—Por cierto… si alguien pregunta por nosotros… diremos que somos los primos lejanos de la esposa —dijo Max mientras miraba a Edward y Jacob.
— ¿Y cuáles van hacer nuestros nombres? —pregunto Edward.
—Por lo que escuche… el novio es griego y la novia francesa… solo invéntense un nombre que suene francés y todo saldrá bien… el mío será Felipe —dijo Max.
—Ese nombre no suena francés —dijo Edward.
—Es más bien… español —dijo Jacob.
—Son un par de tontos… ¿Acaso no han leído historia?... han habido muchos reyes franceses llamados
—Anteriormente discutieron mucho declarando de que ustedes dos, podían hacer un baile mejor que este —dijo el novio, mientras miraba a Edward y Max fijamente.—Cualquiera podría hacer un baile mejor… pero en especial nosotros —dijo Edward.— ¿Entonces por qué no nos enseñan? —dijo el novio, haciéndoles gesto a Edward y Max para que pasaran al centro de la sala donde se encontraba él y su esposa.— ¿Pero qué demonios está pasando aquí? —se preguntó Jacob, mientras miraba esta situación tan particular.—Sera un placer… mostrémosle como se hace Edward —dijo Max, mientras caminaba hacia el centro de la sala
— ¿Oye? ¿Te estás… estas divirtiendo? —pregunto un alcoholizado Edward a Jacob.—Si… odio decirlo… Edward tenías razón —contesto un ebrio Jacob.— ¡Siempre la tengo! —dijo Edward, el cual agarro con sus dos manos la cara de Jacob y lo beso.Después de que Edward terminara de darle el beso Jacob, este último volteo rápidamente para comprobar si alguien los había visto y vio que muchas personas los estaban mirando, incluyendo a Max el cual estaba bebiendo y celebrando junto con el novio recién casado y su esposa.— ¡Diablos! ¡Parece que nos vieron! —pensó Jacob. El silencio de la noche fue brevemente interrumpido, por el sonido de dos camionetas en cualquier lugar donde ambas pasaran, haciendo un breve escándalo con el sonido de sus motores.Edward y Anna después de haber robado una camioneta de una casa a la cual se metieron al azar, había estado huyendo de Richard y sus hombres los cuales los perseguían a ambos en una camioneta aún más grande que la suya.Edward y Anna trataron de perderlos en el camino, pero al parecer el conductor de Richard era uno muy diestro ya que fue imposible para ambos escapar, cada vez que trataban de hacerlo el grupo de Richard, lograba encontrarlos o alcanzarlos de alguna manera, por lo que esta persecución automovilística había durado un pequeño periodo de tiempo sin que mostrara signosEn la autopista
—Esta es tú última oportunidad Edward… detén el vehículo —grito Richard.—Este tipo —murmuro Edward, con frustración.—A ese hombre claramente le falta algo de… astucia… es decir ¿En serio piensa que nos vamos a detener y rendir ante unos hombres que quieren matarnos?—Supongo… que pensó que las armas nos intimidarían —dijo Edward.—Dime… ¿Funciono? —pregunto Anna.—No.—Que bien… por un momento me preocupe. El aparentemente conductor del vehículo, inspecciono los alrededores claramente algo nervioso y vio poco después a Edward y Anna.—Parece que nos encontró —dijo Anna.—Si… eso parece —dijo Edward, mientras veía como el supuesto conductor del vehículo, decía unas palabras a Richard y el resto de su grupo, los cuales tras escucharlas, voltearon su mirada en dirección hacia Edward y Anna.—Edward… maldito imbécil… hoy sí que me has hecho enfadar… ya falta poco para el amanecer y si no aparezco contigo vivo… o muerto… el que va a estar en problemas seré yo —Dijo Richard, el cual soltó al hombre que previamente sostenía y camino lentamente en dirección hacia Edward y Anna.En el hotel
El tiempo siguió pasando, y los nervios, continuaban aumentando.—Debí haberme enlistado en el ejército… de haber hecho eso estaría preparado para este tipo de situaciones.La espera se volvió una tortura para Edward, mientras que esperaba que uno de sus cazadores abriera la puerta con la intención de capturarlo o matarlo.Así fue durante un corto periodo de tiempo, hasta que por fin la puerta se abrió lentamente y Edward se preparó con ambos machetes en sus manos desde su posición justo al lado de la puerta de entrada.—Aquí vamos —pensó Edward.
—Bien… puedo darte una oportunidad… dime... ¿Dónde está Jacob?Cuando el hombre escucho estas palabras de la boca de Edward, se quedó brevemente sorprendido como si estuviese analizando las palabras de Edward.—Jacob… no me tienes aquí… ¿Por qué preguntas dónde estoy? —dijo el hombre tirado en el suelo.— ¿Qué?... ¿Tú te llamas Jacob?—Así es —respondió el hombre llamado Jacob, que se encontraba tirado en el suelo.Cuando Edward escucho esto, se sintió extrañamente asqueado, al saber que este hombre compartía el mismo nombre
Edward y Richard, volvieron a asomarse en las entradas de las habitaciones donde se encontraban, y volvieron a dispararse entre sí, pero nuevamente ninguno de los dos pudo acertar.—Debe ser duro… ¿Verdad?... estar a las puertas de la muerte sin poder evitarlo… ¿No te preguntas como debe estar sintiéndose Jacob? —dijo Richard.— ¡Cállate! —grito Edward.—Me pregunto cuánto sufrirá en estos momentos… la desesperación ya debe haberlo hecho trizas… sabes... hay unos guardias especialmente crueles… que les gusta… divertirse con los presos —dijo Richard.— ¡Te dije que te callaras! —grito Edward.<