Edward había caminado por un pequeño rato antes de detenerse y darse cuenta de algo muy importante, este era un pueblo desconocido para él, no tenía ninguna información acerca del pueblo ni tampoco cuales eran los lugares importantes, por lo que no sabía dónde empezar a buscar a Jacob.
—Me pregunto… si Teresa y Selena… ¿También estarán involucradas en todo esto?
Edward, no sabía dónde empezar a buscar y no conocía a nadie de este pueblo, con la excepción de Miguel, Mitchell, Juan, Arturo, Selena y Teresa los seis que habían traído a Edward y Jacob a este pueblo, pero por el incidente anterior, Edward ya sabía que parte del grupo o incluso todo el grupo, habían conspirado en su contra por lo que no estaba seguro si hacerlo o no.
Edward lleno de ira, se levantó de la cama donde estaba sentado, y fue directo a donde estaba el hombre quitándole su libro, para luego tirarlo rápidamente fuera de la celda donde estaban.—Bien… ya no podrás ignorarme ahora sin tu precioso libro —dijo Edward.Pero el hombre en vez de enojarse o gritarle a Edward, solo lo miro con desdén para luego voltearse en la cama, colocando su espalda en dirección a Edward.— ¡Tú! ¡Maldito miserable!La no reacción del hombre, pero sobretodo su mirada llena de desdén, habían irritado aún más a Edward. El cual lleno de ira, agarro la cabeza del hombre por detrás y
Edward no salió de la cárcel hasta el día siguiente, bajo la mirada renuente del policía del día anterior, y el día en que él salió, los periódicos estaban llenos con las fotos del apodado “El Nuevo Adonis Griego” que si bien, no estaba en primera plana todavía estaba bastante cerca.Edward se acercó rápidamente a la farmacia, después de entrar en ella, dio un breve vistazo para ver con quien podía hablar, solo unos momentos después, después vio la taquilla de pago de la farmacia con una joven mujer de piel blanca y cabello castaño oscuro como sus ojos, tenía una figura bien proporcionada junto con un pecho grande. Ella era la única empleada que había en el lugar y se encontraba detrás de una barra de madera que separaba a los clientes de ella y lo que había detrás de ella, Edward al verla se acercó rápidamente para hablar y contarle todo
Edward y la mujer de la farmacia, saltaron rápidamente la barra de madera que los separaba de la taquilla de pago de la farmacia, y corrieron rápidamente hacia la parte trasera de la farmacia mientras escuchaban los gritos de Luke y el resto detrás de ellos.— ¡Donde está la salida! —grito Edward.— Esta… esta por aquí —dijo la mujer que tomo la delantera y guio a Edward.Edward y la mujer de la farmacia, corrieron rápidamente hasta llegar a una puerta algo oxidada y sucia.—Aquí es —dijo la mujer de la farmacia que de inmediato fue a abrir la puerta.
—¡El que no sabe nada eres tú!... además han cometido la barbaridad de reproducirse y tener descendencia con sus genes inferiores, los cuales continuaran, después de que ustedes hayan muerto, propagando su inferioridad al resto de los seres humanos, nuestro deber sagrado es proteger a la humanidad de ustedes.—Solo dices un montón de estupideces sin sentido —dijo Edward.—No digo la verdad… nuestra noble meta está más allá de tu primitiva comprensión, todas las castas inferiores deben ser aniquiladas — dijo Luke.— ¿Todas? —pregunto.—Los de su clase no son la única casta inferior… hay otras que deben s
En un lugar grande bajo tierra y con falta de luz, había muchas celdas con grandes barrotes negros que impedían que las personas dentro de esas celdas escaparan, y en una de esas celdas se encontraba casi media docena de personas, con una en particular que si Edward lo viera, lo reconocería de inmediato, después de todo, él era Jacob.Jacob después de que Edward hubiese salido en persecución del hombre con el abrigo gris que lo había agredido, había sido casi de inmediato atacado desde atrás por dos personas que reconoció muy bien, eran los dos mesoneros que los habían atendido a Edward y a él cuando entraron al restaurante y ordenaron su comida.Jacob había tratado de resistirse, pero los dos mesoneros le habían tapado la boca y la nariz con un pañuelo lleno
—Descuida… nos estarás aquí mucho tiempo como nosotros —dijo David.— ¿Qué? ¿Por qué lo dices? —pregunto Jacob.—Uno de los guardias nos empezó a decir con malicia… de que nuestro encierro llegaría a su fin el día de la luna llena —dijo Jazmín.—El día de la luna llena… pero eso es mañana, o debe ser hoy si es que estuve inconsciente toda la noche —dijo Jacob nervioso.—Debe ser mañana… un guardia mal intencionado constantemente nos viene a recordar… cuando tiempo nos queda —dijo María, con algo de desesperación en su voz.—
Jacob duro media hora en vestirse y arreglarse para ir a trabajar y después de ordenar todo, salió de su apartamento para ir al trabajo.—Ya mañana por fin es sábado —dijo Jacob así mismo.Después de caminar y tomar el autobús en dirección a su trabajo, Jacob por fin había llegado, él trabaja en una agencia de seguros y su trabajo era evaluar y hablar con las personas que querían ser aseguradas y decidir si debían ser aseguradas o no.—Buenas días —dijo Jacob, a sus compañeros de trabajo.—Buenos días Jacob —saludo una mujer blanca de cabello negro.
— ¡Tú! —grito Edward al entrar en la oficina de Jacob.—Así que eras tú —dijo Jacob al ver entrar a Edward.— ¿Se conocen? —pregunto Max.—Digamos… que sí —dijo Jacob.—Nos conocimos en la cárcel la semana pasada —dijo Edward.—Esa si debe ser una historia interesante… cuéntamela —dijo Max.—No es necesario… es más… ¿Por qué todavía estas aquí? —dijo Jacob.— ¿No cree