“Pequeño cuadrado”
Emily
“Estimada señorita Emily Jones,
El restaurante La Reine le comunica que estaremos fuera de servicio por una semana completa debido a la preparación de un evento importante. Le enviaremos los detalles a dos días del evento.
Atte. Restaurante La Reine.”
Tenía una semana libre en la cual no tenía ni la menos idea de lo que haría. Mi departamento era pequeño y mi círculo de amigos inexistente, no tuve tiempo de conocer gente cuando me mudé de mi pueblo natal. Observo mi habitación y la noto desordenada, o eso es lo que mi cerebro espera que crea para distraer mi mente.
Mi panza ruge clamando comida, la acidez que siento en la boca del estómago me recuerda que solo he tomado un café en todo lo que va del día, veo la hora y caigo en cuenta que ya debería estar almorzando. Me levanto de la silla de mi escritorio y camino hacia la pequeña cocina de mi departamento, rebusco en el refrigerador y los estantes pero solo encuentro condimentos y algunos ingredientes que no me permiten preparar alguna comida decente.
Con un gran pesar regreso a mi habitación y cojo mi ropa lista para ir al supermercado. Me visto lo más cómoda posible para no tener la sensación de malestar en todo el camino, me miro al espejo y asiento para mi misma sintiéndome conforme con mi vestimenta. Agarro mis llaves y billetera, y salgo de casa.
***
Camino por los pasillos y agarro todo lo que me parece apetecible para mi paladar, pesco algunas cosas que posiblemente no vaya a comer nunca pero su empaque me llaman mucho la atención. Cuando llego a caja, veo la gran cantidad de cosas que llevo en mi carrito y sonrío de manera nerviosa a la cajera. Siento un cosquilleo en la nuca, me paro en mi sitio intentando percibir algo pero no consigo nada.
Veo la gran cantidad de bolsas llenas de mi comida y mi expresión decae al no saber cómo llevaré todo esto sola, me parece tonto pedir un taxi cuando mi departamento está tan cerca. Meto mi billetera y llaves en mis bolsillos rezando por que no se caigan y de manera estratégica cargo todo con mis manos, mis dedos queman por la presión ejercida pero no me rindo. No doy ni dos pasos cuando siento un cuerpo chocar contra el mío, estoy a un paso de insultar pero se pasa de largo, maldigo cuando siento que pierdo equilibrio pero no logro caer.
Sigo mi camino y salgo del establecimiento, el peso me hace avanzar más rápido de lo normal, no pasan ni 10 minutos cuando veo el edificio donde se encuentra mi preciado departamento. Llego sintiendo el sudor correr por mi frente, Marcos me ve y se apresura a ayudarme, yo gustosa le doy gran cantidad de las bolsas.
- Señorita, usted tiene mi número, pudo haberme llamado.
Me doy una cachetada mental por haber olvidado algo tan importante como el celular.
- Me olvidé mi celular en casa.
Subo las escaleras acompañada del portero, llegando le agradezco su ayuda y dejo que regrese a su puesto de trabajo. Siento una presión en mi brazo izquierdo, veo un cuadradito de material duro pegado a mi polera, confundida lo agarro y boto a la basura asegurando que seguro se me pegó de algún lado y no me di cuenta. Me encojo de hombros y me voy a hacer algo de comer que muero de hambre.
Narrador en tercera persona La lluvia golpeaba contra la ventana a la par que se escuchaban los sollozos de la pequeña niña, el descenso de las gotas de lluvia hacía juego con la caída de sus lágrimas. Su boca absorbía el sabor salado y su corazón se encogía al no poder controlar su tristeza. Muchas cosas habían cambiado, todo su entorno lo había hecho. Pasó de ver el sol desde el jardín de su amena casa, a notar un leve rayo de sol colarse por una de las aberturas que tenía la madera que tapaba por completo su ventana. No es lo mismo ir a una playa y sentir el mar frío haciendo una gran combinación con el asfixiante calor, a estar en posición fetal en tu bañera mientras tus cabellos se pegan a tu cara como causa del agua chorreando. Se levanta del frío suelo y se dirige a pasos cortos a su desgastada cama, se recuesta en ella lentamente como si le doliera el cuerpo. Le dolía el corazón. No duerme, solo piensa. Cansancio. ¿Qué clase de cansancio podría presentar una niña? Cansan
“Libertad” Narrador anónimo. Ella camina. Yo la sigo. Ella avanza sin preocupación alguna. Yo intento no alertarla. Camina en dirección a la caja para pagar todo lo que lleva en su carrito, la observo desde una distancia prudente. Puedo ver que paga todo y avanza dispuesta a irse, sin medir mi velocidad salgo corriendo hacia ella, estrello mi cuerpo contra el suyo al propósito sintiendo un impacto muy efímero. No vuelvo a ver si se cayó o necesita ayuda, simplemente sigo corriendo. Llego a la salida con la respiración agitada, y un poco de sudor resbalando por mi sien, veo su pequeño cuerpo acercarse y me coloco la capucha para que no me reconozca, aunque dudo que pueda. Mi mirada no se quita en ningún momento de su anatomía, cuento cada paso que da y no me detengo hasta que ingresa por completo a su edificio, con eso puedo irme tranquilo a casa. Emily es y será parte de mi pasado, no puedo quitarla de él si lo deseo, está ahí sin intentarlo o forzarlo. Tengo muchos sentimientos
“Su recuerdo” Anónimo Siento un peso hundir la parte inferior de la cama, un aroma dulzón inunda mis fosas nasales. Me levanto ligeramente, desorientado veo al frente encontrándome con una figura delgada pero curvilínea, reconozco esa melena castaña cayendo sobre la espalda de esta bella mujer. Voltea lentamente su cabeza, defino bien su perfil: femenino y delicado. Agradezco a todos los cielos cuando voltea completamente la cara, sus ojos marrones hacen conexión con los míos grises. Sus labios rosados al natural me atraen, no me atrevo a acercarme. Me observa a través de sus largas pestañas, hago acopio de todo mi autocontrol para no aprisionarla entre mis brazos. Se levanta de la cama en donde me encuentro semi acostado, camina hacia la
“Infiltrados” Afrodita Aliso mi uniforme del trabajo quitando las arrugas inexistentes, observo mi reflejo en el espejo viendo mi apariencia totalmente pulcra. Las semanas habían pasado, la verdadera razón sobre que cancelaran el trabajo era que debían hacer una limpieza exhaustiva para el evento que se realizaría el día de hoy. Un gran personaje había decidido hacer una cena con baile de máscaras, desconocía totalmente la razón por la cual haría esto, la temática era nueva para nosotros. - Afrodita, te necesitan en la mesa 5. Me avisa una compañera de trabajo entrando al baño, no le devuelvo la mirada cuando siento la suya sobre mi espalda. Camino pausadamente, intentando transmitir la misma elegancia que el lugar donde laboro. Me coloco la máscara que nos brindaron para adecuarnos al evento y temática. Visualizo mi mesa, cojo la tablet donde anotamos los pedidos y camino en esa dirección. Siento una mirada escrutando mi espalda, no demuestro nada al saber que puede ser cualquie
“La sorpresa” Narrador omnisciente Era una noche fría, acompañaba muy bien los planes que llevaría a cabo. El joven frente al espejo se miraba con confianza y seguridad, él tenía muy en claro cuál era su papel en esta historia; conocía cada detalle de esta. Tantos años observando desde la oscuridad más profunda, calculando todos sus pasos y accionando de la manera más correcta posible; el día había llegado. Se dio el gusto de vestir un lujoso traje que se ceñía perfecto a su trabajado cuerpo, una buena apariencia podría mostrar una mejor visión de la persona. Por experiencia propia, el joven sabía que lo primero que ve un humano es el físico, luego la personalidad. Los ojos contemplan el atractivo, y el corazón late por la personalidad. Porque mentir no era su fuerte cuando se trataba de ella. Sí, sí contempló su belleza; pero no sabía que sucedía con su corazón. La conocía, y a la vez no. Ella era tan discreta, muy poco predecible. Le gustó eso, no poder leerla solo por su porta
Narrador omnisciente La pequeña niña lloraba desconsoladamente a la par que agarraba fuertemente su tobillo, se había lastimado en el intento por huir. “¿No estaba cansada?” se preguntó, fracasó en el intento al no conseguir respuesta alguna. Ya se sentía acostumbrada a la misma rutina, los niños molestándola y ella escapando con pequeñas lágrimas rodando por su regordetas mejillas. Era su pan de cada día. La pequeña de ojos marrones llega como puede a un rincón que queda al lado de un gran árbol, necesitaba un descanso después de semejante incidente. Por el rabillo del ojo logra ver una sombra que intenta esconderse en la caseta que se encontraba cerca de ella. Asustada por el movimiento repentino intenta acallar sus sollozos, su instinto creía fi
“Sin respuestas” Afrodita El sonido de las balas impactar contra los vidrios crean un estruendo poco soportable para quien no está acostumbrado a este tipo de situaciones, para mi suerte yo conocía muy bien estos escenarios donde no sabías quién saldría vivo o muerto. Podría decir que me encontraba aterrorizada o que me moría por encontrar un lugar seguro para esconderme, pero eran mentiras y más mentiras. Camino lentamente hasta las escaleras que me dirigen a la zona VIP, desde ahí podría apreciar un vista envidiable desde el punto de alguien que no se encuentra bien mentalmente. “¿Soy una persona terrible al desear esto?” Empujo la pregunta muy detrás e intento ignorarla a más no poder. Puedo ver al viejo que atendí siendo arrastrado por un g
“La carta” Afrodita Un toqueteo en la puerta me quita de mi ensimismamiento, me levanto del sofá y me dirijo a la puerta. Con sumo cuidado la abro para encontrarme con el portero - Marcos -, me miraba con una sonrisa sincera, el cariño en sus ojos era claro. - Señorita, dejaron esto para usted. - Habla a la vez que me entrega un sobre amarillo con mi nombre completo en una esquina. - Oh, gracias por esto. - le recibo el sobre con una duda creciendo dentro mío. - ¿Quién era la persona que te entregó esto? - No me dijo su nombre, ni tampoco pude ver muy bien su cara. <