Cuando los ojos de Jacob se cruzaron con los de Edward, este nuevamente se puso nervioso y su corazón volvió a latir violentamente y no tuvo más opción que apartar la vista de los ojos de Edward.
— ¿Entonces? ¿Lo hacemos?
— ¿Hacer qué? —pregunto Jacob nerviosamente.
—Cenar junto tú y yo como compensación, en la cena te entrego mis papeles y comerás gratis… ¿No es genial?
Jacob por una razón que no pudo entender en ese momento, termino por aceptar la propuesta de Edward y ambos intercambiaron sus números de teléfono y quedaron en reunirse en la noche en un restaurante.
Las dos meseras al escuchar las últimas palabras de Edward, nuevamente se quedaron en silencio, mirando a los dos de forma alternativa.—Ya veo…. lamento… interrumpirlos —pareciéndose darse cuenta de algo, una de las meseras se despidió y empezó a irse del lugar.—Que disfruten su cita —dijo la otra mesera antes de seguir a su compañera.— ¡Esperen! ¡No es lo que piensan! ¡No estamos juntos! —grito Jacob nerviosamente.—Pero… cariño… ¿Acaso te avergüenzas de mí? —pregunto Edward a Jacob.— ¡Tú! —fue la palabra que dijo Jacob
La noche siguió avanzado, haciéndose más y más tarde a cada segundo, mientras Edward después de matar accidentalmente a Luke, estaba vomitando todo lo que había comido en el contenedor de basura donde anteriormente se había estado ocultando.— ¿Estás bien?... llevas bastante rato vomitando —pregunto la mujer de la farmacia.—Estoy…. estoy bien… por cierto… ¿Cómo te llamas? —pregunto Edward.—Me llamo Anna.—Bien… Anna… tú lo viste con tus propios ojos.— ¿Qué cosa?
—Esos malditos bastardos… desde el principio ellos estaban conspirando en contra nuestra —pensó Edward furioso.—Sera mejor que nos quedemos aquí un rato —dijo Anna.—Si… esperemos a que se vayan.—No debería tardar mucho.—Respóndeme algo, ¿Puedes?— ¿Qué cosa?— ¿Todos los hombres de este pueblo son todos como ellos?— ¿Ellos? Edward vio como Mitchell corrió en dirección hacia Anna, la cual lo estaba esperando, pero Edward ya no les siguió prestando ninguna atención, debido a la problemática situación donde se encontraba actualmente.Juan trato de clavar su machete en el cuerpo de Edward, pero este se tiro y rodo hacia un lado esquivando de esa forma su golpe.— ¿Me pregunto cuándo tiempo podrás huir? —pregunto Juan, mientras miraba sonrientemente a Edward.—Maldición… ¿Por qué nunca estudie esgrima? —pensó Edward, lamentándose en su interior mientras se volvía a colocar de pie.Juan corrió rápidamente hacia él con su macheteEnfrentamiento
Juan levanto su machete y se preparó para dejarlo caer, pero antes de que pudiese hacerlo, otro machete lo atravesó en el estómago de forma limpia, sorprendiendo tanto a Juan como a Edward.— ¿Pero qué paso? —pregunto Juan a sí mismo, después de lo cual trato de voltear su cabeza hacia atrás para ver a su agresor.Pero antes de que lograra hacerlo, el machete que tenía clavado en su estómago fue removido y justo después fue utilizado para cortarle la cabeza a Juan, la cual salió volando levemente para caer a su lado.—Maldición —pensó Edward mientras veía como el cadáver de Juan caía al suelo.Cuando el
Edward persiguió a Anna, cruzando la carretera, y pronto llegaron hasta la escalera de incendios de la casa.—Está muy alto… súbeme —dijo Anna.—Yo soy más alto… ¿No debería hacerlo yo?— ¿Estas insinuando que una mujer inocente y débil como yo soporte el peso de un hombre alto como tú? —pregunto Anna, mirando fijamente a Edward.—Tienes… tienes razón —dijo Edward, mientras pensaba si las palabras de Anna en referencia a su inocencia y debilidad eran sarcásticas, ya que después de todo, lo que menos le había mostrado esta chica hasta los momentos eran su supuesta debilidad o inocencia.
—Ven conmigo.— ¿A dónde?—Mientras venia hacia acá, pude notar que tienen una cochera en la planta baja… si tenemos suerte deben tener un auto que podamos usar.—Dirás… un auto que podamos robar.— ¿No me digas que también estas en contra de eso?… si me dices que sí, te juro que te golpeare.—Descuida… ni siquiera yo soy tan tonto… vamos entonces hacia la cochera.—Sera mejor que lo hagamos rápido… esos hombres son torpes… pero nadie es ta
En una habitación de paredes blancas llena de camas de distinto tamaños se encontraban cuatro personas, dos de ellas eran mujeres con vestidos blancos y los otros dos eran hombres con bata blanca y camisa azul.Los cuatro estaba rodeando una cama en particular, con un hombre de piel blanca y cabello negro que poseía un rostro bastante atractivo, acostado en dicha cama, pero en su expresión no había felicidad o satisfacción, sino todo lo contrario, tenía el ceño fruncido mientras veía semi-consciente a los hombres y mujeres alrededor suyo y los escuchaba murmurar palabras de forma constante.—El tiro que recibió en pierna fue más serio de lo que pensamos —dijo una de las mujeres con vestido blanco.Último capítulo