Capítulo II

Marina se acerca con su cuerpo de diosa griega vestida con un corsé de cuero negro, un tanga a juego y unas botas también en cuero negro tan largas casi como sus kilométricas piernas. Lleva en las manos mi fusta y un antifaz negro que solo deja ver sus labios gruesos, rojos y apetitosos, toda ella es un manjar de los dioses. Sin embargo y aunque yo se lo pedí, no me inspira deseo alguno solo que azote mi espalda tanto con el látigo como con la fusta y sangrar para que me duela otra cosa que no sea el alma ni el corazón.

Tony se pasea desnuda por la habitación, solo con la cola de gato insertada por medio  de un dildo en su bello trasero, siento debilidad por ella ya que es muy obediente. Se detiene de espaldas frente a mi y dobla su cuerpo tocando el piso con las manos y dejando expuesta su roja vulva ante mi. Mis ojos recorren su hermoso y húmedo coño haciéndome salivar y que mi garganta se seque al mismo tiempo. Mis manos pican y no puedo tocarla porque se encuentran esposadas y estoy colgado de un gancho sujeto a la cadena de una polea adherida al techo por medio de una viga. Mi pene reacciona y mis sentidos se apagan para despertar al sádico que llevo dentro, y de ese modo solo sentir placer en medio del dolor.

 —¡Mastúrbate! – le ordeno y obedece gustosa. Pasa sus dedos encima de sus labios que se encuentran llenos por la excitación y los introduce en su cavidad y los saca chorreando de su néctar delicioso, el glande de mi hombría se asoma y gotea como soltando un lamento al no poder estar dentro de ella.


 Es pequeña y con un cuerpo bello que se encuentra marcado a fuego por mi. Ella me encanta porque al igual que yo ama el dolor.


 Un clic llama mi atención y observo a Marina elevar la cadena de la polea para suspenderme en el aire y quedar fijado al piso por las correas de cuero que sostienen mis pies descalzos con unas argollas atornilladas al mismo. Es hora, respiro profundo y todos mis músculos se contraen ante la presión del estiramiento que sufre mi cuerpo al ser suspendido en el aire sujeto por las extremidades. Mis piernas se encuentran juntas pero mis extremidades superiores forman una “V" perfecta a causa de dicho estiramiento. Siento la sangre fluir por mi cuerpo y  éste se calienta por la anticipación y el dolor que comienzo a sentir en las articulaciones. Mi hombría esta cada vez mas dura y húmeda dentro del bóxer; siendo la única prenda que llevo puesta.


 Escucho un jadeo de dolor y al bajar la vista me encuentro con unos achocolatados ojos brillantes por el placer de sentir el sabor de los jugos de mi sumisa. Mi dominatriz sostiene en sus manos el artilugio que extrajo sin ninguna delicadeza del ano de mi sumisa, quien ya se encuentra en posición: doblada hacia adelante tomada de los tobillos y atada; así  mismo,  es todo un espectáculo. Marina penetra con los dedos el coño de Tony que desprende sus jugos y ruedan por la parte interna de sus muslos, saca los dedos de allí y los introduce en el ano abierto y jugoso de la chica la cual aúlla por el placer que siente ya que Marina se encarga de proporcionárselo frotando el mango de la fusta contra su clítoris.


 ¡Que comience el juego!


 Mi dominatriz camina detrás de mi haciendo rugir el látigo a su lado chocando con el piso. Mi cuerpo se estremece.


 —¿Listo amo? – asiento y cierro los ojos al escuchar el sonido del látigo cortando el viento e impactando contra mi espalda en el lado derecho, me arqueo del dolor.


 —¡Bien hecho! ¡buena chica! – respiro profundo al escuchar el próximo sonido más el impacto en la zona intercostal izquierda. Mi rugido se escucha en toda la cámara, siento  espasmos involuntarios por el dolor que altera mi sistema nervioso pero no deseo que se detenga.


 —¿Continúo amo? Podemos detenernos si lo desea – niego con la cabeza.


 —¡No! Continúa ¡te lo ordeno! – esto ultimo lo ladré, ella es una dominante pero “el amo soy yo”.

Me arqueo de lado y gimo, el juego son seis latigazos y seis golpes secos con la fusta. El próximo llega de improviso e impacta el centro de la espalda llevándose piel, siento el ardor por el sudor y un dolor agudo que atraviesa mi torso.


 Recibo dos mas a cada lado de la zona sacra y el último y mas potente lo atraviesa desde el hombro derecho hasta el musculo erector inferior izquierdo de la columna. Esta chica es una artista. El dolor no solo atravesó mi espalda sino que los músculos de mis piernas se tensaron y el ardor junto a la desesperación de calmarme hizo que profiriera un grito.


 —¡Aaaaaahhhh! – dejé caer la cabeza hacia atrás disfrutando de la sensación y tratando de tranquilizarme.


 —¡Bájalo Lewis! – escuché entre la bruma y el estupor.


 Hay una delgada línea entre el dolor y el placer, las manifestaciones son diferentes pero unidas conforman lo que se llama algolagnia, que es exactamente el erotismo del dolor. Allí se encuentra mi cuerpo en este momento, extasiado y cómodamente abstraído de la realidad, amo esta sensación.


 —¡Despierta! – la mano de Marina se encuentra sobre mi hombría que endurecida y húmeda resbala entre sus dedos, nunca he tenido sexo con ella pero cada vez que le pido este favor toca mi cuerpo y aprovecha mi excitación para hacerme una felación, es muy buena pero yo prefiero a Tony, ella es dulce y sumisa por naturaleza.


 Tomo su cabeza y hundo mi miembro hasta su garganta, se atraganta pero no me suelta me siento muy excitado, en cualquier momento me correré en su boca. Hago señas para que Lewis suelte las amarras de Tony, debe sentirse cansada de esa posición incomoda, Marina succiona y respiro profundo saca mi falo respira y a la carga de nuevo, a este punto mis rodillas ceden y al mirar sus labios alrededor me dejo ir con un gruñido metido en su garganta completamente. Retiro la mascara y sus ojos están llorosos, su rostro colorado y sus pechos hinchados.


 Tony observa la escena y sonríe tímida, tomo la cabeza de Marina y la recuesto a mi pecho, estiro la izquierda para que mi sumisa se acerque. Me encuentro sentado en un banco que amablemente me obsequió Lewis. Tony se arrodilla sentándose en sus talones y me mira tierna, hoy duermo con ella, es como si me tranquilizara, no me gusta ella caminando por el club.


 Quizás en algún momento deje de hacer esto, pero por ahora no estoy interesado en dejarlo. Me siento cómodo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados