Danielle se tensó por un instante cuando Enrico habló de redes sociales, debía hacer desaparecer su rostro de ellas como fuera y sobre todo que no apareciera su nombre por ningún lado, aunque en realidad esperaba que manteniéndose lejos de Gregory fuera suficiente.— Me sentí tan estúpida subiendo a esa azotea — aseguró besando su pecho mientras se acomodaba bien sobre su cuerpo — Hasta que encontré tu regalo y me di cuenta de que no era la única que seguía pensando en esa noche y volví allí cada noche esperando volver a encontrarte. Quién me iba a decir que solo tenía que ponerme en peligro.— No creas que no deseo saber que hacías, cerca de los muelles vistiendo solo una camisa y zapatos—Mencionó tomándola por el mentón, antes de volver a besar sus labios y bajar por su cuello, deseoso de volver a surcar por sus curvas le agarró la cadera, tan fuerte que seguro le quedarían los dedos marcados durante unos días y empujó hacia arriba adentrándose en ella haciéndola gemir de nuevo, él
—No es que yo tenga mucho con que comparar—¿Le gustaba Gregory? Si, sin duda, había comprobado que tenía mucha química con ese chico, pero no era amor, no era lo que sentía con aquel hombre, en los brazos de Enrico. — Sin embargo, lo que siento a tu lado ... No sé compara con nada que haya sentido antes.— confesó dejando un último beso en sus labios al darse cuenta de que tenía hambre, mucha llevaba más de un día entero sin comer y ni siquiera se había dado cuenta hasta que su estómago rugió.— Deberíamos comer algo — dijo, levantándose completamente desnuda y caminando hasta la cocina en busca de cualquier cosa que pudiera saciarlos.Enrico no dijo nada, jamás había tenido la necesidad de expresar sus sentimientos o de explicarse, sin embargo, con la joven le pasaba algo que no tenía explicación, algo que por más que quisiera racionalizar no podía. — Vayamos a comer entonces—Sin duda era un hombre de pocas palabras y más de acciones, no dudo en levantarse tras la joven, llegó justo
— Conocí a mi prometida.— mencionó Gregory para luego beber un buen trago de whisky — ¿Vas a casarte?—Un frío intenso recorrió la espalda de Amanda, tuvo que controlarse para no cuestionarlo, por eso, era el hombre que no quería ataduras, aunque era solo por su lado porque ella debía permanecer casta y pura para cuando a él se le antojara tocarla.— En unos años si, con la hija del socio mayoritario de mi padre— Gregory suspiró y se acomodó mejor en el sofá manteniendo la botella bien sujeta por el cuello — son negocios familiares, en mi mundo es una de tantas formas de firmar sociedades.—¿Por eso estás así, no quieres casarte?— Una luz de esperanza volvía a iluminar el mundo de Amanda en ese instante. — Yo puedo ayudarte a librarte de…La mirada helada que recibió de su amante la hizo callar de golpe y tragar duro, la desconcertaba, por primera vez estaba perdida en descifrarlo y eso no le gustaba.— Nada más quería conocerla, como lo haría cualquier pareja y…—negó pasándose la man
Si bien Enrico se encontraba una vez más ante un nuevo reto, ante una nueva droga y él cómo todo buen hombre vicioso, no dejaría pasar la oportunidad de obtener mucho más de aquello que le estaba causando adicción.En ese momento su nueva droga era la joven Danielle. No había nada que no le gustara de ella, es más, la sola presencia de la joven causaba en Enrico efectos que ni él mismo era capaz de explicar.La joven tenía algo que la hacía diferente a todas las mujeres que hasta ese instante Enrico Dumas había conocido. No solo le atraía de manera física, también de intelectualmente, Dumas se encontró disfrutando de largas e interesantes conversaciones con la joven en la terraza de su casa de verano, riendo mientras observaban las estrellas, leyendo con ella algún libro, para culminar esos dos días con sus cuerpos enredados bajo las sábanas. Por si eso fuera poco se descubrió a sí mismo ese domingo por la mañana contemplando a la joven Danielle durmiendo.Sí, definitivamente aquella
A pesar de los esfuerzos de Amanda Gregory fue incapaz de funcionar y realmente tampoco quería, se la sacó de encima sin decir palabra, algún gruñido inteligible salió de sus labios, pero ni una sola palabra, se levantó de la cama y recogió la ropa que había extendido por el suelo, ni siquiera sabía por qué se le había ocurrido ir allí, tal vez porque por primera vez, desde que era un niño, le molestaba sentirse solo y abandonado, pero sin lugar a dudas, Amanda no era la compañía que necesitaba.Se marchó del apartamento de su amante sin tan siquiera despedirse y se subió a su coche, era consciente de que no estaba en condiciones de conducir, pero no le importaba, a absolutamente nadie le importaba Gregory, ni siquiera a su padre que solo veía en él una firma, la posibilidad de afianzar y fortificar más la sociedad que unía a Enrico y Leandro Marchetti a través de la venta de sus hijos, porque eso habían hecho esos dos cabrones, venderle a su hijo al otro cómo señal de lealtad. ¿Por
— ¿Así que Enrico Dumas está celebrando que pronto va a casarse?— Sí, señor, es lo que me han informado. — ¿Quién es la afortunada dama?—Se casa con la única heredera de la familia Salvatore.No dijo nada tras escuchar la información, simplemente sonrió a lo dicho por su hombre, sin dejar de seguir contemplando a su pareja, tomar el sol en la piscina a través del enorme ventanal frente a él, disfrutando de la forma en la que parecía querer enfadarlo, sobrepasando sus límites. No solo los suyos, sino también a la de los de los hombres a su alrededor, quienes tenían que estar atentos a la seguridad de la pareja de su jefe sin mirarle, al menos no de una manera abierta, ya que de posar su mirada sobre el cuerpo desnudo de esta podría costarles perder en el menor de los casos la vista y en el peor costarles su vida o la de alguien cercano a ellos como una advertencia sobre sus actos.Su hombre seguía parado detrás de él en espera de que su jefe decidiera cuál sería su próximo paso a da
Gregory se sorprendió de que ella llegará de esa forma y saludó a su padre alzando levemente la copa para luego dejarse llevar por la futura Señora Dumas, aún no entendía por qué su padre no se había buscado a una mujer con más señorío y saber estar, alguien como la señora Marchetti, sonrió como un bobo al pensar que su hija le pertenecía y que sin duda cuando tuviera la edad de su padre nada tendría que envidiar a los chicos jóvenes porque tendría a la mejor mujer a su lado y no a alguien como... Melanie.Se dejó arrastrar por su futura madrastra mientras bebía todo el contenido de su copa de golpe y no podía disimular la sonrisa que dibujó en su rostro ante ese pensamiento. ¿Cuántas veces había puesto a esa mujer en cuatro?Dejó la copa vacía en la bandeja de otro camarero que pasaba cerca de ellos y salió del salón hasta el despacho más cercano, donde Melanie prácticamente lo empujó cerrando la puerta a su espalda.— No voy a follarte Mel, aunque no lo parezca, tengo límites y esos
— Leandro sería sin duda el padrino, pero ya ves, solo vino a Estados Unidos un par de horas, ni siquiera tuvo tiempo de hacer enfadar a su hija presentándose ante ella.—Respondió tomando de su copa el contenido burbujeante de esta de un golpe.— Así que estaré encantado de darte el honor de que seas tú quien contribuya a colocarme nuevamente las cadenas llamadas matrimonio.Bromeó, viendo a su hijo como algo más que eso, viéndolo como un confidente en ese momento.— Dime que le respondiste a Melanie a su pregunta.— Solo le dije que estás casado con tu trabajo y ese es tu único amante, o es que si hay alguien más ¿Dónde estuviste?Preguntó sintiendo que tal vez era demasiado invasivo pidiéndole explicaciones a su padre, por lo que quiso suavizarlo con algo que esperaba que le gustara más.— Bueno, pues...— Enrico sonrió ante la sensación que recorrió su cuerpo era parecida a la de un adolescente que ha sido pillado en una mentira y ahora está frente a sus padres tratando de explicar p