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XXXIV. Dos se convirtieron en cuatro

Aprovechando en cómo iba avanzando la noche, Lina y yo tras despedirnos de los tíos no perdimos tiempo, por lo que cada una subió con emoción las escaleras, una vez arriba atravesamos el pasillo e ingresamos en nuestras respectivas recamaras con la intención de refrescarnos antes de proceder a acomodarnos en la sala común, por ende, disfrutar de la compañía de la una y la otra.

Con rapidez tras dejar a aquella chica, me aleje e ingresé en mi habitación con avidez pues me negaba a perder tiempo alguno.

Así que ya en las inmediaciones de la misma, tras cerrar la puerta me deshice de mi ropa, y aunque no estaba para nada sucia me di una ducha rápida nada más para refrescarme e igualmente de seguido lavé mis dientes intentando ahorrar tiempo, por que estimaba que al estar mirando aquella pantalla había la gran posibilidad de que me quedase dormida por lo agotada que ya me sentía.

Una vez me cambié de ropa abrí la puerta de la recamara sin ninguna preocupación, con la idea clara de que
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