y calentita.—Ya... no está ocurriendo nada —comentó y yo me separé rápidamente. —Lo siento. —Pensé que te gustaban las películas de terror —dijo yo asentí. Emma, no podía ver la pantalla. Estaba detrás de un sillón, lo habíamos puesto a propósito, o mejor dicho yo, para que no tenga pesadillas. Ella estaba entretenida jugando con un montón de juguetes, Ed