#35:

Casi una hora después, el regresó cargado de bolsas, pero cuando digo cargado, es que lo tuvo que acompañar un chico del súper a traer las cosas.

Lo dejaron todo en la cocina y Brad le dio una propina al chico antes de que se marchara. Me puse a colocar todo en su lugar con él, en ese silencio que me ponía de lo más nerviosa.

Me había cambiado de ropa antes de que llegara, y me puse unas mallas ajustadas con una camiseta, él no tardó en entrar a cambiarse y salió con un pantalón de chándal y una camiseta.

Descorchó una botella de vino y llenó dos copas, se puso a preparar la cena y yo me senté a esa especie de barra que separaba el salón de la cocina.

—¿Te puedo ayudar en algo? —pregunté, temerosa, porque ya me esperaba cualquier cosa de él.

—No.

Joder, parecía que tenía esa palabra esa en la punta de la lengua. Echaba de menos lo relajado que le había visto en Marruecos, y me sentía castigada.

Di un sorbo a la copa de vino y me puse a contemplarlo mientras se afanaba, de espaldas
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