Frente a frente

Edward y Richard, volvieron a asomarse en las entradas de las habitaciones donde se encontraban, y volvieron a dispararse entre sí, pero nuevamente ninguno de los dos pudo acertar.

—Debe ser duro… ¿Verdad?... estar a las puertas de la muerte sin poder evitarlo… ¿No te preguntas como debe estar sintiéndose Jacob? —dijo Richard.

— ¡Cállate! —grito Edward.

—Me pregunto cuánto sufrirá en estos momentos… la desesperación ya debe haberlo hecho trizas… sabes... hay unos guardias especialmente crueles… que les gusta… divertirse con los presos —dijo Richard.

— ¡Te dije que te callaras! —grito Edward.

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