Sofía Martínez Mi nombre es Sofía, y esta es mi historia: un camino trazado por la esperanza y el desencanto, por la ternura y la decepción. Es la historia de una mujer que se atrevió a creer en el amor y que, tras haber sido herida, encontró en sí misma la fortaleza para seguir adelante, sin dejar de creer que el destino ya está escrito y que el dolor es parte del aprendizaje. —————❤️————— Hace algunos años atrás , lleve una relación con la ingenuidad de quien cree haber encontrado su destino en otra persona. Al principio, todo era perfecto: mensajes inesperados que iluminaban mis días, largas conversaciones nocturnas llenas de risas, promesas que parecían inquebrantables. Creí en cada palabra, en cada gesto, en la ilusión de un futuro juntos.. Pero con el tiempo, la relación dio un paso a la indiferencia, la ternura se tornó frialdad y el amor que creía inmutable comenzó a desvanecerse como arena entre los dedos. Al principio, intenté ignorarlo. Me repetía a mí misma que
Rayan Sotomayor: El paso del tiempo fue rápido y quizá despiadado con mi dolor, mi graduación llegó, apenas días después nos anunciaron las plazas de trabajo, los destinos en los que serviríamos durante los próximos dos años antes de ascender de rango. Cuando pronunciaron mi nombre, sentí una extraña mezcla de alivio y emoción: había sido asignado a la región costa del país , en una hermosa ciudad junto al mar. Sería mi nuevo hogar. El inicio de una nueva etapa. No viajaría solo. Mi amigo Saúl, quien también había sido asignado al mismo destacamento, juntos planificamos el viaje. Optamos por un aeropuerto más pequeño, evitando el bullicio de la capital. Queríamos un traslado tranquilo, lejos del caos y las multitudes. Saúl pasó por mí temprano en la mañana, juntos nos dirigimos al aeropuerto con tiempo de sobra. Como siempre, llegamos media hora antes del vuelo, lo que nos permitió registrarnos sin apuros. Me relajé al notar la calma del aeropuerto. En este lugar no exis
Rayan Sotomayor: Sentado en mi asiento, aguardaba con impaciencia la llegada de Saúl ; no comprendía la razón de su demora. Mientras tanto, observaba a los pasajeros que abordaban el avión, cuando una joven apareció en el pasillo, buscando su lugar. Para mi sorpresa, su asiento estaba justo frente al mío. Me sorprendió gratamente su capacidad para sonreír con tanta facilidad, a pesar de no conocernos. Su sonrisa era dulce y me recordó lo mucho que había pasado desde la última vez que vi una sonrisa que me inspirara a sonreír o que despertara algo en mí que me impulsara a mirarla. Sin embargo, solo la miré con fingida indiferencia. Poco después, llegó mi amigo y compañero, Saúl, con una amplia sonrisa, aunque algo agitado, ya que él se había encargado de nuestro equipaje. Para mi sorpresa, parecía conocer a la joven risueña que se encontraba allí. Sumido en mis pensamientos, apenas noté cuando ella extendió su mano y, con una voz melodiosa, dijo: —Soy Sofía, un placer conocer
Sofía Martínez: Mis mejillas ardían y mi corazón latía con tal fuerza que juraría que Rayan podía escucharlo. La emoción me embargaba de una manera casi peligrosa, como si mi propio cuerpo estuviera al borde del colapso. ¡Cálmate, Sofía! No puedes dejarte convencer por meras palabras bonitas, me repetía en un intento desesperado por aferrarme a la razón. Pero, ¿cómo hacerlo cuando cada vez que sus ojos se encontraban con los míos sentía que todo en él era genuino? Con una sonrisa que trataba de ocultar mi vulnerabilidad, respondí con ligereza: —¡Qué gracioso eres! Menos mal que esos delitos no son castigados. Pero Rayan no estaba dispuesto a dejarme salir tan fácil de su juego. —Eso es lo que tú crees —replicó con severidad fingida.—Hay un castigo y, claro está, deberás cumplirlo cuando lleguemos. Su tono desafiante despertó en mí un instinto travieso, una necesidad de igualar su picardía. Si él quería jugar, yo no pensaba quedarme atrás. —En vista de este juici
Rayan Sotomayor : Nuestros labios se encontraron. Al principio, fue solo un roce, apenas un contacto fugaz, pero el efecto que tuvo en mí fue inmediato, profundo… devastador. Como una descarga eléctrica recorriéndome la piel, encendiendo cada fibra de mi ser. No podía permitir que terminara ahí. Sin pensarlo, con la certeza de un hombre que sabe exactamente lo que quiere, la atraje hacia mí con firmeza, acomodándola en mi regazo. Mi mano derecha encontró el camino hasta su cuello, sintiendo el pulso acelerado bajo la yema de mis dedos, mientras que la otra se aferró a su cintura, como si temiera que en cualquier momento se esfumara. Y entonces, el beso cambió. Se volvió más profundo, más intenso. Ya no era solo un roce, sino una entrega. Sofía no se apartó. No retrocedió ni me detuvo. Al contrario, sentí cómo su cuerpo se relajaba contra el mío, cómo sus labios se entreabrían con un leve suspiro que se perdió entre los míos. Dulce y hambriento a la vez, nuestro beso era un
Rayan Sotomayor Sofía me ha hecho sentir una felicidad que no experimentaba en mucho tiempo. Me encanta la energía con la que sonríe, esa luz que irradia y que, sin proponérselo, ilumina incluso los rincones más oscuros de mi alma. ¡Dios! Su sonrisa… esa que tiene el poder de hacerme olvidar mis cicatrices. No sé qué tiene esta mujer, pero lo que sea, me encanta. Como dije antes, no sé qué nos depara el futuro, pero no voy a permitir que eso empañe este presente que se siente tan bien. Todavía llevo en la mente el beso que compartimos esta tarde. Vaya, ¡qué beso! Sentí cosas que pensé que estaban enterradas bajo capas de desilusión y escepticismo. La verdad es que nunca fui fanático de la idea del amor a primera vista. Siempre me consideré alguien más racional, más analítico. Sé que lo que sentimos al inicio no es amor, sino atracción, química, lujuria… quizás hasta pasión, pero amor, lo dudo. Desde que terminé con Denis, dejé de creer en ese concepto tan idealizado. No pensé qu
Sofía Martínez Dicen que lo que no pasa en años puede suceder en segundos. Y ahí estaba yo, siendo la protagonista de una historia que, si me lo hubieran contado, no lo habría creído. ¿Conexión instantánea? ¿Un lazo irrompible desde el primer momento? ¡Por favor! Eso solo pasa en las películas románticas o en esas historias de novelas baratas que te venden en los supermercados. Pero, ¡oh, sorpresa! Aquí estaba yo, sintiendo que mi corazón latía a un ritmo alarmante por un hombre al que apenas conocía. Tal vez el amor a primera vista existía… o tal vez solo tenía una fascinación momentánea por los uniformes militares, después de todo nadie podía negarme lo llamativos que son. Sea como fuere, Rayan tenía un efecto extraño en mí. Y ahí estábamos, recostados en la cama, mirando el techo cubierto por esa tela amarilla improvisada, como si fuera el cielo más seguro del universo. Conversamos, reímos, bromeamos … como si nos conociéramos de toda la vida. ¿Era posible sentirse así con alg
Sofía Martínez: El momento de la despedida había llegado. Me llevaba conmigo la alegría de cada instante vivido, pero también un leve peso en el pecho, una opresión sutil que no podía ignorar. En el fondo, tenía miedo… miedo de que esto no tuviera un futuro, de que todo lo que habíamos compartido quedara reducido a un hermoso recuerdo. Sin embargo, no permitiría que la incertidumbre empañara el presente. No importaba cuánto durara lo nuestro; lo único que realmente tenía valor era lo feliz que había sido a su lado, aunque solo se redujera a estos únicos días. Nos miramos los cuatro, intercambiando sonrisas cargadas de emociones. El señor Roberto me informó que me llevaría al hotel, tal como Rayan lo había dispuesto. Asentí con gratitud antes de despedirme de Saúl con un beso en la mejilla. Y entonces llegó el momento más difícil. Frente a frente, mi soldado y yo nos contemplamos en silencio, como si quisiéramos grabar cada detalle del otro en nuestra memoria. Sus ojos, reflej