Capítulo 3: Ecos del pasado… El diario.

Eva fingía dormir, mientras lo hacía, su mente se perdía en los dolorosos recuerdos del pasado. Su mente viajaba al día donde todo se fue por la borda, ese maldito día en donde su relativamente tranquila vida cambio para siempre.

Aquellos recuerdos le llegaban uno por uno, como ecos del pasado, ecos del día en que todo comenzó bien, pero acabo terriblemente mal.

--- Eva Díaz, 6 años atrás ---

La mañana estaba soleada, Eva recién se levantaba, eran las 6:00 am y ya el sol se colaba por las cortinas como si de un ladrón se tratase. Eva entró al baño, tomó un baño caliente, era sábado, en teoría no había escuela, pero hoy debía ir a prácticas en el laboratorio de ciencias.

Hoy en específico, hoy, si quería salir huyendo, no tenía ánimos de quedarse en casa, la razón era extraña, pero válida, su media hermana, Sofía Díaz, había llegado a casa de los Monroy y venía a “visitar a Eva”.

A Sofía, al igual que a su madre, no le agradaba la existencia de Eva, a pesar de que la chica formaba parte de esa familia, a su padre poco le importaba. Eva, más que nadie, sabía que Sofía, por alguna razón, sin sentido, la odiaba.

Sofía había alegado que estaba aquí por Eva, decía que quería tener un acercamiento con ella.

Al ser Eva, su hermana, y apelar a que quería acercarse a ella, le funcionó; sin embargo, la realidad era completamente diferente. Lo que realmente Sofía Díaz quería era estar cerca de Demian Monroy, quien lo había visto en las revistas de sociales y él pintaba para ser el hombre perfecto para cualquier mujer.

Si algo le había enseñado su madre, es que debía conseguir un buen partido para catapultar su vida a un futuro próspero.

De algún modo, Demian había entrado en su cabeza y, a sabiendas de que Eva vivía en la misma casa donde Demian, el que sus padres fuesen a venir a México, significó una muy buena oportunidad para acercarse a aquel encantador caballero.

Haciendo uso del recurso de su lazo de sangre con Eva, ella aprovecharía para entrar a esa casa, conocerle un poco y, ¿Por qué no?, tratar de acercársele para conquistarlo.

Sofía Díaz era una adolescente con cuerpo de mujer, cualquier hombre la admiraba por su belleza. Su madre agradecía la tan buena genética que tenía, ya que aquello le estaba abriendo las puertas en París desde los 14 años.  Todo apuntaba a que tendría una carrera exitosa como modelo en grandes pasarelas.

Todo el camino a la escuela, Eva sentía una gran opresión en el pecho, aquella la acompañó durante todo el tiempo que estuvo en el colegio.

Por otro lado, Sofía, quien se tomaba muy en serio el mantenerse relajada, se levantó pasado el mediodía, su habitación estaba al lado de la de Eva, así lo había dispuesto Martina Monroy con la falsa idea de que ella y Eva hicieran migas.

Aquello estaba muy alejado de la realidad, Sofía solo quería estar cerca de Demian, aunque el plan no le resulto del todo, ya que Demian pasaría el fin de semana fuera en un viaje de negocios.

Sofía, desilusionada por la ausencia de aquel joven y sin nada que hacer con aquella casa vacía, se dedicó a merodear por la sala, los jardines y, ya en un aburrimiento total, entró a curiosear a la habitación de Eva.

- Bien, veamos qué cosas tiene la idiota de Eva… ¡Vaya! – Dijo ella en voz alta, al repasar con la mirada la habitación de su hermana. – ¡Esta idiota vive bastante bien!

Sofía sintió un poco de envidia al ver aquella alcoba, la cual era digna de una joven de casi 18 años. Eva no era vanidosa, pero si se arreglaba, tenía una variedad de cosméticos y accesorios, si bien, Sofía la había visto algunas veces cuando venían a México, ella no había tenido oportunidad de verla arreglada.

Cuando comenzó a curiosear la habitación, se topó con algo que no debía, era algo muy íntimo, algo que, en las manos equivocadas, bien podría meter en problemas a Eva, aquello era su diario.

Aquel cuaderno de muchas hojas no necesitaba llave, nadie en teoría debía curiosear sus cosas, nadie excepto, Sofía, su hermana.

- ¡Vaya! ¡Vaya! Es decir, que la idiota es de aquellas que escriben sus estupideces en libritos como estos… Vamos a ver la sarta de estupideces que escribes, querida hermanita… Seguro tu vida aburrida me dará sueño, pero igual y encuentro, algo que me ayude a saber qué le gusta a mi Demian.

Estaba de más que Sofía, no tenía buenas intenciones con su hermana, su madre le había inculcado un odio desmedido hacia Eva, todo a raíz de quién había sido la madre de la chica y las razones por las que Esther Reyes tuvo que ser la segunda esposa de su marido.

Conforme fue devorando las páginas de aquel diario, todo lo que el inocente corazón de su hermana había plasmado, fue saliendo a la luz.

Sofía, conforme iba leyendo, se daba cuenta de que se mencionaba a un chico guapo que la trataba como reina, que la quería y amaba, pero por más que lo intentara, los dos no podrían estar juntos, sus familiares nunca se los permitirían, por lo que ese romance solo se desarrollaba en su mente.

En el diario no mencionaba nombres, pero sí estaban bien plasmadas las aventuras de su hermana con aquel joven, vacaciones, días festivos, cumpleaños, momentos únicos…

Todo era un cuento, un sueño, uno que la propia Sofía comenzó a envidiar, ahí, fue donde se preguntó de quién podría tratarse, hasta donde sabía, Eva no tenía novio, era una chica aburrida que solo iba de la escuela a su casa, ¿Cómo demonios podría tener una relación secreta si nunca salía?

Conforme avanzaban las páginas, no tuvo que ser muy lista para darse cuenta de quién se trataba, no tenía que ser muy lista para caer en la cuenta de que, aquel joven de ojos marrones oscuros, grandes y expresivos, alto y de figura atlética, era nada más y nada menos que Demian Monroy.

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