Ella lo tenía loco con cada uno de sus gemidos, de sus gestos, de su entrega, simplemente hermosa e impaciente.— No me detendré…—murmuró Enrico bajando con su boca hasta el su valle de Venus, dónde no tardó en abrir sus pliegues y probar su sabor.El italiano recorrió con destreza su sexo, jugando con su lengua, hasta llegar a su botoncito, el cual tomo entre sus labios, succionándolo de manera suave, dejando a sus manos, vagando por su cuerpo, hasta llegar a sus senos, hasta sus pezones, pequeños botones rosados, los cuales tomo entre los dedos, acariciándolos, jugando con ellos. —Ahhh— Danielle no pudo contener el gemido que escapó de sus labios en el momento en que sintió esa lengua entre sus piernas, se arqueó llevando una mano al cabello de Enrico sin apretar pero manteniéndolo allí. Sus gemidos llenan la habitación de la cabaña y es que nunca había experimentado algo como eso, esa habilidad que tenía para estimularla con la lengua.La entrepierna de Enrico dolía de excitación,
Gregory no había tardado nada en correr tras de ella, llamándola, pero sin resultado, la tormenta llegó y él todavía se mantuvo toda una hora bajo la lluvia antes de darse por vencido. Ella ya había desaparecido.Tenía que encontrarla, explicarse.Si Gregory Dumas necesitaba explicarse con alguien y ese alguien era su futura señora, la cual había desaparecido, condujo hasta su casa, estuvo otra hora golpeando la puerta y gritando su nombre hasta que los vecinos salieron a ver de qué se trataba solo en ese momento salió de allí, la única persona que se le vino la mente fue Adrien porque no conocía a nadie más del círculo de Danielle.Adrien estaba en la cama dormido y agotado, abrazado al cuerpo de Edward cuando su teléfono móvil empezó a sonar. ¿Quién podía llamarlo a esa hora?Estuvo a punto de dejar sonar el teléfono hasta que quién llamará se cansara, pero recordó que no estaba solo en su cama y que Edward tenía muy mal despertar si lo molestaban durante el sueño, así que refunfuñó
— Podrías por una maldita vez callarte, no es momento para que me reclames nada, sino que me ayudes a encontrarla, podrías, por favor Adrien, dejar de sermonear. No eres mi padre.— Gregory, te ayudaré, pero será que me sueltes y te comportes —Adrien le acercó el teléfono móvil a Gregory con el nombre y dirección del hotel y después de librarse de su agarre lo guardó en el bolsillo, sintiéndose culpable por aquello. Pero saber dónde se encontraba Danielle era mucho más importante que guardarle el secreto.Gregory se calmó justo cuando él le mostró su celular soltando su agarre del francés, calmándose, Adrien estaba al igual que él preocupado por ella, de inmediato Gregory palmeo le palmeo sus mejillas sonriendo como si hubiera tenido un arrebato con el joven.— Entonces vayamos, tal vez esté allí con ese desconocido.Adrien se arrepintió al escuchar aquello, si ella estaba con ese hombre, Gregory podía enfrentarlos y en realidad ni siquiera sabía cómo sería capaz de actuar.Jamás lo
Danielle se tensó por un instante cuando Enrico habló de redes sociales, debía hacer desaparecer su rostro de ellas como fuera y sobre todo que no apareciera su nombre por ningún lado, aunque en realidad esperaba que manteniéndose lejos de Gregory fuera suficiente.— Me sentí tan estúpida subiendo a esa azotea — aseguró besando su pecho mientras se acomodaba bien sobre su cuerpo — Hasta que encontré tu regalo y me di cuenta de que no era la única que seguía pensando en esa noche y volví allí cada noche esperando volver a encontrarte. Quién me iba a decir que solo tenía que ponerme en peligro.— No creas que no deseo saber que hacías, cerca de los muelles vistiendo solo una camisa y zapatos—Mencionó tomándola por el mentón, antes de volver a besar sus labios y bajar por su cuello, deseoso de volver a surcar por sus curvas le agarró la cadera, tan fuerte que seguro le quedarían los dedos marcados durante unos días y empujó hacia arriba adentrándose en ella haciéndola gemir de nuevo, él
—No es que yo tenga mucho con que comparar—¿Le gustaba Gregory? Si, sin duda, había comprobado que tenía mucha química con ese chico, pero no era amor, no era lo que sentía con aquel hombre, en los brazos de Enrico. — Sin embargo, lo que siento a tu lado ... No sé compara con nada que haya sentido antes.— confesó dejando un último beso en sus labios al darse cuenta de que tenía hambre, mucha llevaba más de un día entero sin comer y ni siquiera se había dado cuenta hasta que su estómago rugió.— Deberíamos comer algo — dijo, levantándose completamente desnuda y caminando hasta la cocina en busca de cualquier cosa que pudiera saciarlos.Enrico no dijo nada, jamás había tenido la necesidad de expresar sus sentimientos o de explicarse, sin embargo, con la joven le pasaba algo que no tenía explicación, algo que por más que quisiera racionalizar no podía. — Vayamos a comer entonces—Sin duda era un hombre de pocas palabras y más de acciones, no dudo en levantarse tras la joven, llegó justo
— Conocí a mi prometida.— mencionó Gregory para luego beber un buen trago de whisky — ¿Vas a casarte?—Un frío intenso recorrió la espalda de Amanda, tuvo que controlarse para no cuestionarlo, por eso, era el hombre que no quería ataduras, aunque era solo por su lado porque ella debía permanecer casta y pura para cuando a él se le antojara tocarla.— En unos años si, con la hija del socio mayoritario de mi padre— Gregory suspiró y se acomodó mejor en el sofá manteniendo la botella bien sujeta por el cuello — son negocios familiares, en mi mundo es una de tantas formas de firmar sociedades.—¿Por eso estás así, no quieres casarte?— Una luz de esperanza volvía a iluminar el mundo de Amanda en ese instante. — Yo puedo ayudarte a librarte de…La mirada helada que recibió de su amante la hizo callar de golpe y tragar duro, la desconcertaba, por primera vez estaba perdida en descifrarlo y eso no le gustaba.— Nada más quería conocerla, como lo haría cualquier pareja y…—negó pasándose la man
Si bien Enrico se encontraba una vez más ante un nuevo reto, ante una nueva droga y él cómo todo buen hombre vicioso, no dejaría pasar la oportunidad de obtener mucho más de aquello que le estaba causando adicción.En ese momento su nueva droga era la joven Danielle. No había nada que no le gustara de ella, es más, la sola presencia de la joven causaba en Enrico efectos que ni él mismo era capaz de explicar.La joven tenía algo que la hacía diferente a todas las mujeres que hasta ese instante Enrico Dumas había conocido. No solo le atraía de manera física, también de intelectualmente, Dumas se encontró disfrutando de largas e interesantes conversaciones con la joven en la terraza de su casa de verano, riendo mientras observaban las estrellas, leyendo con ella algún libro, para culminar esos dos días con sus cuerpos enredados bajo las sábanas. Por si eso fuera poco se descubrió a sí mismo ese domingo por la mañana contemplando a la joven Danielle durmiendo.Sí, definitivamente aquella
A pesar de los esfuerzos de Amanda Gregory fue incapaz de funcionar y realmente tampoco quería, se la sacó de encima sin decir palabra, algún gruñido inteligible salió de sus labios, pero ni una sola palabra, se levantó de la cama y recogió la ropa que había extendido por el suelo, ni siquiera sabía por qué se le había ocurrido ir allí, tal vez porque por primera vez, desde que era un niño, le molestaba sentirse solo y abandonado, pero sin lugar a dudas, Amanda no era la compañía que necesitaba.Se marchó del apartamento de su amante sin tan siquiera despedirse y se subió a su coche, era consciente de que no estaba en condiciones de conducir, pero no le importaba, a absolutamente nadie le importaba Gregory, ni siquiera a su padre que solo veía en él una firma, la posibilidad de afianzar y fortificar más la sociedad que unía a Enrico y Leandro Marchetti a través de la venta de sus hijos, porque eso habían hecho esos dos cabrones, venderle a su hijo al otro cómo señal de lealtad. ¿Por