#10:

Bradox apartó la mirada de la carretera y la miró fijamente. ¡Mierda!

Definitivamente la estaba cagando.

Cuando aparcó el coche en el garaje, comprobó que ella aún seguía profundamente dormida. Realmente parecía tan débil y tierna como un cervatillo recién nacido y eso le conmovió más de lo que quería admitir.

Millie balbuceó medio adormilada cuando notó que él la alzaba en brazos. Pero Bradox siguió andando sin hacer caso a sus quejas. Luego metió la llave en la cerradura, abrió la puerta y la depositó con cuidado en el suelo. Ella observó asombrada lo que le rodeaba. Su apartamento. Estaba nada menos que en el refugio personal del banquero, donde dormía, comía, veía la televisión, leía sentado en el sillón. Y se le hizo interesante imaginarlo haciendo todas esas cosas normales. Se le antojó divertido, incluso. Lo sintió más humano y menos perverso.

Se separó de él y recorrió el salón por su cuenta. El piso estaba decorado con estilo minimalista y los colores que predominaban eran el
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