Diego, al final, no firmó el acuerdo de divorcio. Insistía en que yo lo amaba profundamente y que, si él se esforzaba un poco más, yo volvería. Así pensaba y así actuaba.Esa misma noche, recibí un mensaje de Jimena lleno de todo tipo de maldiciones. Jimena: [Si muero es por tu culpa, irías a la cárcel ya que has robado la felicidad que me correspondía.]Lamentablemente, las reglas de este mundo no son las que ella se inventa, y no es verdad que el más débil tenga siempre la razón. Nunca le hice daño, al contrario, yo soy la que realmente ha sufrido. No le respondí, hice captura de pantalla, la bloqueé y borré todo. También le envié la captura a Diego: [Si no salvas a tu ex, se va a hacer daño, y no me eches la culpa después.]Al día siguiente, contacté a un abogado para iniciar el respectivo proceso de divorcio. En ese momento, Diego se puso en contacto conmigo y aceptó dejarme todo. Me preguntaba por qué había cambiado de actitud tan rápido. Cuando lo vi en la foto q
Entré a una nueva empresa, trabajé arduo, conseguí una buena cantidad de proyectos, ganando la atención de mis jefes y prosperando.Mi celular a veces recibía mensajes de disculpa de números desconocidos, y yo los borraba y bloqueaba el numero sin ojearlos.Luego de un tiempo, volví a la ciudad costera donde había vivido y, por casualidad, me encontré con Diego, que estaba vendiendo seguros.Durante estos años de divorcio, no había estado al tanto de su vida.En resumen, sin él, me va muy bien.Diego y yo nos cruzamos por casualidad y ambos mostramos sorpresa.Me invitó a tomar un café, pero de inmediato lo rechacé.Porque tengo una cita con mi nuevo novio y no quiero que se malinterprete.Diego mostró una breve incomodidad, pero luego habló con calma: —Isabel, sé que te hice daño.—Diego, no te perdonaré porque el daño ya está hecho, pero no lo llevo en mi corazón, porque ahora no eres más que una simple persona irrelevante para mí.Su cuerpo tembló un poco, luego se quedó
Reconozco que en ese momento le pedí matrimonio a Isabel para molestar a Jimena. Me molesta que ella se haya ido y esté con otra persona.Crecí con Isabel, la cuidé con esmero como a una hermana, y no esperaba que la gente dijera que éramos amigos del alma.Menos aún que ella me gustara. Después de casarnos, le propuse vivir en la ciudad donde estudié, porque sabía que Jimena también estaba allí. Aunque no pudiera tenerla, al menos podría verla de lejos.Pero con el tiempo, empecé a darme cuenta de que Isabel también era genial. Era atenta, pensaba con destreza, nunca hacía escenas, y hasta se ocupaba de la decoración de la nueva casa.Por las noches, se recostaba en mi hombro y soñaba con nuestro hermoso futuro. Dijo que llevaba nueve años amándome, y que eso demostraba que podríamos estar juntos para siempre.Una vez vi en internet que, si no puedes casarte con la mujer que amas, debes casarte con la que más te ama. Al principio lo dudé, pero ahora creo que tiene razón. Pero al
Esta era la primera vez que veía con mis propios ojos a Jimena García, la chica frágil y delicada de la que tanto hablaban los amigos de Diego González. Su cara estaba demacrada y tenía una delicada venda en la muñeca, pero eso no lograba opacar ni un poco su aura única. Era tan pura e independiente.Ya la había visto antes en las fotos de graduación de Diego. Estaba parada justo al lado de él, sonriéndole de una manera dulce y cercana. Incluso bromeé un poco con Diego, preguntándole si estaba enamorado de esa linda chica. Pero él solo tomó mi mano con fuerza, se arrodilló con dulzura en una rodilla y me demostró que siempre me había amado solo a mí.Y ahora, mientras acariciaba el espectacular anillo en mi dedo anular izquierdo, un sabor amargo me llenaba y las terribles náuseas comenzaron a apoderarse de mí. Sin importarme la presencia de ambos en la entrada, corrí directo al baño y vomité como nunca antes lo había hecho.Cuando finalmente levanté la cabeza y vi mi reflejo en el e
Jimena fue asignada por Diego a la habitación soleada, la que dejé intencional como cuarto infantil durante la remodelación. Ahora, está ocupada por una mujer que me resulta desconocida. Estoy en la sala, escuchando entretenidas risas y charlas a través de la puerta, deseando entrar y decirle a esa mujer herida que Diego es mi pareja. Pero no puedo... porque ellos son solo amigos, y Diego me ha dicho que él solo está preocupado por amistad. Si muestro mi descontento ante ellos, ya no seré la Isabel Flores comprensiva y empática de antes.Acaricio mi aún plano vientre, miro distraída por la ventana mientras se hace de noche y llevo el celular y salgo a comprar verduras. Desde que supe que estoy embarazada, Diego me ha sugerido en varias ocasiones que renuncie y me quede en casa cuidando al nene; él se encargará de mí. Al principio, no estaba dispuesta a hacerlo, pero luego, los intensos síntomas del embarazo me obligaron a dejar el trabajo y dedicarme por completo a la famili
A medianoche, después de acomodar a Jimena, Diego se acostó a mi lado, y olía bastante maluco. Me giré de espaldas, deseando dormirme rápidamente, sin querer lidiar con lo sucedido hoy. Pero él no estaba dispuesto aun a dejarme en paz: —Isabel, sé que no estás contenta con que Jimena se quede aquí, pero ya le prometí que podría quedarse un tiempo. No te preocupes por ella, no estará mucho tiempo; ahora está muy vulnerable y necesita un poco de cuidado.—Como quieras. —Respondí simplemente con un tono apagado.Al instante, sentí su mano en mi cintura, acariciándome con fuerza, su respiración se tornó más pesada. Mi mente estalló; parecía que el hombre al que amé durante diez años se estaba desmoronando en este momento. —Diego, ¿recuerdas que estoy embarazada? —Mi voz era apagada. Después de un instante, retiró su mano y se dio la vuelta, dejando una gran distancia entre nosotros. —Isabel, descansa bien.Abrí los ojos y miré las cortinas de gasa moviéndose suavemente con la
Al mediodía, mientras tomaba un poco de sopa de verduras, recibí una videollamada de mi mamá. Ella me miraba sorprendida, viendo mi rostro pálido y el tazón de sopa de verduras en mis manos, con lágrimas en los ojos. Era la primera vez que me alejaba de casa por tanto tiempo. Durante veintisiete años, nunca había estado lejos de ellos. Mamá, con un tono de reproche, me preguntó dónde estaba Diego y cómo me había vuelto de esa manera por el embarazo. No sabía cómo contarles lo que había pasado recientemente.Para ellos, Diego había crecido conmigo; era honesto, responsable, había estudiado en una buena universidad y tenía un trabajo estable. Era de verdad el esposo ideal, especialmente porque ambos nos queríamos. Pensando en eso, mis ojos se llenaron de lágrimas y al final solo solté unas cuantas palabras y apresurada colgué. Ellos se han preocupado por mí toda la vida, y ahora que por fin me ven casada, no quería que vieran el desastre en mi matrimonio.Abrí por casualidad el c
[Dando vueltas, solo tú sigues esperando en el mismo lugar.] La tierna imagen es de dos personas sentadas cómodas en la playa viendo el atardecer.Vivir en una ciudad costera es lo que Diego quería; dice que le gusta la inmensidad del mar y la ciudad. Yo pensaba que era porque pasó cuatro años de universidad aquí y no quería irse.Ahora, entiendo su verdadero significado. Quizás durante la universidad realmente hubo algo entre ellos. Tal vez todos sus amigos lo sabían, menos yo.No es de extrañar que el día antes de nuestra boda viera al padrino titubeando un poco. Y esa noche, Diego se emborrachó y no regresó a la casa.En inmediato llamé a uno de sus compañeros de universidad para encontrarnos en un café cercano. Media hora después, vi al padrino de hace dos años, aún indeciso.Me alegra que no haya dejado la ciudad, así tuve la oportunidad de descubrir el pasado. Como si ya supiera lo que iba a pasar, me dio varios papeles impresos.—Señora Isabel, sé que no debería mentir,