—¡Wow, estás preciosa! —exclamó al verme. —Bueno,te diré que tú también estás guapísimo—sonreí poniendo cara de pícara. Estaba acostumbrada a sus trajes en la oficina, pero verle con el esmoquin y la pajarita, era otro nivel de elegancia, desde luego. Me ofreció su brazo para que me agarrara a él, con esa media sonrisa que, sí, cada vez me ponía más nerviosa y obviamente él me gustaba un mundo, pero bueno, yo me había juradoantener las distancias. Bajamos en el ascensor y salimos afuera atravesando los jardines ante la mirada de la gente. Yo solo esperaba que el lugar al que hibsmos hiciera honor a nuestra vestimenta. El conductor nos abrió la puerta y, tal como nos sentamos, Bradox cogió mi mano y la entrelazó con la suya. Un cosquilleo recorrió mi estómago y es que, aunque no era la primera vez que lo hacía, esa noche estaba yo más… no sabía bien cómo explicarlo, ¿sensible? Llegamos ante la puerta de entrada de lo que parecía que era una mansión y, bueno, pues sí, era una gran
—Hermana, te presento a mi prometida, Millie —dijo Bradox, luego s que si hermana llegará hasta nosotros. —Encantada, Milka —saludé sonriente.—Que raro. Esta no cuadra en tu tipo, hermano. No es rubia y no parece una total bimbo —comentó ella, mirándome como lo haría un científico a bicho raro—. Parece una chica lista, aunque igual, si está contigo … puede que no lo sea tanto.—Hija, ¡esas no son formas de tratar a una invitada! —la reprendió Virginia.—Madre, todavía me acuerdo de la última mujer que nos presentó mi hermano. —Hermana, eso es cosa del pasado y lo sabes.—Sí, sí, pero aquella tipa de lista tenía bastante poco y era evidente que era una interesada. A ver, las cosas claras. Millie… —¿Me lo parecía a mí, o su hermana me tenía mala sangre sin siquiera conocerme? —. Mi padre es un hombre extremadamente tico, y mi hermano es dueño de un banco, como comprenderás, dinero tienen para forrar todo este país si quisieran, así que...¿Cuánto tardarás en querer meterte a nuestra
Sentí ganas de acariciar ese musculoso torso que se mostraba ante mis ojos, como si se insinuara y me incitara a llevar las manos sobre él, incluso me dio la sensación de que me picaban las palmas de las manos, como si de repente tuvieraunos imanes en ellas que querían ir al encuentro de los que él tuviera en ese cuerpo, diseñado para enloquecer a las mujeres. Se puso delante de mí y comenzó a quitarse el pantalón, mirándome fijamente, dejándolo caer seguido de su bóxer,todo con una sensualidad en su mirada que hacía arder cada rincón de mi cuerpo, y allí estábamos, desnudos, con la única luz de la Luna que entraba por la ventana y rodeados de la sensualidad de una noche en Marruecos. —Brad...—volví a murmurar pues, aunque sabía que en el fondo deseaba que pasara lo que él tuviera en mente, mi mente se mantenía en una lucha continua por dejarme llevar o no hacerlo, y más luego de la conversación que había tenido con su madre.Él, tan solo puso un dedo sobre mis labios exigiendo sil
La cabeza me daba mil vueltas y para colmo, tenía migraña, como si tuviera ahí a alguien martillando. Escuché a Bradox hablar por teléfono en árabe, ahora ya tenía claro por qué lo hablaba tan bien. Lo observé desde la cama, llevaba puestos tan solo un bóxer y así, con el pelo alborotado, estaba de lo más sexy. Me miró desde donde estaba y me hizo un guiño, además de una señal para que me levantara y fuera hasta él, le hice un gesto en negación, deseando ir al baño y me di cuenta de que estaba desnuda. ¡Mierda! Entonces recordé todo lo sucedido la noche anterior cuando llegamos al hotel y me sonrojé, era cierto que me lo había pasado de infarto, pero no me lo podía creer. ¡Me había vuelto a acostar con Bradox! Observé mi reflejo en el espejo y me quedé loca, estaba … despeinada, con el maquillaje corrido y con una cara de dormida, que me estaba dando hasta pena. Me lavé la cara para espavilarme un poco y luego me puse un albornoz que había colgado junto a la ducha. Cuando
Tiempo después llegamos a Ouarzazate, una ciudad turística situada al sur de Marruecos y que, tal como me dijo Bradox mientras yo me quedaba con la boca abierta ante aquella diversidad de paisajes, era conocida como “La puerta de entrada al desierto del Sahara”, cosa que me impresionó bastante.—Aquí se han rodado muchas películas —dijo mientras tomábamos el té en aquella otra parada antes de continuar nuestro camino.—Obviame, el paisaje es increíble —afirmé dando un vistazo a mi alrededor—. Eso sí, se dice que es la puerta de entrada al desierto, eso está muy bien, pero yo me pregunto, ¿dónde vamos? —me eché a reír.—Quizas terminamos en Argelia —arqueó la ceja.—¡Ni en broma! —exclamé riendo.—No, pero sí que quedaremos cerca de la frontera con ese país —me contestó al tiempo que afirmaba con un movimiento de cabeza.—¿Te gusta el peligro?—No veo dónde lo puede haber —hizo un carraspeo.—Eres demasiado prepotente—resoplé.—No es ser prepotente, es conocer el terreno —acarició mi m
Caía el atardecer sobre aquel precioso horizonte, cuando llegamos al lugar que él había mantenido en secreto hasta ese momento. Una puerta que guiaba por un solo camino, como una autopista sin fin, a ambos lados el desierto nos recibía y a mí, se me puso la piel de gallina al entrar en ese oasis.Él sonreía agarrando mi mano y viendo mi cara de asombro ante el espectáculo que teníamos delante. Aquello era algo inexplicable, había pasado de dejarme envolver por el cambio de paisajes y de forma de vida, a entrar en el corazón del desierto y eso, eso era como un soplo de aire fresco que hace que renueves todas tus energías.Atrás habíamos dejado el pueblo de Merzouga de dónde venía el nombre del desierto en el que nos habíamos adentrado, todo eran sensaciones, emociones y un montón de nervios por descubrir qué nos depararía aquella preciosa noche.Tras transitar durante un tiempo por esa carretera en la que, a los lados, de vez en cuando te encontrabas una señal de madera con el nombre d
Pegada a la pared de la ducha, con Bradox Cooper aún dentro de mí, acabé dejándome caer sobre él, tras el intenso orgasmo que había tenido, rodeándole el cuello mientras él alternaba besos sobre mi hombro y la mejilla.Terminó de enjabonarme con una delicadeza que jamás habría pensado que pudiera mostrarme. Se duchó y tras acabar salimos a secarnos y ponernos algo de ropa cómoda.Nos quedamos dentro en la parte acristalada ya que el frío allí por la noche se sentía mucho más, así que nos tomamos un vino y al momento llegaron dos chicos con las bandejas de la comida.La pusieron sobre la mesa y la verdad que era un marco precioso el poder cenar ahí mirando hacia las dunas, en pleno desierto y viendo las estrellas a través del techo de cristal de esa zona.Una ensalada, dos hariras( que era sopa marroquí) y dos pastellas, eso sí que me emocionó.s Brad se veía feliz, cómodo, no sé, pero me daba la impresión de que le gustaba estar a mi lado, se le veía que disfrutaba de mi compañía.Est
Nos pusimos los cascos y se abrieron las puertas para que saliéramos de allí. Un cosquilleo recorría mi estómago y esque me parecía de lo más fascinante dar una vuelta por el desierto. Iba a bastante velocidad, pero sin pasarse, hicimos un buen camino hasta meternos en uno de esos carteles de la carretera que nos llevó a una cafetería que había al pie de una duna. Aquello era fascinante, demasiados lugares escondidos en aquel lugar lo más parecido a un oasis, solo faltaban las palmeras y en este bar las había, colocadas por ellos claro estaba, pero podías disfrutar de ellas en grandes macetas. Dejamos el Quad y nos sentamos en uno de esos cojines que había sobre una gran alfombra, todo rodeado de mesitas bajas, la música amenizaba el sitio, además había unos cuantos camellos para pasear a los turistas que iban llegando a tomar algo. —Me estas regalando el viaje de mi vida —dije mirándole. —Me alegra saberlo, porque aún te puedo enseñar todo el país —sonrió. —Bueno, sí no corro ri