Bradox se mantuvo estático, resistiéndose a ceder. Le costaba dar el paso porque no quería herir a Millie. Sabía, que castigarla era una cosa, y humillarla iba mucho más allá de lo que había planeado. Sin embargo Caroline volvió a pegar los labios a los suyos, esperando que demostrara su autoridad, y él finalmente acabó devolviéndole el beso. La angustia se apoderó de Millie. ¡Oh, no! ¡No, por Dios! ¡Él y esa zorra se estaban besando! No, no... Él no sería capaz de llegar tan lejos. Aquello era demasiado mezquino incluso para él, se dijo en un intento desesperado por calmarse. Entonces escuchó algo más que unos besos, escuchó también el chasquido de una tela al desgarrarse, y de repente una presión espantosa aplastó su pobre corazón. Se quedó totalmente congelada. ¡Bradox no solo se estaba tirando a esa zorra, sino que lo estaba haciendo justo encima de ella como si ella fuera realmente una mesa! Las lágrimas cayeron por sus mejillas a medida que notaba el vaivén de las embestid
—Millie, escucha, sé que te he hecho daño pero debemos vernos. Necesito hablar contigo —le suplicó Bradox.—No, ya es tarde para eso. Ya no hay nada de que hablar. Hace tres días he comprendido que Brady murió hace tiempo. Adiós, fue bonito reencontrarnos y echaré de menos nuestro tiempo juntos pero no vale la pena seguro iriendonos así.—Millie espera, no me cuelgues. ¡Millie! —gritó él, fuera de control.Pero ya solo se escuchaba el sonido de la línea comunicando.¡Mierda!, masculló irritado.Tiró el móvil contra la pared, pasó una mano por su cabellera oscura y empezó a caminar de un lado para el otro como un animal enjaulado.¿Y ahora qué iba a hacer? ¿Correr en su busca para suplicarle perdón de rodillas? Cogió el abrigo dispuesto a hacerlo. Entonces lo meditó un segundo y se detuvo en seco.¿Iba a pedirle perdón por ser como era? ¿Por ser sincero? Puede que el castigo se le hubiera ido de las manos, pero lo había hecho con el firme propósito de mostrarle la verdad. Y la verdad
Millie se soltó de un tirón, le lanzó una mirada asesina y le dio la espalda. Él volvió a seguirla por el pasillo dispuesto a exigirle una respuesta.Pero cuando vio los muebles embalados, las cajas apiladas en un rincón ylas maletas al pie de la escalera, fue como si le soltaran un puntapié en la boca del estómago.—¿Qué significa todo eso? ¿Es que te vas? —preguntó desencajado.—Sí.—¿Adónde?—Tampoco es asunto tuyo.De repente el miedo se apoderó de él y emergió en forma de rabia.—No lo voy a permitir —le juró con una mirada penetrante.—¿Y cómo piensas impedirlo?—Sabes que tengo mil formas de hacerlo. Así que no me pongas a prueba—masculló entre dientes.Millie se encogió de hombros.—Haz lo que quieras. Muy pronto venderé este apartamento y me iré lejos de aquí—alegó con aire indiferente.—Dudo que eso vaya a suceder. Esta propiedad pertenece al banco, o sea a mí, y si quiero te la puedo arrebatar en cualquier momento.—Eso no es cierto, yo compré este lugar con mi dinero—le re
Brad y Millie intercambiaron una mirada cargada de complicidad y la señora Cooper aprovechó ese momento para irse sin hacer ruido. Ya no tenía nada que hacer allí. Ahora eran ellos los que debían conversar y tomar una decisión. Pero aunque los dos tenían mucho que decirse, no encontraban las palabras adecuadas para expresar todo lo que sentían. Se habían hecho tanto daño... —¿En qué estás pensando? —le preguntó él con suavidad. —En cómo habrían sido nuestras vidas si tu madre y mi padre hubieran decidido echar abajo los convencionalismos y hubieran continuado con su relación. Seguramente tú te habrías mudado a la mansión, habríamos ido a la misma universidad, habríamos mantenido el contacto y a día de hoy seguiríamos odiándonos, pero otras causas. Bradox le levantó la barbilla con un dedo y la miró con dulzura. —El final de nuestra historia aún no se ha escrito, aún podemos ser felices —le dejó caer. —Es demasiado tarde para eso. Han pasado muchas cosas desagradables entre noso
Millie: El sábado por la mañana nos despertamos como dos adolescentes sonrientes entre besos y abrazos, no había mejor despertar que ese y es que con Brad estaba tan cómoda, tan a gusto, daba igual el lugar en el que estuviéramos, pero era junto a él, donde me sentía bien. Esas muestras de cariño, acompañadas de miradas, nos llevaron a entregarnos de nuevo el uno al otro bajo las sábanas, esas que habían sido testigo de nuestra pasión la noche anterior. Tras una ducha, nos vestimos para después de desayunar, tomar su jet de regreso a Escocia. Yo estaba apenada. Había regresado de allí hacia muy poco y él ya estaba llevándome de vuelta. Después de aterrizar, dejamos las pertenencias en su casa para poder irnos a pasear por la ciudad. Edimburgo era muy bonito y había que disfrutarlo, aunque estuviera con ese dolor que le hacía entristecer su rostro por lo sucedido con su amigo, estaba segura de que poquito a poco iría consolándose. No me dejó ayudarle a preparar el desayuno, y me
Nos despedimos en la puerta con un abrazo y un beso lento, quedando en vernos al día siguiente en las oficinas y es que me lo dijo en un tono que me entró un cosquilleo increíble, ya me veía como la novia del jefe. Me fui a dormir con la sensación más bonita del mundo y es que había algo muy fuerte en mí, que me hacía sentir que él era todo lo que siempre había buscado. Me desperté feliz antes de que sonara la alarma del móvil, tenía un gran motivo para estarlo. ¡Iba a ver a Bradox en el trabajo! ¿Había algo mejor? Llegué a las oficinas y me crucé con Diana, la saludé como si no supiera nada y me metí en mi despacho. Ni cinco minutos después, ella entró alli. —¿Qué quieres? —¿Sabes que Katya está esperando un hijo de Bradox? Pero él no quiere nada con ella, lo van a llevar en secreto. De esta no se libraba, puse cara de incredulidad y pena mientras me levantaba y, cuando llegué cerca de ella , la cogí del cabello y comencé a arrastrarla hasta la oficina de bradt, vamos, que se
Comenzamos un precioso camino en el que los dos estábamos de lo más emocionados, hicimos una parada para tomar un café en la cocina de la caravana que estaba provista de todo, se había encargado de pedir todo lo que quería de comida, bebida y hasta una cafetera de capsulas.Continuamos la ruta hasta la que consideró la parada perfecta para comer y no muy lejos, a cuatro horas y media de Londres, en Liverpool.Dejamos la autocaravana a las afueras y cogimos un taxi para el centro de la ciudad donde comimos unas hamburguesas con patatas y luego entramos a una tienda de ropa para comprarnos un par de pantalones y camisetas.Me encantaba la manera de improvisar que tenía con todo.Continuamos la ruta hasta Glasgow, allí llegamos como a las nueve de la noche pues habíamos parado a tomar algún que otro café y fumarnos un cigarrillo, la ocasión lo merecía.Nos quedamos a las afuera de la ciudad, no se nos había perdido allí nada y queríamos respirar aire puro, así que nos dimos una ducha, no
—Hoy estás terrible, ya se que no debo permitir que te excedas con la bebida. —No estoy peor que tú, antes de mí— balbucié. —¿Así que yo antes de ti era un Bradox y ahora soy otro?—Por supuesto, ahora no se te nota lo de cruel dominante.—No era tanto como dices, quizás ni una cuarta parte, no he salido mucho y en rara ocasión quedo con nadie, alguna vez, de vez en cuando, pero muy poco. Todo es cuestión de "cria fama y acuéstate a dormir".—Sí claro, y yo me chupo el dedo.—Cuéntame qué es lo más impactante que te pasó con algún hombre.—¿Más impactante que el que me ofrezcan ir a una cena, me paguen por ello y me vea envuelta por un viaje al corazón de Marruecos y terminar a los pies de una duna en el desierto, o ser usada de mesa viviente mientras mi novio se follar a una zorra, o salir en un auto caravana a pasear por Edimburgo, para luego verme con ese mismo hombre en un paseo por las Highlands buscando al monstruo del Lago Ness? —nos echamos a reír.—Lo más impactante ante