AMÉRICAMis ojos se quedan clavados en un par de esmeraldas brillantes, el hombre que permanece muy cerca de mi rostro, hace que la piel se me erice, tengo la sensación de que lo conozco, pero… al mismo tiempo me da miedo. —¿Quién eres tú? —repito.Siento la garganta algo ronca, me duele al momento de hablar, no sé dónde estoy, intento incorporarme, no puedo hacerlo, me veo conectada a un montón de máquinas y entro en pánico. —¿Qué hago aquí? —me altero—. ¿Qué es todo esto? Mi corazón late con demasiado frenesí, tanto, que es imposible no hiperventilar. El hombre de ojos verdes sale corriendo de la habitación y le grita a una enfermera, le observo, parece preocupado, actúa como si de verdad le importara. —¿Qué sucede? —insisto.Pero no me escucha, solo se aparta cuando un doctor se acerca y camina a paso veloz hacia mí. —Doctor… Mi voz tiende de un hilo, y quisiera decirle más, pero al parecer mis cuerdas vocales no sirven de mucho para cuando comienza a inspeccionar mi cuerpo.
AMÉRICADos semanas, ese es el tiempo que me tomó recordar algunas cosas de mi vida, la mayoría, de hecho, casi puedo saborear todo, excepto lo que realmente pasó el día que tuve el accidente, y a Bryce. Es decir, en cuanto vi a Madeline mi corazón no pudo evitar amarla, es mi hija, la adoro, recuerdo cada paso con ella, sé que Bryce es su padre, tiene los mismos ojos, y también me hace feliz saber que estoy embarazada, aunque en el pecho sigue estando ese mismo vacío. También recuerdo a Debby, mi mejor amiga, quien se ha encargado de hacerme volver en razón cada que me molesto por no recordar nada, con ella es con quien paso la mayor parte del tiempo, hasta ahora, que Bryce se encuentra frente a mí, de brazos cruzados, con el ceño fruncido. Está molesto y la peor parte es que no sé por qué. —¿Sucede algo? —inquiero con cautela. Sus ojos centelleantes recorren mi cuerpo, hay lujuria en ellos y no entiendo por qué, pero mis bragas se mojan, es como si mi mente no lo recordara bie
BRYCEDejo de escuchar todo lo que Vanesa me dice, según ella, está embarazada, no puede ser mío, la única vez que me la volví a follar, usé condón, ¿cierto? —¿Me estás escuchando? Levanto la mirada, me encerré con ella en el despacho, dejando a América con un nudo de dudas sin responder, la confusión palpitaba en sus pupilas. —Si estás embarazada, no es mi asunto —replico con seguridad. —Lo es, porque es tuyo. —Usé condón, no soy un crío estúpido. —Pudo haberse roto, no he follado a nadie desde que llegué aquí —refuta dando un repiqueteo con sus tacones altos. Me quedo callado, es una opción, pero el solo hecho de tener un hijo con alguien que no sea América, me sabe mal, me sabe a traición, aunque ella ya lo supo, en estos momentos no se acuerda y temo que volverse a enterar de ello, me supondría un problema. —Tendríamos que hacer una prueba de ADN —respondo de malas—. No soy un irresponsable, si es mío, me haré cargo de él, sino, te demandaré y me encargaré de que sea Rupe
AMÉRICAMe congelo al escuchar las palabras de Vanesa y al ver la reacción tan seria de Bryce, trago duro, me separo de los dos y los miro de hito en hito tratando de encontrar una solución a este problema, se supone que es mi marido, me debe respeto, me ama… o al menos eso es lo que he escuchado que me dice cuando sube a mi habitación y cree que estoy dormida. —Dile, Bryce, no puedes dejar que viva en la completa ignorancia —insiste Vanesa. Esta vez toda mi atención va hacia él, quien no ha apartado su mirada de mí, desde que llegó, solo quiero saber lo que realmente está pasando. —¿Es cierto? —le pregunto, tratando de mantener mi voz firme. Se queda callado, por un segundo pienso que no me dirá nada, pero da un paso hacia adelante y asiente lento. —Esto ya lo sabías antes del accidente, me viste follando a Vanesa en el despacho, sin embargo, luego arreglamos las cosas y todo estuvo bien entre los dos —me explica sin darme tiempo de replicar. —¿Te perdoné? —frunzo el ceño. —S
BRYCEA lo largo de mi vida me he enfrentado a varios obstáculos, pero ninguno se compara con la batalla interna a la que me estoy enfrentando, amo a América, ella es mi vida, ni muerto pienso dejarla, eso es un hecho, pero al mismo tiempo quiero asesinarla. La pérdida de nuestro hijo me tambalea, era mío, pero todo esto es culpa de Vanesa, si ella no hubiera mentido y enfrentado a mi jodida esposa para ocasionar una ruptura, América no hubiera reaccionado de ese modo tan imprudente. Y ahora, verla como si la luz se le hubiera muerto en los ojos, hace que las entrañas se me revuelvan, sus ojos no tardan en llenarse de lágrimas cuando le digo que ha perdido a nuestro hijo, comienza a sollozar con fuerza. —¡Dios, es mi culpa, mi culpa! —chilla con fuerza. —No lo es —intento acercarme a ella, no obstante, me detengo en el último momento—. Fue un accidente. Ella levanta la mirada llena de rabia. —¿Eso te repites para no odiarme más de lo que ya debes hacer? —inquiere en medio de un
AMÉRICAHan pasado tres semanas desde que perdí a mi bebé, por mi error, por Bryce, por Vanesa, y en todo este tiempo he descubierto dos cosas, soy buena haciendo que él se enfade, y que puedo llevarlo hasta el límite. En estos días he sido distante solo con él, lo ignoro la mayor parte del tiempo, hablamos solo cuando lo creo necesario y siempre que el tema se trate de Madeline, quien le ha tomado un cariño sorprendente. No es que esté celosa, después de todo es su padre, pero hay veces en las que por las noches me mantiene despierta el miedo de perderla para siempre, y que cuando crezca me haga a un lado para estar con su padre. Debby dice que son miedos normales, que ella me ama y que soy su mamá. Pero esa espina de confusión, sigue ahí, en alguna parte de mi pecho, lista para atormentarme una noche más. Me pongo de pie, me levanto con el corazón latiendo fuertemente. Me pongo de pie y salgo de la habitación para ir a la cocina por un vaso de agua, Vanesa no se ha aparecido y
BRYCEAmérica cree que puede jugar conmigo a su antojo. Bien, le voy a demostrar que no puede, que soy mejor jugador que ella, por lo que decido ignorarla y concentrarme en la rubia que me mira como si fuese lo único que está en su mundo. No me agrada, ella se lame los labios al tiempo que ancla sus ojos sobre los míos, luego, ligeramente viajan hasta mi polla, la cual no puede estar más muerta, ya que el único coño que deseo probar es el de la malcriada que me ignora y que no para de reír a propósito, con Alarik. —Bien, comencemos —anuncia uno de mis socios. Veamos hasta qué punto es capaz de llegar América, con tal de matar esto que siento por ella. No va a lograr que le dé el maldito divorcio, eso ya debe saberlo más que de sobra. —Como saben —habla Ricardo, un socio y amigo—. Este juego es exclusivo, todos los que estamos aquí, es porque lo queremos, a nadie se le obliga, se ha hecho ya el intercambio de parejas y por ende, solo nos queda disfrutar, no hay límite, a menos de
AMÉRICABusco algún indicio de que sea una habitación como la de la pareja que quiere ser vista, pero no, esta solo tiene un sofá, las paredes están cerradas, no hay manera de que escape de esto. —Si lo que buscas son cámaras, no las vas a encontrar —me dice Bryce, quitándose la ropa. —¿Qué haces? —inquiero con cautela. —Lo que debí haber hecho desde que llegaste a la conclusión de que haciendo que Alarik te besara y te tocara, ibas a lograr que te diera el divorcio —espeta con firmeza. —Ya no podemos estar juntos —declaro—. ¿Acaso no lo ves? Soy la hermana de la mujer que te iba a destruir, te he engañado todo este tiempo, te oculté una hija, perdí a tu bebé, estamos casados solo por contrato, uno que no debió ser. Trato de que entre en razón, pero al parecer no lo logro. Se queda desnudo, solo con los bóxer, retrocedo, sin embargo, él me jala con fuerza haciendo que mis pechos se aplasten contra su duro tórax. —¿A dónde vas? —baja sus manos hasta mi trasero y lo apretuja. —B